Coronavirus y salud mental: cómo prevenir otra crisis sanitaria
Mientras el mundo pone énfasis en detectar y atender casos de covid-19, expertos alertan que también se debe considerar la salud mental, en especial porque los problemas psicosociales asociados persistirán aún después de que la pandemia haya pasado. Si bien no se ha cuantificado el...
Mientras el mundo pone énfasis en detectar y atender casos de covid-19, expertos alertan que también se debe considerar la salud mental, en especial porque los problemas psicosociales asociados persistirán aún después de que la pandemia haya pasado.
Si bien no se ha cuantificado el impacto de estos trastornos a nivel regional o mundial, en América Latina, una encuesta en Uruguay da algunos indicios.
Según un estudio que analizó el impacto de covid-19 en el bienestar emocional de la población adulta, los uruguayos se sienten tres veces más tristes, casi cuatro veces más preocupados y 20 por ciento más solos si se comparan datos de marzo de 2020 —cuando se detectaron los primeros casos de la enfermedad en el país— con el mismo mes de 2019.
En todo el mundo, artículos científicos publicados entre febrero y abril describen que depresión, estrés, ansiedad, insomnio, ataques de pánico, ira y miedo exacerbado, son algunos trastornos derivados del aislamiento prolongado.
A esta medida impulsada por los gobiernos para paliar la pandemia, también se suma el aumento de muertes cercanas, la incertidumbre y la amenaza de un virus desconocido.
Ante este escenario, en América Latina surgen iniciativas para atender la salud mental de diferentes públicos.
Un horizonte triste
El horizonte de la pandemia es de tristeza, pues es la forma en la que se expresa lo que valoramos en situaciones de pérdida, (…) de pérdida de seres queridos, pero también con otras pérdidas muy valiosas, como la propia vida, la libertad, el trabajo, detallaron a SciDev.Net Eduardo Bericat y María Julia Acosta, autores del estudio uruguayo.
Al momento de la encuesta ya habían pasado 10 días de detectado el primer caso de covid-19 en Uruguay, se habían suspendido las clases, los espectáculos públicos y el gobierno había recomendado aislamiento voluntario.
Según el estudio, el porcentaje de personas que decían estar estresadas pasó de 26 a 46 por ciento, y la sensación de tranquilidad descendió desde 57 a 32 por ciento, señalan el trabajo.
Los datos quizás son más significativos si se considera que Uruguay es uno de los países con menor cantidad de casos en proporción con la población —tiene 502 casos registrados desde el 13 de marzo—, y una tasa de mortalidad baja (con nueve personas fallecidas).
Frustración, aburrimiento, mal humor, confusión, miedo al contagio, negacionismo, teorías conspirativas, insomnio, ataques de pánico, reclusión, claustrofobia y enoclofobia (miedo a las multitudes), son otros trastornos en aumento, potenciados por la propagación de la enfermedad.
“Pandemias como éstas no son solo fenómenos médicos; también afectan la calidad de vida de todos, causando disfunción social”, afirmó Debanjan Banerjee, psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental y Neurociencias (NIMHANS), de India, en un artículo publicado en Asian Journal of Psychiatry (abril).
Además, como en cualquier brote de una enfermedad infecciosa, las reacciones psicológicas de la población desempeñan un papel fundamental en el control y prevención de la enfermedad.
“Las preocupaciones colectivas influyen en los comportamientos diarios, la economía, las estrategias de prevención y la toma de decisiones de quienes formulan políticas, de las organizaciones de salud y los centros médicos”, advirtió otro estudio reciente publicado en International Journal of Social Psychiatry.
Los autores añaden que ello “puede debilitar las estrategias de control de covid-19 y generar más morbilidad y necesidades de salud mental a nivel mundial”.
A distancia para acercarse más
Tanto para el público general como para grupos vulnerables específicos, la terapia en línea y atención telefónica se han convertido en principales alternativas para acercarse ante el distanciamiento físico.
En Ecuador, por ejemplo, Alcohólicos Anónimos (Al-Anon) ofrece apoyo psicológico a través de teléfono y correo electrónico.
En Argentina, la misma agrupación creó un listado nacional de grupos virtuales por Whatsapp, Skype o Zoom con datos para unirse a reuniones en todo el país. En Uruguay, Narcóticos Anónimos usa Zoom o Skype, y Jugadores Anónimos ofrece una línea telefónica.
En tanto, para quienes ya estaban en terapia psicológica, muchos profesionales pasaron a la variante virtual. La Asociación Psicoanalítica de Argentina creó una línea de atención gratuita por Whatsapp que deriva a profesionales. Los primeros días lo atendió la presidenta, Claudia Borensztejn, pero ante la avalancha de llamados convocó a otros colegas.
En los casos en que se requiere atención psiquiátrica, además del acceso reducido a centros de atención, en algunos países como Perú también se dificulta abastecerse de medicación. Usualmente son psicotrópicos que no se pueden suspender y que requieren receta médica, algo que tampoco pueden conseguir porque los centros de salud mental no están atendiendo debido a la cuarentena que comenzó el 16 de marzo.
Si bien no se ha cuantificado el impacto de estos trastornos a nivel regional o mundial, en América Latina, una encuesta en Uruguay da algunos indicios.
Según un estudio que analizó el impacto de covid-19 en el bienestar emocional de la población adulta, los uruguayos se sienten tres veces más tristes, casi cuatro veces más preocupados y 20 por ciento más solos si se comparan datos de marzo de 2020 —cuando se detectaron los primeros casos de la enfermedad en el país— con el mismo mes de 2019.
En todo el mundo, artículos científicos publicados entre febrero y abril describen que depresión, estrés, ansiedad, insomnio, ataques de pánico, ira y miedo exacerbado, son algunos trastornos derivados del aislamiento prolongado.
A esta medida impulsada por los gobiernos para paliar la pandemia, también se suma el aumento de muertes cercanas, la incertidumbre y la amenaza de un virus desconocido.
Ante este escenario, en América Latina surgen iniciativas para atender la salud mental de diferentes públicos.
Un horizonte triste
El horizonte de la pandemia es de tristeza, pues es la forma en la que se expresa lo que valoramos en situaciones de pérdida, (…) de pérdida de seres queridos, pero también con otras pérdidas muy valiosas, como la propia vida, la libertad, el trabajo, detallaron a SciDev.Net Eduardo Bericat y María Julia Acosta, autores del estudio uruguayo.
Al momento de la encuesta ya habían pasado 10 días de detectado el primer caso de covid-19 en Uruguay, se habían suspendido las clases, los espectáculos públicos y el gobierno había recomendado aislamiento voluntario.
Según el estudio, el porcentaje de personas que decían estar estresadas pasó de 26 a 46 por ciento, y la sensación de tranquilidad descendió desde 57 a 32 por ciento, señalan el trabajo.
Los datos quizás son más significativos si se considera que Uruguay es uno de los países con menor cantidad de casos en proporción con la población —tiene 502 casos registrados desde el 13 de marzo—, y una tasa de mortalidad baja (con nueve personas fallecidas).
Frustración, aburrimiento, mal humor, confusión, miedo al contagio, negacionismo, teorías conspirativas, insomnio, ataques de pánico, reclusión, claustrofobia y enoclofobia (miedo a las multitudes), son otros trastornos en aumento, potenciados por la propagación de la enfermedad.
“Pandemias como éstas no son solo fenómenos médicos; también afectan la calidad de vida de todos, causando disfunción social”, afirmó Debanjan Banerjee, psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental y Neurociencias (NIMHANS), de India, en un artículo publicado en Asian Journal of Psychiatry (abril).
Además, como en cualquier brote de una enfermedad infecciosa, las reacciones psicológicas de la población desempeñan un papel fundamental en el control y prevención de la enfermedad.
“Las preocupaciones colectivas influyen en los comportamientos diarios, la economía, las estrategias de prevención y la toma de decisiones de quienes formulan políticas, de las organizaciones de salud y los centros médicos”, advirtió otro estudio reciente publicado en International Journal of Social Psychiatry.
Los autores añaden que ello “puede debilitar las estrategias de control de covid-19 y generar más morbilidad y necesidades de salud mental a nivel mundial”.
A distancia para acercarse más
Tanto para el público general como para grupos vulnerables específicos, la terapia en línea y atención telefónica se han convertido en principales alternativas para acercarse ante el distanciamiento físico.
En Ecuador, por ejemplo, Alcohólicos Anónimos (Al-Anon) ofrece apoyo psicológico a través de teléfono y correo electrónico.
En Argentina, la misma agrupación creó un listado nacional de grupos virtuales por Whatsapp, Skype o Zoom con datos para unirse a reuniones en todo el país. En Uruguay, Narcóticos Anónimos usa Zoom o Skype, y Jugadores Anónimos ofrece una línea telefónica.
En tanto, para quienes ya estaban en terapia psicológica, muchos profesionales pasaron a la variante virtual. La Asociación Psicoanalítica de Argentina creó una línea de atención gratuita por Whatsapp que deriva a profesionales. Los primeros días lo atendió la presidenta, Claudia Borensztejn, pero ante la avalancha de llamados convocó a otros colegas.
En los casos en que se requiere atención psiquiátrica, además del acceso reducido a centros de atención, en algunos países como Perú también se dificulta abastecerse de medicación. Usualmente son psicotrópicos que no se pueden suspender y que requieren receta médica, algo que tampoco pueden conseguir porque los centros de salud mental no están atendiendo debido a la cuarentena que comenzó el 16 de marzo.