Crónica de cuarentena: La tristeza de ser niño en cuarentena
Era un hecho, solo esperábamos que el Gobierno lo confirme. En Bolivia se amplió la cuarentena hasta el 30 de abril. “Ni modo”, pienso, a seguir ideando cómo evitar que mi niño de dos años se aburra encerrado en casa. Y aunque él siempre está de buen ánimo, jugando, pintando,...



Era un hecho, solo esperábamos que el Gobierno lo confirme. En Bolivia se amplió la cuarentena hasta el 30 de abril. “Ni modo”, pienso, a seguir ideando cómo evitar que mi niño de dos años se aburra encerrado en casa.
Y aunque él siempre está de buen ánimo, jugando, pintando, imaginando que es médico o que prepara helados, no puedo evitar pensar que no está disfrutando al máximo su infancia.
Él es hijo único y pues solo juega conmigo, que por cierto no soy muy creativa en eso, y con mi madre, que es ella quien le tiene más paciencia y le pone mucho entusiasmo a sus juegos. Qué sería de nosotros sin ella.
Él debería jugar con otros niños, correr, gritar, compartir meriendas, no estar encerrado en un departamento ni acostumbrarse a esa situación. Él debería tener la infancia que tuvimos los de mi generación, primos reunidos, todos jugando, sin importar edades, tomar el té con los tíos, correr sobre la tierra sin importar nada, echarse en el pasto y reír como si nada más importara. Fuimos felices entonces.
Ahora mi niño está obligado a estar encerrado, tiene juguetes, ve sus programas infantiles preferidos, pero no tiene contacto con otros de su edad. “Esto ya pasará y todo volverá a la normalidad”, pienso. Pero no, nada volverá a ser igual.
Antes ver a un niño con “moquitos”, pues era normal, hasta gracioso. Ahora creo será motivo de paranoia. Muchos padres seguramente lo pensarán dos veces antes de llevar a su hijo a una guardería. El coronavirus nos cambió la vida, eso no cabe duda, y no solo por ahora. Aunque me niego a imaginar a mi pequeño correr por las calles con barbijo.
Quiero que esta cuarentena acabe pronto, para que mi Leo tenga la libertad de ser niño. Para que pueda ir corriendo donde su Abu, para que juegue con Josué y con su tía Lula, para que se esconda de su tío Pepo, para que busque a los cachorros para jugar con ellos o a las gallinas para darles de comer maíz. Quiero verlo vivir al máximo.
¿Quieres contarnos como lo estás viviendo? Mándanos tu texto o tus fotos a [email protected]
Y aunque él siempre está de buen ánimo, jugando, pintando, imaginando que es médico o que prepara helados, no puedo evitar pensar que no está disfrutando al máximo su infancia.
Él es hijo único y pues solo juega conmigo, que por cierto no soy muy creativa en eso, y con mi madre, que es ella quien le tiene más paciencia y le pone mucho entusiasmo a sus juegos. Qué sería de nosotros sin ella.
Él debería jugar con otros niños, correr, gritar, compartir meriendas, no estar encerrado en un departamento ni acostumbrarse a esa situación. Él debería tener la infancia que tuvimos los de mi generación, primos reunidos, todos jugando, sin importar edades, tomar el té con los tíos, correr sobre la tierra sin importar nada, echarse en el pasto y reír como si nada más importara. Fuimos felices entonces.
Ahora mi niño está obligado a estar encerrado, tiene juguetes, ve sus programas infantiles preferidos, pero no tiene contacto con otros de su edad. “Esto ya pasará y todo volverá a la normalidad”, pienso. Pero no, nada volverá a ser igual.
Antes ver a un niño con “moquitos”, pues era normal, hasta gracioso. Ahora creo será motivo de paranoia. Muchos padres seguramente lo pensarán dos veces antes de llevar a su hijo a una guardería. El coronavirus nos cambió la vida, eso no cabe duda, y no solo por ahora. Aunque me niego a imaginar a mi pequeño correr por las calles con barbijo.
Quiero que esta cuarentena acabe pronto, para que mi Leo tenga la libertad de ser niño. Para que pueda ir corriendo donde su Abu, para que juegue con Josué y con su tía Lula, para que se esconda de su tío Pepo, para que busque a los cachorros para jugar con ellos o a las gallinas para darles de comer maíz. Quiero verlo vivir al máximo.
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