Familia pidió a Áñez reabrir el caso Mariscal
A tres días del sexto aniversario de la desaparición del periodista Cristian Mariscal, su familia salió a la calle el jueves, coincidiendo con la llegada de la Presidenta Jeanine Áñez, para pedirle que interceda para reabrir el caso e investigar a fondo, una situación que no se dio en el...
A tres días del sexto aniversario de la desaparición del periodista Cristian Mariscal, su familia salió a la calle el jueves, coincidiendo con la llegada de la Presidenta Jeanine Áñez, para pedirle que interceda para reabrir el caso e investigar a fondo, una situación que no se dio en el pasado.
La tía de Cristian Mariscal, Dominga Mariscal, logró colocarse con ayuda de los periodistas en el ingreso al acto del Servicio Departamental de Salud (Sedes) con una imagen del periodista con la que captó la atención de la Presidenta quien la abrazó y susurró algunas palabras de ayuda al oído. Después se emplazó al equipo de comunicación y gestión social de la Gobernación a interceder.
Después, toda la familia junto a María Mariscal llegó hasta la plaza Luis de Fuentes para explicar e insistir en el pedido de justicia para que se pueda aclarar el caso de la desaparición. En el pasado también obtuvo compromisos del expresidente Evo Morales y de todos los Fiscales Generales desde 2014, sin que sin embargo se haya logrado dar una respuesta al caso.
Antecedentes
La historia – en formato breve – arranca a la salida de la discoteca donde trabajaba Mariscal, cuando una cámara lo captó por última vez, jugaba con las llaves de su auto el sábado 18 de enero de 2014. Cristian fue a casa de su expareja, con quien había terminado la relación hacía unas semanas. Gabriela Torres Araoz le negó el acceso a su dormitorio. Ella cambió después dos veces su declaración sobre el grado de alcoholismo que tenía el periodista cuando lo acompañó a la puerta de su auto, desde donde dice se marchó. Posteriormente se trató de ubicarlo en el lago San Jacinto argumentando unas llamadas que sonarían a despedida.
Posteriormente la Policía encontró hasta 13 manchas de sangre en el trayecto que va de la puerta de Gabriela a la puerta de la casa por la que salió Cristian. Manchas que fueron limpiadas y pintadas según testificó el pintor que fue empleado ese mismo domingo en el que Cristian desapareció. De nada sirvieron las pruebas recolectadas, pues se arruinaron en un extraño tránsito entre el ITCUP Policial y el laboratorio fiscal del IDIF, mientras peleaban competencias. Competencias que quedaron en nada.
Los abogados de Mariscal jalaron otro hilo. El de los más de 60 mensajes intercambiados esa madrugada de la desaparición entre Gabriela Torres y su enamorado del momento, Grover Carranza, ambos operadores del TAM. Varios meses después se ordenó una pericia.
El perito contratado en Sucre para tal efecto, Facundo Olascoaga, nunca terminó la pericia, los abogados de Mariscal le acusan de haberla negociado. Entretanto, otro fiscal, Roberto Ramírez de Chuquisaca, ordenó un allanamiento a las oficinas de Olascoaga que acabaron por arruinar todo el material secuestrado.
El único dato que dejó Olascoaga fue una triangulación de llamadas que indicaron un punto en torno a San Jacinto, donde supuestamente se hicieron las últimas llamadas desde el teléfono de Mariscal. La familia lo consideró improbable.
A pocos kilómetros de ese punto se encuentra uno de los moteles de Melgar Mustafá. Su nombre saltó asociado a la venta del vehículo de Mariscal con el que desapareció. El mismo Suzuki Samurai, con la misma placa y el mismo registro del B-Sisa fue identificado en una comunidad de Santa Cruz.
El auto había estado parado durante todo el año, hasta que en agosto cargó tres veces gasolina en la semana de la Festividad de la Virgen de Urkupiña, en varios surtidores del trayecto hacia Cochabamba. Como si alguien se hubiera prestado el motorizado sin saber del caso.
La Agencia Nacional de Hidrocarburos tuvo registro de la placa en agosto de 2014. Incluso existieron videos. Pero no fue hasta que Plus TV, en enero de 2015, dio con esta documentación que el Ministerio Público actuó. Eso sí. En una semana se detuvo a Melgar Mustafá.
Jaime Mariscal, fallecido agotado en 2016, describió junto a su pariente mecánico varias soldaduras que habían hecho en el carro, marcas como cicatrices, casi únicas. Pero el tema entró en una sucesión de audiencias y burocracias, paranoias de vehículos clonados y placas dobladas hasta que el juez desestimó la prueba.
Desde entonces nada se ha avanzado; cumplida la fecha, el entonces fiscal departamental Gilbert Muñoz cumplió con el procedimiento y liberó a los imputados. El caso pasó a ser un misterio sin resolver y la familia quedó sin descanso, la herida aún no se ha cerrado.
La tía de Cristian Mariscal, Dominga Mariscal, logró colocarse con ayuda de los periodistas en el ingreso al acto del Servicio Departamental de Salud (Sedes) con una imagen del periodista con la que captó la atención de la Presidenta quien la abrazó y susurró algunas palabras de ayuda al oído. Después se emplazó al equipo de comunicación y gestión social de la Gobernación a interceder.
Después, toda la familia junto a María Mariscal llegó hasta la plaza Luis de Fuentes para explicar e insistir en el pedido de justicia para que se pueda aclarar el caso de la desaparición. En el pasado también obtuvo compromisos del expresidente Evo Morales y de todos los Fiscales Generales desde 2014, sin que sin embargo se haya logrado dar una respuesta al caso.
Antecedentes
La historia – en formato breve – arranca a la salida de la discoteca donde trabajaba Mariscal, cuando una cámara lo captó por última vez, jugaba con las llaves de su auto el sábado 18 de enero de 2014. Cristian fue a casa de su expareja, con quien había terminado la relación hacía unas semanas. Gabriela Torres Araoz le negó el acceso a su dormitorio. Ella cambió después dos veces su declaración sobre el grado de alcoholismo que tenía el periodista cuando lo acompañó a la puerta de su auto, desde donde dice se marchó. Posteriormente se trató de ubicarlo en el lago San Jacinto argumentando unas llamadas que sonarían a despedida.
Posteriormente la Policía encontró hasta 13 manchas de sangre en el trayecto que va de la puerta de Gabriela a la puerta de la casa por la que salió Cristian. Manchas que fueron limpiadas y pintadas según testificó el pintor que fue empleado ese mismo domingo en el que Cristian desapareció. De nada sirvieron las pruebas recolectadas, pues se arruinaron en un extraño tránsito entre el ITCUP Policial y el laboratorio fiscal del IDIF, mientras peleaban competencias. Competencias que quedaron en nada.
Los abogados de Mariscal jalaron otro hilo. El de los más de 60 mensajes intercambiados esa madrugada de la desaparición entre Gabriela Torres y su enamorado del momento, Grover Carranza, ambos operadores del TAM. Varios meses después se ordenó una pericia.
El perito contratado en Sucre para tal efecto, Facundo Olascoaga, nunca terminó la pericia, los abogados de Mariscal le acusan de haberla negociado. Entretanto, otro fiscal, Roberto Ramírez de Chuquisaca, ordenó un allanamiento a las oficinas de Olascoaga que acabaron por arruinar todo el material secuestrado.
El único dato que dejó Olascoaga fue una triangulación de llamadas que indicaron un punto en torno a San Jacinto, donde supuestamente se hicieron las últimas llamadas desde el teléfono de Mariscal. La familia lo consideró improbable.
A pocos kilómetros de ese punto se encuentra uno de los moteles de Melgar Mustafá. Su nombre saltó asociado a la venta del vehículo de Mariscal con el que desapareció. El mismo Suzuki Samurai, con la misma placa y el mismo registro del B-Sisa fue identificado en una comunidad de Santa Cruz.
El auto había estado parado durante todo el año, hasta que en agosto cargó tres veces gasolina en la semana de la Festividad de la Virgen de Urkupiña, en varios surtidores del trayecto hacia Cochabamba. Como si alguien se hubiera prestado el motorizado sin saber del caso.
La Agencia Nacional de Hidrocarburos tuvo registro de la placa en agosto de 2014. Incluso existieron videos. Pero no fue hasta que Plus TV, en enero de 2015, dio con esta documentación que el Ministerio Público actuó. Eso sí. En una semana se detuvo a Melgar Mustafá.
Jaime Mariscal, fallecido agotado en 2016, describió junto a su pariente mecánico varias soldaduras que habían hecho en el carro, marcas como cicatrices, casi únicas. Pero el tema entró en una sucesión de audiencias y burocracias, paranoias de vehículos clonados y placas dobladas hasta que el juez desestimó la prueba.
Desde entonces nada se ha avanzado; cumplida la fecha, el entonces fiscal departamental Gilbert Muñoz cumplió con el procedimiento y liberó a los imputados. El caso pasó a ser un misterio sin resolver y la familia quedó sin descanso, la herida aún no se ha cerrado.