¿Quién es realmente Cristina Díaz Sosa?
Desde que Luis Fernando Camacho se dirigiera a “la decana de la Corte de Justicia, que es tarijeña y es la única que no es masista” como posible sucesora de Evo Morales, si es que su ultimátum tiene éxito este lunes a las 19.00 horas, María Cristina Díaz Sosa se ha convertido en...



Desde que Luis Fernando Camacho se dirigiera a “la decana de la Corte de Justicia, que es tarijeña y es la única que no es masista” como posible sucesora de Evo Morales, si es que su ultimátum tiene éxito este lunes a las 19.00 horas, María Cristina Díaz Sosa se ha convertido en trending topic y una de las personas más buscadas en google. En Tarija, capital del chisme, quien más quien menos tiene una historia que contar sobre la magistrada nacida en Tarija hace ya 62 años.
Si en algo coinciden todas las historias es que su “tono” de voz es el imperativo. Cristina Díaz Sosa, rubia teñida, es el poder y se ha esforzado muy poco en tratar de disimularlo a lo largo de su extensísima carrera, donde siempre ha ido hacia arriba.
Díaz Sosa gasta una voz grave, amable pero firme en sus determinaciones. Infatigable. Una vez llamó a la redacción del Diario El País. Se preguntaba sorprendida como a esas alturas del 11 de octubre – Día de la Mujer - nadie le había llamado todavía para hacer una nota siendo que era la única mujer candidata al Tribunal Supremo de Justicia por Tarija. Era absurdo, pero su insistencia al teléfono y lo afinado de sus palabras impedía cortarle de un solo golpe. Carisma, dicen. Para entonces ya se había largado la campaña electoral para las judiciales de fin de 2017 y ella había decidido dar el paso.
Más allá de toda la campaña por el voto nulo, la empresa era difícil, pues en esa lid del TSJ concurrían dos primeros espadas del gusto del masismo como Zacarías Valeriano y Félix Ernesto Mur. El primero alardea desde hace años de ser íntimo amigo de Evo Morales, lo que le sirvió para colocar a uno de sus hijos en la guardia pretoriana de Lino Condori entre 2011 y 2015 en la Gobernación de Tarija. El segundo pasaba por ser más o menos independiente y tenía la virtud de haber pasado por el TCP. Ya se le colocaba en la órbita del entonces Procurador y ahora ministro, Héctor Arce.
Díaz Sosa volteó el tablero y se impuso con un 37,85% de los votos frente al 21,22 y 18,60 de los otros. Más de 31.000 votos que le consolidaban en la carrera. Camacho dijo que no es masista, y aunque es familia del exministro de Hidrocarburos, Juan José Sosa, en Tarija nadie se atreve a ratificarlo, ni a todo lo contrario.
Los temores al poder
Como a cualquier mujer directa y poderosa, lamentablemente, se le han endilgado mil y un amoríos y pasajes más o menos escabrosos en su vida privada. Díaz nunca le tuvo miedo a ninguno. La sororidad es cosa moderna para muchas. Díaz acabó la carrera en el 79 y empezó a ejercer de abogada en los años de plomo. Con el retorno de la democracia hizo carrera en grandes empresas: YPFB, ENDE. Volvió a la Judicatura en el 99; fue tres años Registradora de Derechos Reales y desde 2010 creció por el Tribunal Departamental de Justicia en diferentes salas.
Díaz Sosa siempre fue docente en la Juan Misael Saracho, donde tiene sus seguidores. Sobrevivió a la época de Ramiro Ugarte, cuando este era amo y señor de los estrados judiciales, y hay quien señala que heredó el mando de forma directa. En los últimos meses han llovido las denuncias contra Sosa, aunque siempre muy veladas, tanto por extorsión, venta de ítems, y otros. En sitios de lo más insospechado donde han reconocido a algún miembro de esta redacción, nos han contado historias rocambolescas, difíciles de probar. Nadie pone la mano en el fuego por ella, pero fue la más votada en la elección departamental.
Díaz tiene una afición: elige asesores y asistentes jóvenes. Su campaña la llevó, por ejemplo, el heredero de uno de los concesionarios de automóviles más cotizados en Tarija. No es difícil ver a altos cargos de la Justicia ejerciendo de su “chofer particular”.
A Sucre también se ha llevado una buena delegación de familiares y ayudantes para hacerle la vida más fácil. Díaz Sosa nunca lo tuvo fácil. Ni difícil. Así es casi todo con ella. Con su vida. Con sus ambiciones. Con su familia. Con la forma de encajar el éxito y el fracaso. Con la coraza de libertad y poder que tejió a su alrededor.
La Constitución ya no prevé una sucesión hasta el Tribunal de Justicia, pero en política todo se puede. De momento Díaz Sosa, con sus teléfonos apagadísimos – disfruta la Semana de la Justicia del Banco Mundial en Washington de la mano del cónsul Pablo Canedo, también tarijeño, también convertido en masista para ser candidato a la Gobernación en 2015, American Leader de siempre, lo que alimenta otras especulaciones. Camacho la tiró al frente por algo. O para algo. La resolución, tal vez,en unas horas.
Si en algo coinciden todas las historias es que su “tono” de voz es el imperativo. Cristina Díaz Sosa, rubia teñida, es el poder y se ha esforzado muy poco en tratar de disimularlo a lo largo de su extensísima carrera, donde siempre ha ido hacia arriba.
Díaz Sosa gasta una voz grave, amable pero firme en sus determinaciones. Infatigable. Una vez llamó a la redacción del Diario El País. Se preguntaba sorprendida como a esas alturas del 11 de octubre – Día de la Mujer - nadie le había llamado todavía para hacer una nota siendo que era la única mujer candidata al Tribunal Supremo de Justicia por Tarija. Era absurdo, pero su insistencia al teléfono y lo afinado de sus palabras impedía cortarle de un solo golpe. Carisma, dicen. Para entonces ya se había largado la campaña electoral para las judiciales de fin de 2017 y ella había decidido dar el paso.
Más allá de toda la campaña por el voto nulo, la empresa era difícil, pues en esa lid del TSJ concurrían dos primeros espadas del gusto del masismo como Zacarías Valeriano y Félix Ernesto Mur. El primero alardea desde hace años de ser íntimo amigo de Evo Morales, lo que le sirvió para colocar a uno de sus hijos en la guardia pretoriana de Lino Condori entre 2011 y 2015 en la Gobernación de Tarija. El segundo pasaba por ser más o menos independiente y tenía la virtud de haber pasado por el TCP. Ya se le colocaba en la órbita del entonces Procurador y ahora ministro, Héctor Arce.
Díaz Sosa volteó el tablero y se impuso con un 37,85% de los votos frente al 21,22 y 18,60 de los otros. Más de 31.000 votos que le consolidaban en la carrera. Camacho dijo que no es masista, y aunque es familia del exministro de Hidrocarburos, Juan José Sosa, en Tarija nadie se atreve a ratificarlo, ni a todo lo contrario.
Los temores al poder
Como a cualquier mujer directa y poderosa, lamentablemente, se le han endilgado mil y un amoríos y pasajes más o menos escabrosos en su vida privada. Díaz nunca le tuvo miedo a ninguno. La sororidad es cosa moderna para muchas. Díaz acabó la carrera en el 79 y empezó a ejercer de abogada en los años de plomo. Con el retorno de la democracia hizo carrera en grandes empresas: YPFB, ENDE. Volvió a la Judicatura en el 99; fue tres años Registradora de Derechos Reales y desde 2010 creció por el Tribunal Departamental de Justicia en diferentes salas.
Díaz Sosa siempre fue docente en la Juan Misael Saracho, donde tiene sus seguidores. Sobrevivió a la época de Ramiro Ugarte, cuando este era amo y señor de los estrados judiciales, y hay quien señala que heredó el mando de forma directa. En los últimos meses han llovido las denuncias contra Sosa, aunque siempre muy veladas, tanto por extorsión, venta de ítems, y otros. En sitios de lo más insospechado donde han reconocido a algún miembro de esta redacción, nos han contado historias rocambolescas, difíciles de probar. Nadie pone la mano en el fuego por ella, pero fue la más votada en la elección departamental.
Díaz tiene una afición: elige asesores y asistentes jóvenes. Su campaña la llevó, por ejemplo, el heredero de uno de los concesionarios de automóviles más cotizados en Tarija. No es difícil ver a altos cargos de la Justicia ejerciendo de su “chofer particular”.
A Sucre también se ha llevado una buena delegación de familiares y ayudantes para hacerle la vida más fácil. Díaz Sosa nunca lo tuvo fácil. Ni difícil. Así es casi todo con ella. Con su vida. Con sus ambiciones. Con su familia. Con la forma de encajar el éxito y el fracaso. Con la coraza de libertad y poder que tejió a su alrededor.
La Constitución ya no prevé una sucesión hasta el Tribunal de Justicia, pero en política todo se puede. De momento Díaz Sosa, con sus teléfonos apagadísimos – disfruta la Semana de la Justicia del Banco Mundial en Washington de la mano del cónsul Pablo Canedo, también tarijeño, también convertido en masista para ser candidato a la Gobernación en 2015, American Leader de siempre, lo que alimenta otras especulaciones. Camacho la tiró al frente por algo. O para algo. La resolución, tal vez,en unas horas.