El costoso gusto de ser un cosplayer en Tarija
Ser un cosplayer –persona que interpreta y se viste como su personaje favorito de cómics, cine, libros, anime, manga o videojuegos- es un largo y complejo proceso que no es nada barato, porque no existen las indumentarias y accesorios a mano, por lo que uno mismo debe fabricarlo, elaborarlo o...



Ser un cosplayer –persona que interpreta y se viste como su personaje favorito de cómics, cine, libros, anime, manga o videojuegos- es un largo y complejo proceso que no es nada barato, porque no existen las indumentarias y accesorios a mano, por lo que uno mismo debe fabricarlo, elaborarlo o inventarlo con el afán de ser lo más real posible.
El fin de semana se llevó a cabo en el Centro Cultural Salamanca el “Asian Mix 2019” que reunió a los cosplayers tarijeños y donde participaron de concursos y actividades propias de esta subcultura citadina proveniente de Corea y Japón.
Génesis
El organizador del evento, Christian Vela, contó que no es sencillo seguir esta afición, primero se debe idealizar al personaje admirado, se empieza con ser “otaku”, un fanático que colecciona imágenes y objetos relacionados con su personaje, progresivamente toma su identidad para sí y evoluciona hasta ser un cosplayer.
Un obstáculo es que no se consigue fácilmente las partes del traje, por lo que debe inventarse la manera de hacerlo. Por ejemplo, “algunos se inventan cosas eléctricas para que parezca magia, como tener poder en la mano”, agregó, y para hacer que la presentación sea lo más real posible, “eso cuesta dinero”.
En su experiencia, ejemplificó que le costó unos 1.500 bolivianos armar un traje espacial, concursó y ganó, el premio era de 800 bolivianos no cubría los gastos, pero la satisfacción personal es insustituible porque “tú lo has armado”.
“Al cosplayer no le importa ganar, sino lograr lo que quiere, saber que ha logrado hacer lo que ha buscado y que nadie sabe los días y trabajos que ten han costado, es el ingenio, las ideas y la manera en que se busca hacer las cosas”, sostuvo.
Janeline Ovando, que participó por tercer año consecutivo en el “Asian Mix”, indicó que su personaje es 2B del juego NieR: Autómata. Se trata de una cyborg, organismo biocibernético, mezcla de robot y humano que protege a otro similar que se encarga de la información para evitar una guerra con otros autómatas sin emociones.
“Depende del nivel al que quieras llegar, uno puede hacer algo sencillo e improvisado y no es costoso, pero cuando se quiere hacer una copia idéntica y participar en un concurso se tiene que invertir más, se busca los mejores materiales, pelucas, accesorios que no son baratos, que también se pueden usar para más de una cosa, así que es una inversión”, argumentó.
Contó que existen tiendas especializadas en el tema, el traje que elaboró le costó unos 2.800 bolivianos entre el vestido, accesorios, las pelucas, los zapatos y lentes de contacto, aunque la indumentaria en sí la creó ella.
En la misma línea, Arami, cuyo personaje es Kaonashi de la serie “El viaje del sigilo”, basado en el folklore japonés, es un espíritu que enseña a los humanos, los tienta, tiene mucho poder que se basa en los deseos de la gente y se aprovecha de las personas y termina devorándolos. Solo tiene que usar una máscara y una toga.
Por otra parte, Vela contó que en el evento hubo también concurso de K-pop, un género musical que incluye diversos estilos como la música dance, electrónica, hip hop, rap, rock, R&B, etc., y que se refiere específicamente a la música popular de Corea del Sur. Posteriormente hubo el de Harajaku, que se trata de una moda extravagante japonesa en el que se exhiben estilos de moda únicos y de vanguardia.
El fin de semana se llevó a cabo en el Centro Cultural Salamanca el “Asian Mix 2019” que reunió a los cosplayers tarijeños y donde participaron de concursos y actividades propias de esta subcultura citadina proveniente de Corea y Japón.
Génesis
El organizador del evento, Christian Vela, contó que no es sencillo seguir esta afición, primero se debe idealizar al personaje admirado, se empieza con ser “otaku”, un fanático que colecciona imágenes y objetos relacionados con su personaje, progresivamente toma su identidad para sí y evoluciona hasta ser un cosplayer.
Un obstáculo es que no se consigue fácilmente las partes del traje, por lo que debe inventarse la manera de hacerlo. Por ejemplo, “algunos se inventan cosas eléctricas para que parezca magia, como tener poder en la mano”, agregó, y para hacer que la presentación sea lo más real posible, “eso cuesta dinero”.
En su experiencia, ejemplificó que le costó unos 1.500 bolivianos armar un traje espacial, concursó y ganó, el premio era de 800 bolivianos no cubría los gastos, pero la satisfacción personal es insustituible porque “tú lo has armado”.
“Al cosplayer no le importa ganar, sino lograr lo que quiere, saber que ha logrado hacer lo que ha buscado y que nadie sabe los días y trabajos que ten han costado, es el ingenio, las ideas y la manera en que se busca hacer las cosas”, sostuvo.
Janeline Ovando, que participó por tercer año consecutivo en el “Asian Mix”, indicó que su personaje es 2B del juego NieR: Autómata. Se trata de una cyborg, organismo biocibernético, mezcla de robot y humano que protege a otro similar que se encarga de la información para evitar una guerra con otros autómatas sin emociones.
“Depende del nivel al que quieras llegar, uno puede hacer algo sencillo e improvisado y no es costoso, pero cuando se quiere hacer una copia idéntica y participar en un concurso se tiene que invertir más, se busca los mejores materiales, pelucas, accesorios que no son baratos, que también se pueden usar para más de una cosa, así que es una inversión”, argumentó.
Contó que existen tiendas especializadas en el tema, el traje que elaboró le costó unos 2.800 bolivianos entre el vestido, accesorios, las pelucas, los zapatos y lentes de contacto, aunque la indumentaria en sí la creó ella.
En la misma línea, Arami, cuyo personaje es Kaonashi de la serie “El viaje del sigilo”, basado en el folklore japonés, es un espíritu que enseña a los humanos, los tienta, tiene mucho poder que se basa en los deseos de la gente y se aprovecha de las personas y termina devorándolos. Solo tiene que usar una máscara y una toga.
Por otra parte, Vela contó que en el evento hubo también concurso de K-pop, un género musical que incluye diversos estilos como la música dance, electrónica, hip hop, rap, rock, R&B, etc., y que se refiere específicamente a la música popular de Corea del Sur. Posteriormente hubo el de Harajaku, que se trata de una moda extravagante japonesa en el que se exhiben estilos de moda únicos y de vanguardia.