Santa Vera Cruz Tatala, la fiesta de la fecundidad
Santa Vera Cruz es la segunda festividad religiosa más importante del departamento de Cochabamba. Cada año, recibe 40.000 turistas, el 90 por ciento nacionales. Valerio Pacheco dice que Santa Vera Cruz se celebra hace más de 500 años en el mismo lugar, el kilómetro 7 de la Petrolera....
Santa Vera Cruz es la segunda festividad religiosa más importante del departamento de Cochabamba. Cada año, recibe 40.000 turistas, el 90 por ciento nacionales.
Valerio Pacheco dice que Santa Vera Cruz se celebra hace más de 500 años en el mismo lugar, el kilómetro 7 de la Petrolera. “Es la fiesta de la fecundidad humana, de la Madre Tierra, el ganado y la abundancia”, indica.
Santa Vera Cruz es una festividad en la que predominan la oración y la fe en familia. “Esta es la fiesta de la familia, de la vida, de la abundancia. No hay baile en grande, como en otras festividades; acá las familias se sientan en círculos con las ofrendas y se ponen en oración”, declara.
La etnopsicóloga Esther Balboa –entrevistada por Los Tiempos- explicó que, antes de la colonia, Santa Vera Cruz era la celebración a la constelación Cruz del Sur, conocida como Chakana, y el lugar era un sitio astronómico donde los amautas y sabios determinaban cómo se iba a comportar el clima. La gente de diferentes lugares acudía para escuchar las predicciones y comunicarlas a sus ayllus.
“Se iba a ese lugar a escuchar cómo será el cambio de clima. En función de eso, se hacía la petición a la Pachamama e indulgencias para tener alimento, ganado. En una sociedad que era predominante agrícola, se pedía fertilidad”, dijo Balboa.
En el lugar existía una piedra con la figura de una cruz, que fue dinamitada por los vecinos. “Éste era primero un lugar astronómico, que se convirtió en sagrado. Entre el 3 y 5 de mayo, a las 2 de la madrugada, se puede ver la Cruz del Sur en su máximo esplendor”, contó.
Después de la llegada de los españoles, el catolicismo impuso la celebración la cruz cristiana y la denominaron Santa Vera Cruz (cruz de la verdad), en lugar de la Chakana pusieron la cruz de Cristo, que es considerado como Tatala que significa abuelo o abuelito, indicó Balboa. El párroco dijo que Tatala también significa “señor extraño”.
La festividad se caracteriza por las coplas. “Cantamos para alegrarnos. Para que nos dé, hay que pedir cantando”, contó el acordeonista Eufronio Caballero, que viene de Comarapa (Santa Cruz) a la festividad desde hace 50 años. “Le decimos dame salud, dame la wawa, no duermas, estás de sueño, tienes cara de ratón”, dijo Cristina Caballero. Sólo las mujeres cantan las coplas.
Las ofrendas de pequeños muñecos a los pies del Cristo Santa Vera Cruz Tatala (Cochabamba), el Tinku en Macha (Potosí) y lectura de las estrellas en La Paz son algunos de los rituales característicos de la Fiesta de la Cruz.
Declarada Patrimonio Nacional, Santa Vera Cruz es un “conjunto de tradiciones y costumbres religiosas católicas sincretizadas con costumbres indígenas originarias de hace mucho tiempo atrás”.
Los rituales
De acuerdo al diario Opinión, “al ritmo del cántico de Santa Vera Cruz tatala”, cientos de creyentes y feligreses del Valle Alto, Central y Bajo de Cochabamba se hacen presentes al frente de la cruz del santo de Santa Vera Cruz, ubicado en el kilómetro siete de la avenida Petrolera, en vísperas de la celebración de la fiesta central.
“Yo vengo para pedir una wawa. Yo para tener más vaquitas. Yo para pedir salud”, son algunos de los pedidos de las personas que se encuentran apostadas en el piso, al frente del templo, donde hacían arder velas y otros queman la bosta de algunos animales.
Lo cierto es que la fe al “tata” se deja sentir por parte de la muchedumbre que acude con sus familias para la velada. No faltan las coplas picarescas de los músicos que se hacen presentes para cantarle, juntamente con su acordeón y en algunos casos con charango y guitarra, al “tata”.
Las mujeres que tienen muchos hijos traen muñequitos para dejarlos en el suelo y las que no pueden tener se llevan uno de ellos, una vez que han sido bendecidos en señal de tener uno en el futuro.
Otro de los rituales de la celebración se orienta a la madre tierra, referido a los productos agrícolas. Los productores de los valles llevan papa, choclo y otros para hacer bendecir. Piden que no les falte y que haya mucha abundancia de estos productos.
Por último, la fecundidad del animal está representada por la bosta de los animales que se quema. Llevan el excremento seco de la vaca, oveja, gallina y chancho para hacer quemar. Una vez que se consume en el fuego y se vuelve ceniza es devuelto a los corrales en señal de que se van a multiplicar.
En cambio, otra gente lleva entre 2 a 12 velas que representan a los miembros de su familia y las hacen arder para pedir buena salud y trabajo.
La infertilidad en Bolivia
Para muchos, el secreto de un matrimonio feliz es tener hijos pero para otros, por más que sea así, este sueño les es imposible. Juan Carlos Martínez tiene 35 años y Fabiola Jaramillo 32, se conocieron en la universidad cuando ambos estudiaban la carrera de Derecho.
Luego de tres años de enamoramiento, decidieron casarse y así lo hicieron un 5 de marzo de 2012; sin embargo, el calvario comenzó cuando cumplieron su primer año de casados y todos comenzaron con la pregunta: ¿cuándo tendrán hijos?
Ella -aunque desconocía que tenían problemas para concebir- lo sospechaba. Así decidieron hacer una consulta ginecológica, en la que detectaron su dificultad. Más aún, los tratamientos en clínicas de fertilidad excedían sus posibilidades económicas.
En cada paso, los médicos eran optimistas, Fabiola se enteró que tenía unas lesiones en el útero, un síntoma del inicio de una endometriosis, un padecimiento marcado por un crecimiento incontrolado de tejido en la matriz.
Le removieron las lesiones quirúrgicamente, y los médicos la enviaron a su casa con todas las expectativas de que ya no tendría problemas para concebir. Pasó el tiempo y nada de bebé. Así le hicieron exámenes a Juan Carlos, y la pareja descubrió que padecía varicocele, un bloqueo en el flujo sanguíneo hacia el pene que reducía su cuenta espermática. La cirugía corrigió el problema. Empero, pasaron dos años más, y nada todavía.
En los siguientes años, la pareja intentó con dos ciclos de fecundación in vitro y dos rondas de inseminación artificial y no consiguieron su objetivo. También recurrieron sin éxito a algunos enfoques no tradicionales, incluidos la acupuntura, los suplementos herbolarios y un tratamiento quiropráctico.
Hoy no descartan asistir a la festividad religiosa de Santa Vera Cruz, pues aseguran que recurrirán a todos los métodos posibles.
De acuerdo a las estadísticas de clínicas de fertilidad en Bolivia, entre el 15% y 20% de las parejas en el país tienen problemas para concebir un bebé, sin embargo no todos los casos tienen que llegar a procesos de reproducción asistida como la fertilización, ya que algunas anomalías se solucionan con tratamientos sencillos.
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Valerio Pacheco dice que Santa Vera Cruz se celebra hace más de 500 años en el mismo lugar, el kilómetro 7 de la Petrolera. “Es la fiesta de la fecundidad humana, de la Madre Tierra, el ganado y la abundancia”, indica.
Santa Vera Cruz es una festividad en la que predominan la oración y la fe en familia. “Esta es la fiesta de la familia, de la vida, de la abundancia. No hay baile en grande, como en otras festividades; acá las familias se sientan en círculos con las ofrendas y se ponen en oración”, declara.
La etnopsicóloga Esther Balboa –entrevistada por Los Tiempos- explicó que, antes de la colonia, Santa Vera Cruz era la celebración a la constelación Cruz del Sur, conocida como Chakana, y el lugar era un sitio astronómico donde los amautas y sabios determinaban cómo se iba a comportar el clima. La gente de diferentes lugares acudía para escuchar las predicciones y comunicarlas a sus ayllus.
“Se iba a ese lugar a escuchar cómo será el cambio de clima. En función de eso, se hacía la petición a la Pachamama e indulgencias para tener alimento, ganado. En una sociedad que era predominante agrícola, se pedía fertilidad”, dijo Balboa.
En el lugar existía una piedra con la figura de una cruz, que fue dinamitada por los vecinos. “Éste era primero un lugar astronómico, que se convirtió en sagrado. Entre el 3 y 5 de mayo, a las 2 de la madrugada, se puede ver la Cruz del Sur en su máximo esplendor”, contó.
Después de la llegada de los españoles, el catolicismo impuso la celebración la cruz cristiana y la denominaron Santa Vera Cruz (cruz de la verdad), en lugar de la Chakana pusieron la cruz de Cristo, que es considerado como Tatala que significa abuelo o abuelito, indicó Balboa. El párroco dijo que Tatala también significa “señor extraño”.
La festividad se caracteriza por las coplas. “Cantamos para alegrarnos. Para que nos dé, hay que pedir cantando”, contó el acordeonista Eufronio Caballero, que viene de Comarapa (Santa Cruz) a la festividad desde hace 50 años. “Le decimos dame salud, dame la wawa, no duermas, estás de sueño, tienes cara de ratón”, dijo Cristina Caballero. Sólo las mujeres cantan las coplas.
Las ofrendas de pequeños muñecos a los pies del Cristo Santa Vera Cruz Tatala (Cochabamba), el Tinku en Macha (Potosí) y lectura de las estrellas en La Paz son algunos de los rituales característicos de la Fiesta de la Cruz.
Declarada Patrimonio Nacional, Santa Vera Cruz es un “conjunto de tradiciones y costumbres religiosas católicas sincretizadas con costumbres indígenas originarias de hace mucho tiempo atrás”.
Los rituales
De acuerdo al diario Opinión, “al ritmo del cántico de Santa Vera Cruz tatala”, cientos de creyentes y feligreses del Valle Alto, Central y Bajo de Cochabamba se hacen presentes al frente de la cruz del santo de Santa Vera Cruz, ubicado en el kilómetro siete de la avenida Petrolera, en vísperas de la celebración de la fiesta central.
“Yo vengo para pedir una wawa. Yo para tener más vaquitas. Yo para pedir salud”, son algunos de los pedidos de las personas que se encuentran apostadas en el piso, al frente del templo, donde hacían arder velas y otros queman la bosta de algunos animales.
Lo cierto es que la fe al “tata” se deja sentir por parte de la muchedumbre que acude con sus familias para la velada. No faltan las coplas picarescas de los músicos que se hacen presentes para cantarle, juntamente con su acordeón y en algunos casos con charango y guitarra, al “tata”.
Las mujeres que tienen muchos hijos traen muñequitos para dejarlos en el suelo y las que no pueden tener se llevan uno de ellos, una vez que han sido bendecidos en señal de tener uno en el futuro.
Otro de los rituales de la celebración se orienta a la madre tierra, referido a los productos agrícolas. Los productores de los valles llevan papa, choclo y otros para hacer bendecir. Piden que no les falte y que haya mucha abundancia de estos productos.
Por último, la fecundidad del animal está representada por la bosta de los animales que se quema. Llevan el excremento seco de la vaca, oveja, gallina y chancho para hacer quemar. Una vez que se consume en el fuego y se vuelve ceniza es devuelto a los corrales en señal de que se van a multiplicar.
En cambio, otra gente lleva entre 2 a 12 velas que representan a los miembros de su familia y las hacen arder para pedir buena salud y trabajo.
La infertilidad en Bolivia
Para muchos, el secreto de un matrimonio feliz es tener hijos pero para otros, por más que sea así, este sueño les es imposible. Juan Carlos Martínez tiene 35 años y Fabiola Jaramillo 32, se conocieron en la universidad cuando ambos estudiaban la carrera de Derecho.
Luego de tres años de enamoramiento, decidieron casarse y así lo hicieron un 5 de marzo de 2012; sin embargo, el calvario comenzó cuando cumplieron su primer año de casados y todos comenzaron con la pregunta: ¿cuándo tendrán hijos?
Ella -aunque desconocía que tenían problemas para concebir- lo sospechaba. Así decidieron hacer una consulta ginecológica, en la que detectaron su dificultad. Más aún, los tratamientos en clínicas de fertilidad excedían sus posibilidades económicas.
En cada paso, los médicos eran optimistas, Fabiola se enteró que tenía unas lesiones en el útero, un síntoma del inicio de una endometriosis, un padecimiento marcado por un crecimiento incontrolado de tejido en la matriz.
Le removieron las lesiones quirúrgicamente, y los médicos la enviaron a su casa con todas las expectativas de que ya no tendría problemas para concebir. Pasó el tiempo y nada de bebé. Así le hicieron exámenes a Juan Carlos, y la pareja descubrió que padecía varicocele, un bloqueo en el flujo sanguíneo hacia el pene que reducía su cuenta espermática. La cirugía corrigió el problema. Empero, pasaron dos años más, y nada todavía.
En los siguientes años, la pareja intentó con dos ciclos de fecundación in vitro y dos rondas de inseminación artificial y no consiguieron su objetivo. También recurrieron sin éxito a algunos enfoques no tradicionales, incluidos la acupuntura, los suplementos herbolarios y un tratamiento quiropráctico.
Hoy no descartan asistir a la festividad religiosa de Santa Vera Cruz, pues aseguran que recurrirán a todos los métodos posibles.
De acuerdo a las estadísticas de clínicas de fertilidad en Bolivia, entre el 15% y 20% de las parejas en el país tienen problemas para concebir un bebé, sin embargo no todos los casos tienen que llegar a procesos de reproducción asistida como la fertilización, ya que algunas anomalías se solucionan con tratamientos sencillos.
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