Benigno, el último combatiente de la Guerra del Chaco
A sus 107 años de edad la memoria del excombatiente Benigno Garrado lo traslada al año 1935, el episodio cuando a él y sus camaradas del Regimiento Castrillo no les quedó otra opción que matar a su yegua para alimentarse. Ahí, en la candente tierra chaqueña, sufrían de hambre mientras...



A sus 107 años de edad la memoria del excombatiente Benigno Garrado lo traslada al año 1935, el episodio cuando a él y sus camaradas del Regimiento Castrillo no les quedó otra opción que matar a su yegua para alimentarse. Ahí, en la candente tierra chaqueña, sufrían de hambre mientras enfrentaban a los “pilas” paraguayos.
“Yerba, yerba y yerba, sólo eso era lo que teníamos para alimentarnos cuando estábamos en la Guerra del Chaco. Comíamos paraditos y era una calor que no se aguantaba”, así lo recuerda don Benigno, quien es el último excombatiente que queda vivo en Villa Montes.
Los pasajes que más le vienen a su cabeza es el hambre que padecieron, “¿bolivianito, quieres tostadito, quieres agüita? Así nos molestaban los paraguayos, ellos sabían que nosotros no teníamos provisiones, en cambio ellos sí-relata con una voz quebrada-. A nosotros nos tardaban en llevar los alimentos porque era lejos”.
Don Benigno es de esos tipos que nunca retroceden ante nada. Mientras los muchachos de su época se metían monte adentro para que no los recluten, allá por el año 1934, cuando tenía 16 años, él se quedó en su casa, en Sucre. De ahí lo subieron al camión militar para darle 40 días de instrucción y luego mandarlo a línea de fuego.
En las trincheras la instrucción era no quitarse el casco por ningún motivo, pero él se olvidó de aquello y se lo sacó, fue entonces cuando en fuego cruzado le rozó una bala por el lado derecho de su cabeza, cicatriz que ahora se deja entrever en medio de sus canas.
Hasta el momento en el que fue reclutado estaba acostumbrado sólo a usar abarcas, pero ya en el cuartel le dieron botas, no se acostumbró fácilmente a usarlas, pues el calzado le sacaba ampollas en los pies, esto mientras los paraguayos andaban descalzos (pie pila) en medio del monte.
Los años pesan sobre Benigno, tiene un caminar agitado pero aun así no quiere usar el bastón, se siente firme. Tiene el rostro cansado y luce bigotes blancos, en parte de sus pequeños ojos se ha hecho paso una catarata. Sin embargo, está lúcido, escucha, charla, recuerda y posa para las cámaras de la prensa y de los que quieren llevarse un recuerdo de él, el último excombatiente que queda en Villa Montes.
Benigno no le afloja a la coca y siempre usa boina, la correa de su mochila Adidas estilo morral cruza por su pecho, pero también roza una de sus medallas que destaca en el bolsillo izquierdo de su esmoquin azul marino. Se las puso porque era la conmemoración del cese de hostilidades, 14 de junio de 2018.
“Apenas, apenas hemos ganado la guerra, los paraguayos tenían el apoyo de Argentina y de Brasil, desde ese país mandaban cisternas grandes de agua para ellos, en cambio nosotros estábamos solos, Estados Unidos nos ayudó un poco”, cuenta.
Dardo Garrado es nieto de don Benigno. Para él escuchar las historias sobre la Guerra del Chaco desde que era niño, le hace sentir privilegiado. Aunque su abuelo le repita una, otra y otra vez las mismas anécdotas, no se aburre.
El nieto comenta que su abuelo a veces se pone melancólico, porque se acuerda de sus camaradas, con quienes hizo lazos de amistad, pero que en el transcurso del conflicto bélico iban muriendo. El caso era que en el tiempo de guerra Benigno tenía que cavar fosas comunes para tirar los cuerpos ahí, luego echarles gasolina y quemarlos, con el objetivo de evitar un foco de infección.
Otro pasaje impactante que recuerda es que cuando había fuego cruzado, en algunas oportunidades se disparaban entre compañeros. La orden era salir de la trinchera y eliminar a todos los que estaban en frente, pero en ocasiones, algunos de sus camaradas no cumplían la táctica de ataque y terminaban disparándose entre los propios bolivianos.
La pregunta que siempre le hace Dardo a su abuelo es cuántos pilas mató en la guerra, a lo que Benigno siempre responde “Uhhh, la verdad no me acuerdo hijo, pero muchos he matado. Ellos eran más grandes que nosotros y andaban descalzos”.
“Hay muchas historias interesantes que no todos tienen la oportunidad de escuchar -comenta-. Como familia nos enorgullece la valentía que mi abuelo tuvo, además damos gracias a Dios que él sea uno de los tantos que pueden estar hoy en vida. Él sigue firme como un quebracho, es un tipo bien parado que ni el bastón quiere usar. El único problema es la sonda que tiene en el estómago”, explica.
Dardo se siente orgulloso que su abuelo haya sido uno de los soldados que hizo retroceder a los pilas cuando avanzaban estrepitosamente para tomar Villa Montes, éste fue uno de los últimos episodios antes que se ponga un alto fuego.
El 14 de junio de 1935 los jefes militares de Bolivia y Paraguay, Enrique Peñaranda y Félix Estigarribia respectivamente, firmaron el documento de alto al fuego bajo la sombra de un Algarrobo, que luego fue denominado como el árbol de la paz. Éste se encuentra dentro de la cabaña “La Trinchera” que es parte de la Tercera División del Ejército.
En ese lugar, en cada conmemoración del cese de hostilidades, el Ejército hace una teatralización de lo que fue la firma de ese documento, y cómo los paraguayos y bolivianos se dan un saludo paz, pues era el momento en que el ruido de las escopetas y los estruendos de los morteros de guerra se silenciaban.
Pero, ése no es el único lugar histórico de la Guerra del Chaco, también está el conocido Corralito, donde el presidente de Bolivia Daniel Salamanca dimitió ante la presión de jefes militares que participaban en la Guerra del Chaco (1932-1935). La infraestructura de ese sitio está restaurada, muestra objetos viejos que quedaron de la Guerra, como parte de vehículos y restos de catres oxidados.
Dardo le pregunta a su abuelo dónde está la caramañola, su plato, uniforme militar, o su fusil que usó en la Guerra, la respuesta es que tuvo que venderlas porque necesitaba dinero. Sin embargo, a sus 107 años de edad le explica a su nieto cómo debe manejar un arma de fuego.
Conmemoración del cese de hostilidades
Alto al fuego
El 14 de junio de 1935 los jefes militares de Bolivia y Paraguay, Enrique Peñaranda y Félix Estigarribia respectivamente, firmaron el documento de alto al fuego bajo la sombra de un Algarrobo, que luego fue denominado como el árbol de la paz. Éste se encuentra dentro de la cabaña “La Trinchera”.
El Corralito
El Corralito fue el lugar donde el presidente de Bolivia, Daniel Salamanca, dimitió ante la presión de jefes militares que participaban en la Guerra del Chaco (1932-1935). La infraestructura de ese sitio está restaurada, muestra objetos viejos que quedaron de la guerra.
Desfile Militar
Cada 14 de junio se realiza la conmemoración del cese de hostilidades en Villa Montes, fecha en que las distintas unidades militares realizan un desfile, pero también las instituciones civiles rinden su homenaje a los hombres caídos en la Guerra del Chaco, cuando se enfrentó Bolivia con Paraguay.
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“Yerba, yerba y yerba, sólo eso era lo que teníamos para alimentarnos cuando estábamos en la Guerra del Chaco. Comíamos paraditos y era una calor que no se aguantaba”, así lo recuerda don Benigno, quien es el último excombatiente que queda vivo en Villa Montes.
Los pasajes que más le vienen a su cabeza es el hambre que padecieron, “¿bolivianito, quieres tostadito, quieres agüita? Así nos molestaban los paraguayos, ellos sabían que nosotros no teníamos provisiones, en cambio ellos sí-relata con una voz quebrada-. A nosotros nos tardaban en llevar los alimentos porque era lejos”.
Don Benigno es de esos tipos que nunca retroceden ante nada. Mientras los muchachos de su época se metían monte adentro para que no los recluten, allá por el año 1934, cuando tenía 16 años, él se quedó en su casa, en Sucre. De ahí lo subieron al camión militar para darle 40 días de instrucción y luego mandarlo a línea de fuego.
En las trincheras la instrucción era no quitarse el casco por ningún motivo, pero él se olvidó de aquello y se lo sacó, fue entonces cuando en fuego cruzado le rozó una bala por el lado derecho de su cabeza, cicatriz que ahora se deja entrever en medio de sus canas.
Hasta el momento en el que fue reclutado estaba acostumbrado sólo a usar abarcas, pero ya en el cuartel le dieron botas, no se acostumbró fácilmente a usarlas, pues el calzado le sacaba ampollas en los pies, esto mientras los paraguayos andaban descalzos (pie pila) en medio del monte.
Los años pesan sobre Benigno, tiene un caminar agitado pero aun así no quiere usar el bastón, se siente firme. Tiene el rostro cansado y luce bigotes blancos, en parte de sus pequeños ojos se ha hecho paso una catarata. Sin embargo, está lúcido, escucha, charla, recuerda y posa para las cámaras de la prensa y de los que quieren llevarse un recuerdo de él, el último excombatiente que queda en Villa Montes.
Benigno no le afloja a la coca y siempre usa boina, la correa de su mochila Adidas estilo morral cruza por su pecho, pero también roza una de sus medallas que destaca en el bolsillo izquierdo de su esmoquin azul marino. Se las puso porque era la conmemoración del cese de hostilidades, 14 de junio de 2018.
“Apenas, apenas hemos ganado la guerra, los paraguayos tenían el apoyo de Argentina y de Brasil, desde ese país mandaban cisternas grandes de agua para ellos, en cambio nosotros estábamos solos, Estados Unidos nos ayudó un poco”, cuenta.
Dardo Garrado es nieto de don Benigno. Para él escuchar las historias sobre la Guerra del Chaco desde que era niño, le hace sentir privilegiado. Aunque su abuelo le repita una, otra y otra vez las mismas anécdotas, no se aburre.
El nieto comenta que su abuelo a veces se pone melancólico, porque se acuerda de sus camaradas, con quienes hizo lazos de amistad, pero que en el transcurso del conflicto bélico iban muriendo. El caso era que en el tiempo de guerra Benigno tenía que cavar fosas comunes para tirar los cuerpos ahí, luego echarles gasolina y quemarlos, con el objetivo de evitar un foco de infección.
Otro pasaje impactante que recuerda es que cuando había fuego cruzado, en algunas oportunidades se disparaban entre compañeros. La orden era salir de la trinchera y eliminar a todos los que estaban en frente, pero en ocasiones, algunos de sus camaradas no cumplían la táctica de ataque y terminaban disparándose entre los propios bolivianos.
La pregunta que siempre le hace Dardo a su abuelo es cuántos pilas mató en la guerra, a lo que Benigno siempre responde “Uhhh, la verdad no me acuerdo hijo, pero muchos he matado. Ellos eran más grandes que nosotros y andaban descalzos”.
“Hay muchas historias interesantes que no todos tienen la oportunidad de escuchar -comenta-. Como familia nos enorgullece la valentía que mi abuelo tuvo, además damos gracias a Dios que él sea uno de los tantos que pueden estar hoy en vida. Él sigue firme como un quebracho, es un tipo bien parado que ni el bastón quiere usar. El único problema es la sonda que tiene en el estómago”, explica.
Dardo se siente orgulloso que su abuelo haya sido uno de los soldados que hizo retroceder a los pilas cuando avanzaban estrepitosamente para tomar Villa Montes, éste fue uno de los últimos episodios antes que se ponga un alto fuego.
El 14 de junio de 1935 los jefes militares de Bolivia y Paraguay, Enrique Peñaranda y Félix Estigarribia respectivamente, firmaron el documento de alto al fuego bajo la sombra de un Algarrobo, que luego fue denominado como el árbol de la paz. Éste se encuentra dentro de la cabaña “La Trinchera” que es parte de la Tercera División del Ejército.
En ese lugar, en cada conmemoración del cese de hostilidades, el Ejército hace una teatralización de lo que fue la firma de ese documento, y cómo los paraguayos y bolivianos se dan un saludo paz, pues era el momento en que el ruido de las escopetas y los estruendos de los morteros de guerra se silenciaban.
Pero, ése no es el único lugar histórico de la Guerra del Chaco, también está el conocido Corralito, donde el presidente de Bolivia Daniel Salamanca dimitió ante la presión de jefes militares que participaban en la Guerra del Chaco (1932-1935). La infraestructura de ese sitio está restaurada, muestra objetos viejos que quedaron de la Guerra, como parte de vehículos y restos de catres oxidados.
Dardo le pregunta a su abuelo dónde está la caramañola, su plato, uniforme militar, o su fusil que usó en la Guerra, la respuesta es que tuvo que venderlas porque necesitaba dinero. Sin embargo, a sus 107 años de edad le explica a su nieto cómo debe manejar un arma de fuego.
Conmemoración del cese de hostilidades
Alto al fuego
El 14 de junio de 1935 los jefes militares de Bolivia y Paraguay, Enrique Peñaranda y Félix Estigarribia respectivamente, firmaron el documento de alto al fuego bajo la sombra de un Algarrobo, que luego fue denominado como el árbol de la paz. Éste se encuentra dentro de la cabaña “La Trinchera”.
El Corralito
El Corralito fue el lugar donde el presidente de Bolivia, Daniel Salamanca, dimitió ante la presión de jefes militares que participaban en la Guerra del Chaco (1932-1935). La infraestructura de ese sitio está restaurada, muestra objetos viejos que quedaron de la guerra.
Desfile Militar
Cada 14 de junio se realiza la conmemoración del cese de hostilidades en Villa Montes, fecha en que las distintas unidades militares realizan un desfile, pero también las instituciones civiles rinden su homenaje a los hombres caídos en la Guerra del Chaco, cuando se enfrentó Bolivia con Paraguay.
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