El maíz transgénico se produce en Yacuiba y se va a Santa Cruz
De acuerdo a la versión de un productor yacuibeño, el maíz transgénico se produce en parcelas cercanas a Palmar Chico, Caiza y Villa El Carmen. Sus cultivadores conocen que es una actividad prohibida en suelo boliviano, pero se amparan en una norma que permite el uso de “semilla...



De acuerdo a la versión de un productor yacuibeño, el maíz transgénico se produce en parcelas cercanas a Palmar Chico, Caiza y Villa El Carmen. Sus cultivadores conocen que es una actividad prohibida en suelo boliviano, pero se amparan en una norma que permite el uso de “semilla mejorada”.
Según el productor de maíz de Yacuiba, Miguel Ángel Vargas, los lugares en los que se siembra maíz transgénico son a unos 15 kilómetros de Palmar Chico y a 20 de Caiza y Villa El Carmen, en parcelas que van desde las 20 hasta 80 y 100 hectáreas.
Temporada
La temporada de siembra es entre noviembre y diciembre, la cosecha inicia a partir de abril, contó Vargas. El producto es comercializado a intermediarios que lo transportan a Santa Cruz y “entran en convenio con empresas grandes a nivel nacional”.
Si bien esos productores están conscientes sobre la prohibición de importar y producir maíz transgénico, se amparan bajo una norma que les permite utilizar “semillas mejoradas” y bajo este pretexto justifican la utilización de material transgénico.
Por otra parte, apuntó que instituciones como el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) y el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (Iniaf) sin mucho examen certifican esa producción que alcanza a entre 12 a 15 mil toneladas de maíz en cada cosecha.
Por su parte, el director del Iniaf, Luis Acosta, subrayó que el tema de la producción de maíz transgénico en el país es un tema delicado y que es observado y controlado por el Comité de Biotecnología y Bioseguridad, cuyas oficinas se encuentran en la ciudad de La Paz.
Sostuvo que el Iniaf no está facultado para dar información sobre los transgénicos, pero que se encuentra vigente la Ley 300 “De la Madre Tierra y Desarrollo Integral Para Vivir Bien” que prohíbe el ingreso y siembra de maíz transgénico en Bolivia.
“Oficialmente en Bolivia no se produce maíz transgénico, no hay autorización para el uso de transgénicos, no está autorizado el ingreso de maíz transgénico y el uso de cultivos de maíz transgénico”, puntualizó.
En días pasados, el responsable regional de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos, (Emapa), David Durán Mancilla, puntualizó que la empresa apuntala el cultivo del maíz convencional a productores de Yacuiba, se les da la semilla hibrida y le hacen un seguimiento minucioso de todo el ciclo fenológico de la siembra y luego les compran el producto resultante.
Pero, sólo observan el desarrollo de la parcela donde se sembró la semilla otorgada, pero el productor posee bastante más extensión de tierra y “ellos ven qué sembrar”. Entonces si se siembra al lado del maíz convencional otro transgénico, automáticamente se contaminan entre sí, uno toma las características del otro.
“El maíz es una planta alógama, entonces recibe todo lo que le rodea y se puede contaminar, para que no suceda esto tiene que haber unos 100 metros de distancia entre maíz y maíz, y eso los productores no lo van hacer. Dejar 100 metros de terreno baldío es difícil”, explicó Durán al detallar que al estar lado a lado ambos tipos de maíz, se combinan.
Luego en el momento de la cosecha son indiferenciables, cuando compraron y recogieron ese producto, Emapa no tenía un medio para verificar si era transgénico o no, se debe hacer un análisis –que ahora lo hace la Aduana- porque es una cuestión genética complicada de determinar a simple vista.
Ley “De la Madre Tierra y Desarrollo Integral”
El inciso siete del artículo 24 de la Ley 300 “De la Madre Tierra y Desarrollo Integral Para Vivir Bien” define que se debe “desarrollar acciones de protección del patrimonio genético de la agrobiodiversidad, prohibiendo la introducción, producción, uso, liberación al medio y comercialización de semillas genéticamente modificadas en el territorio del Estado Plurinacional de Bolivia, de las que Bolivia es centro de origen o diversidad y de aquellas que atenten contra el patrimonio genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida y la salud humana.
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Según el productor de maíz de Yacuiba, Miguel Ángel Vargas, los lugares en los que se siembra maíz transgénico son a unos 15 kilómetros de Palmar Chico y a 20 de Caiza y Villa El Carmen, en parcelas que van desde las 20 hasta 80 y 100 hectáreas.
Temporada
La temporada de siembra es entre noviembre y diciembre, la cosecha inicia a partir de abril, contó Vargas. El producto es comercializado a intermediarios que lo transportan a Santa Cruz y “entran en convenio con empresas grandes a nivel nacional”.
Si bien esos productores están conscientes sobre la prohibición de importar y producir maíz transgénico, se amparan bajo una norma que les permite utilizar “semillas mejoradas” y bajo este pretexto justifican la utilización de material transgénico.
Por otra parte, apuntó que instituciones como el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) y el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (Iniaf) sin mucho examen certifican esa producción que alcanza a entre 12 a 15 mil toneladas de maíz en cada cosecha.
Por su parte, el director del Iniaf, Luis Acosta, subrayó que el tema de la producción de maíz transgénico en el país es un tema delicado y que es observado y controlado por el Comité de Biotecnología y Bioseguridad, cuyas oficinas se encuentran en la ciudad de La Paz.
Sostuvo que el Iniaf no está facultado para dar información sobre los transgénicos, pero que se encuentra vigente la Ley 300 “De la Madre Tierra y Desarrollo Integral Para Vivir Bien” que prohíbe el ingreso y siembra de maíz transgénico en Bolivia.
“Oficialmente en Bolivia no se produce maíz transgénico, no hay autorización para el uso de transgénicos, no está autorizado el ingreso de maíz transgénico y el uso de cultivos de maíz transgénico”, puntualizó.
En días pasados, el responsable regional de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos, (Emapa), David Durán Mancilla, puntualizó que la empresa apuntala el cultivo del maíz convencional a productores de Yacuiba, se les da la semilla hibrida y le hacen un seguimiento minucioso de todo el ciclo fenológico de la siembra y luego les compran el producto resultante.
Pero, sólo observan el desarrollo de la parcela donde se sembró la semilla otorgada, pero el productor posee bastante más extensión de tierra y “ellos ven qué sembrar”. Entonces si se siembra al lado del maíz convencional otro transgénico, automáticamente se contaminan entre sí, uno toma las características del otro.
“El maíz es una planta alógama, entonces recibe todo lo que le rodea y se puede contaminar, para que no suceda esto tiene que haber unos 100 metros de distancia entre maíz y maíz, y eso los productores no lo van hacer. Dejar 100 metros de terreno baldío es difícil”, explicó Durán al detallar que al estar lado a lado ambos tipos de maíz, se combinan.
Luego en el momento de la cosecha son indiferenciables, cuando compraron y recogieron ese producto, Emapa no tenía un medio para verificar si era transgénico o no, se debe hacer un análisis –que ahora lo hace la Aduana- porque es una cuestión genética complicada de determinar a simple vista.
Ley “De la Madre Tierra y Desarrollo Integral”
El inciso siete del artículo 24 de la Ley 300 “De la Madre Tierra y Desarrollo Integral Para Vivir Bien” define que se debe “desarrollar acciones de protección del patrimonio genético de la agrobiodiversidad, prohibiendo la introducción, producción, uso, liberación al medio y comercialización de semillas genéticamente modificadas en el territorio del Estado Plurinacional de Bolivia, de las que Bolivia es centro de origen o diversidad y de aquellas que atenten contra el patrimonio genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida y la salud humana.
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