Homenaje a los guardianes de las letras y la memoria de Tarija
En el año del Bicentenario, en medio de la 16ava. Feria Internacional del Libro de Tarija, funcionarios reconocieron a eminentes personajes e instituciones de la ciudad.



En el emblemático Salón Auditorio del Cabildo Histórico, el pasado 12 de mayo Tarija celebró un acto solemne para honrar a los guardianes de su memoria, personas e instituciones que han tejido con letras, fósiles y tradiciones, el alma de la tierra chapaca. En este evento destacado de la 16ava. Feria Internacional del Libro (FIL) de Tarija, organizado por la Cámara Departamental del Libro y el Gobierno Autónomo Municipal de Tarija, una frase guio todas las palabras: Un pueblo que no lee es inculto; pero si escribe y preserva su memoria, resiste al olvido.
Nuestra identidad, nuestro Bicentenario
En su gran mayoría, la presencia juvenil configuró el público de esta celebración. Estudiantes de los colegios Lindaura Anzoátegui de Campero y Avelina Raña asistieron para vincularse y conocer lo mejor del legado intelectual y la identidad local.

A ellos se dirigió el presidente del Concejo Municipal, Fernando Castellanos Echazú, para recordarles los cuatro cabildos históricos y definitorios de la identidad tarijeña: 6 de junio de 1825, el primero; 16 de agosto, 7 de septiembre y 16 de octubre de 1826, los siguientes tres.
“Preferimos desaparecer antes que dejar de ser bolivianos”, dijo Castellanos, recordando la voluntad del pueblo tarijeño, originalmente parte de Argentina, de pertenecer a Bolivia. “Es una demostración profunda de lealtad y amor a la patria (…) el 19 de noviembre de 1826 recién Tarija se une a Bolivia, fecha en la que deberíamos celebrar el Bicentenario de nuestra adhesión”.

Con precisión, enlistó los regalos de Tarija a Bolivia: lealtad, territorio, intelectualidad, poesía, el “10” de la selección de fútbol, y el gas, que permitió financiar al país durante 20 años. “Amor, con amor se paga, por eso hoy le pedimos a Bolivia el derecho de recibir su amor, y que nos ayude a solucionar los grandes problemas que tiene esta región y alcanzar la visión de futuro que queremos, el turismo.”
Los homenajeados
Con tal preámbulo, la entrega de reconocimientos tuvo un matiz particular. En la parte medular del acto, se reconoció el trabajo de siete pilares fundamentales de la cultura tarijeña, cada uno acompañado de anécdotas y reflexiones.

El Dr. René Ortega Antelo, poeta cuya obra “es un canto a las horas crepusculares, donde el amor y la nostalgia se niegan a morir”, leyó su soneto “Testimonio”, que culmina con el verso que arrancó grandes aplausos: “¿Qué más podré exigirle a la vida? Haber nacido tarijeño, más nada”.

El Dr. Mario Barragán Vargas, “arquitecto de la memoria”, historiador y fundador de la Sociedad de Etnografía e Historia de Tarija (Soethis), dedicó el galardón a los “15 años de trabajo colectivo” para rescatar una bibliografía que es el semillero de las futuras generaciones, y destacó que Soethis tiene en custodia una cantidad considerable de documentos que permitirían crear una facultad de historia en la universidad local.

Sumándose a la vena literaria, el Ing. Roberto Mobarec, director del Museo Nacional Paleontológico Arqueológico de Tarija (Munaparq), preguntó por el libro más antiguo del mundo, y ofreció su respuesta singular: “Es la Tierra. Con 4.600 millones de años, sus estratos son capítulos que guardan historias”. Mobarec insistió en lo cíclico del relato terrestre: “Hace 10 mil años, la megafauna desapareció por un calentamiento global y la llegada del hombre”, dando a entender que esa extinción puede ser un espejo de nuestro presente.

El proyecto Cántaro, publicado desde el 17 de octubre de 1992 como un suplemento mensual, luego quincenal, del diario El País, ha alcanzado renombre nacional y continental por narrar la historia y la cultura de esta región desde la época colonial hasta el siglo XX.

Ese es apenas uno de los motivos del reconocimiento a este proyecto, que el señor Ricardo Ávila Castellanos, heredero del legado del fundador, Carlos Ávila Claure, recibió a nombre de “todas las personas que han ido pasando a través del Suplemento Cultural Cántaro” en sus más de 30 años de existencia. Entre ellos, el también fundador y siempre destacado, Fernando Arduz Ruiz, y Lorenzo Calzavarini, padre de la Iglesia de San Francisco, que puso a disposición de los estudiosos el acervo histórico cultural de su institución y el café necesario para explorar cada uno de sus documentos.

Pablo Abán, actual presidente del Club Royal Obrero, agradeció el reconocimiento a una institución legendaria del Barrio San Roque, con 107 años de historia y pasión futbolística, y aprovechó el momento para solicitar el apoyo del abogado e historiador, Hugo Suárez Calbimonte, para concretar el proyecto editorial de una revista sobre el Club, con 80 páginas de fotos, relatos y hazañas de un equipo que ha hecho vibrar a sus seguidores: “Muchachos, a la cancha, a cachañear, que Royal Obrero siempre ha de ganar”.

El Fondo Editorial del Concejo Municipal, destacado por publicar obras que “alimentan el alma tarijeña”, fue representado por sus consejeros Hugo Suárez Calbimonte y Luz María Achá Toro. “Hemos publicado obras que son ventanas a nuestra identidad, desde poesía hasta ensayos políticos, dijeron acerca de la institución que también ha sido clave para dar impulso a muchos autores tarijeños emergentes.

El reconocimiento final fue para el Munaparq, custodio de más de cinco mil fósiles que narran la vida prehistórica de Sudamérica, incluyendo restos de Cuvieronius tarijensis, un mastodonte único en la región. Aprovechando un retrato de Isaac Attie que se mantuvo en el Auditorio de un acto previo, Mobarec recordó que fue quien instruyó la construcción del museo en los años 60, señalándolo como gran artífice de lo que Munaparq es hoy.
Mujeres ausentes

El Ing. Edwin Rivera Miranda, gerente de la FIL, reconoció la falta de mujeres en los homenajes planificados. Otras palabras procuraron deshacer tal entuerto: “Tarija tiene alma de mujer, y el aporte de las mujeres en las letras, la música y el arte, aunque a veces en silencio, es la semilla de nuestra cultura”. Como promesa, se habló de dar una mayor visibilidad a los personajes femeninos en futuras ediciones de este acto de reconocimientos.
Como sea, el acto concluyó con la certeza de la importancia de rendir homenaje a quienes trabajan para que el pueblo tarijeño tenga una raíz profunda y consciente, alimentada por el amor a la educación, a la memoria, y al dominio creativo de las artes y las letras, las únicas armas que desafían y vencen el paso incesante del tiempo.