#DíaMundialdelosFuturos
Tarija 2050: visiones del futuro al que nos encaminamos (última)
Charlas necesarias para que el futuro no nos agarre bailando. Terminamos la serie con este esbozo prospectivo del psicólogo y consultor, Javier Cabero.
Desde 2022, la UNESCO declaró el 2 de diciembre como el Día Mundial de los Futuros, una fecha para destacar la universalidad de la capacidad humana para anticiparse a las cosas, para fomentar los procesos de inteligencia colectiva, y para promover la investigación del pensamiento futuro, que abarca iniciativas como la inteligencia artificial, la reducción del cambio climático, la ciberseguridad y el desarrollo de tecnologías y biologías sintéticas, además de su amplia aplicación en diversos contextos.
Con tamaño pretexto, en Pura Cepa nos dedicamos a conversar con algunos actores que, de una u otra manera, gracias a sus acciones, experiencias y recorrido, nos pueden aclarar la imagen de eso que aún no nos sucede, pero de lo cual somos y seremos enteramente responsables.
Terminamos esta “cueca reiterativa” con un ensayo de prospectiva de Javier Cabero, psicólogo y consultor con larga experiencia en proyectos e investigaciones dentro y fuera de nuestro territorio. Usando la Teoría de Sistemas y la Teoría del Caos como instrumentos, Cabero nos lleva a considerar todas las caras y dimensiones del contexto geopolítico mundial para luego enfocarnos en las vertientes que, de acuerdo su análisis, conducen el rumbo de Tarija.
Pura Cepa (PC). ¿Cuáles son los hitos en la historia que nos traen al momento actual?
Javier Cabero (JC). Hemos vivido saltos disruptivos, como la revolución tecnológica. Después de la Segunda Guerra Mundial, la creación de las Naciones Unidas trajo esperanza y promovió la economía del bienestar, garantizando salud, educación, nutrición y vivienda. Más tarde, los años 80 marcaron la llegada del neoliberalismo con Margaret Thatcher, priorizando el libre mercado y la competencia, pero también el dominio imperial. Con el ascenso de China y su crecimiento sostenido, surgen propuestas como el BRICS, desafiando el orden unipolar de Estados Unidos. Esto llevó a conflictos comerciales y luego a la guerra abierta, con Ucrania como escenario. Las consecuencias económicas son devastadoras: despidos masivos, inflación, alzas en la energía y el hambre, especialmente en Europa. La guerra multiplica la crisis, con un gasto global en armas nucleares que alcanzó el récord de 91.400 millones de dólares en 2023, mientras el gasto en armas convencionales superó los 2,4 billones de dólares. Es decir, 170 mil dólares por minuto.
PC. ¿Qué impacto tiene esta situación en la psiquis humana?
JC. Hay una crisis psicosocial creciente. Según datos de la OMS, hay 300 millones de personas en el mundo afectadas por la depresión, 320 millones afectadas por la ansiedad. El suicidio es la tercera causa de muerte en los jóvenes, y el consumo de psicotrópicos se incrementa notablemente. En Estados Unidos, el fentanilo cobra 100 mil vidas al año. Los medios dicen que “mueren de amor”, porque el fentanilo eleva la oxitocina, pero esto evidencia una sociedad a la que le falta afecto y sentido de vida. El individualismo y el consumismo han roto los tejidos sociales. La desigualdad es más marcada, con multimillonarios acumulando fortunas mientras millones luchan por sobrevivir. La aceleración tecnológica también genera ansiedad, pues la computación cuántica y la inteligencia artificial anticipan un cambio radical en nuestra forma de vida, lo que algunos llaman singularidad. Estamos atrapados entre la incertidumbre y la esperanza. Aunque la felicidad global ha disminuido, la humanidad siempre ha encontrado formas de adaptarse, incluso en medio de los mitos modernos como el dinero. A esta crisis se suma el cambio climático, con huracanes más intensos, incendios descontrolados y lluvias extremas. Esto genera pérdidas agrícolas, enfermedades como el dengue en nuevas regiones, y miles de muertes anuales por calor.
PC. ¿Qué rol juega Bolivia en este escenario?
JC. Desde la perspectiva de la teoría de sistemas, Bolivia vive la transición hacia un mundo multipolar, donde las reglas del juego están cambiando y hay confrontaciones globales con amenazas nucleares. Rusia mostró su capacidad y parece que causó una impresión muy profunda. Ahí se detuvo un poco la cosa. Pero una guerra nuclear hoy será 50 veces más devastadora que antes, y el peligro es mucho mayor porque puede convertirse en una catástrofe climática, que haya un frío muy grande porque todo se cubra de nubes radiactivas. Estamos en ese punto, gravísimo, y todo depende de personas que en parte han perdido la razón. El filósofo, Ortega y Gasset, dice que vivimos en la época del neoirracionalismo, y que por eso aceptamos perfiles como los de Milei y Bolsonaro. Entonces, aún no se define claramente cómo nos vamos a adaptar a las nuevas dinámicas. Bolivia podría beneficiarse del BRICS, y de iniciativas como el puerto de Chancay en Perú, financiado por China, y que está transformando ya el comercio latinoamericano y su integración con otros países. Pero nuestras exportaciones han caído significativamente, y nuestras reservas internacionales son un misterio. Se ha previsto que la subvención de los combustibles para el 2025 sea de 2.700 millones de dólares, lo que es insostenible. El modelo actual de transporte refleja falta de planificación. La proliferación de vehículos genera contaminación, embotellamientos y dependencia del combustible subvencionado. Ejemplos como el teleférico en La Paz muestran alternativas eficientes, mientras Santa Cruz permanece atascada en sistemas ineficientes. Se necesitan políticas públicas modernas, como incentivos al transporte colectivo y sostenible, con ideas de prosperidad compartida, donde incluso los conductores puedan ser accionistas de sistemas más eficientes. El bienestar de unos pocos no puede ocasionar la tragedia del resto.
PC. Sin embargo, se mira a Santa Cruz como un modelo a seguir.
JC. El modelo cruceño enfrenta problemas graves: deforestación, vientos más fuertes que dañan cultivos, expansión de incendios y sequías. Este enfoque lleva a una desertificación segura. A esto se suma la polarización política nacional, que genera pérdidas económicas, especulación y contrabando. El problema central radica en un modelo extractivista y una visión industrial anticuada. El litio, antes prometedor, cayó de precio drásticamente. Bolivia debería diversificar sus oportunidades, priorizando áreas como el turismo, la gastronomía y la cultura. Países como España han mostrado cómo convertir estas fortalezas en motores económicos, recibiendo 85 millones de turistas al año. ¿No podríamos hacer algo así? Vivir del ocio, fomentar muchos cafés, con muchos artistas en las calles, muchas librerías. Ahora, también tenemos ejemplos positivos. Está Jalasoft en Cochabamba y la fábrica de autos eléctricos que ya tienen una planta productora en México. Hay gente con potencial y talento, aunque la falta de educación e investigación científica aplicada limita su desarrollo.
PC. ¿Qué influencia tiene todo esto en Tarija?
JC. Tarija no puede escaparse del fenómeno mundial y de la coyuntura. Nuestra economía rentista claramente depende de las regalías hidrocarburíferas y del IDH. En 2022, el presidente de la Asamblea Legislativa dijo, “se va a acabar el gas, hagamos algo”. Este año, el gobernador ha ratificado lo mismo. Que no estemos preparados es muy grave, porque es poco probable que otros sectores económicos ocupen el lugar de esos ingresos públicos fiscales. Y tenemos malos ejemplos de inversión. Se hizo una planta separadora de líquidos en el Chaco con casi 700 millones de dólares, y opera al 16% de capacidad. En una fábrica de plásticos, se ha invertido 2.200 millones de dólares, y al momento no produce ni una tapa de botella. Luego, se está apostando por la explotación de minerales, pero vivimos en un valle, entonces todas las aguas que bajan de la zona alta van a llegar contaminadas a las áreas productivas que nos rodean, y no vale la pena tener ingresos a semejante costo de vida, con un ambiente contaminado que tiene graves impactos en la salud.
PC. ¿Cómo se vive este contexto desde el punto de vista de la salud mental?
JC. Entre 2019 y 2020, se atendieron cerca de 12 mil casos de depresión en una población adulta de cerca de 100 mil personas. Es un porcentaje altísimo en términos de morbilidad. ¿No éramos la ciudad de la sonrisa, la sucursal del cielo? Por cada persona atendida, hay otras dos que no acudieron por prejuicio social. El grave problema de salud mental tiene relación con la falta de empleo. Los mayores empleadores son la Gobernación, la Alcaldía, la Universidad. Pero tienen contratos temporales de tres meses y tienes que esperar para que te renueven mientras sigues trabajando. Si no te renuevan, ¿cómo se siente tu estómago?
PC. Entonces, ¿cuál es la visión de Tarija en el futuro próximo?
JC. Podríamos resumir que el escenario futuro es de una aguda contracción económica, caracterizada por la pobreza, la migración, el deterioro de la salud. Vamos a tener organizaciones públicas sin presupuesto, Gobernación, Alcaldías, Universidad, y sistemas de salud. El desempleo va a seguir incrementándose, con fuga de cerebros y reducción de servicios. A esto se va a sumar la crisis ambiental. El año pasado, en primavera hubo 32 grados en la ciudad, y Villa Montes tuvo 45 grados. Ahora está lloviendo casi todos los días. La producción agrícola está cayendo, las enfermedades y plagas están aumentando. Es algo reversible, pero se necesitan por lo menos cinco años de trabajo. Es buen momento para hacer un análisis con más datos y lograr resultados de mayor profundidad. También podemos mirar lo que está pasando como un momento afortunado, porque cuanto más profunda es la crisis, más profundo puede ser el cambio. Realmente es una cuestión de vida o muerte, entonces vamos a estar obligados a cambiar.
PC. ¿Qué debemos tomar en cuenta para hacer ese cambio?
JC. Lo importante es que ese cambio sea sincero, sin victimizarse porque se llevaron la plata o se hicieron las cosas de cierta manera. Necesitamos un modelo de sociedad renovada que supere el individualismo, elimine la competencia y la reemplace con la cooperación. Somos un organismo con todos los seres humanos, dependemos de todos por igual. El individualismo es la corrupción, la codicia. La cooperación es la empatía con otros seres humanos y con la naturaleza. Y mejor si todo está basado en una espiritualidad, que siempre hubo en todas las culturas y todas las épocas. Ahora que hay un deterioro, la gente está buscando algo más, se siente ansiosa, pero no sabe cómo encontrarla. Incluso en eso seguimos compitiendo, cuando bien podríamos cooperar.