#TEUFEST
¿Cómo se hace una obra de teatro?
Pura Cepa conversó con los directores de las tres obras teatrales que se presentaron en el Primer Festival Nacional de Teatro Universitario (TEUFEST).
Por supuesto, cada experiencia es completamente distinta, porque el teatro es un arte que florece en la complejidad humana, en la riqueza que tiene cada individualidad, y en la suma de esas unicidades en la gran multiplicidad.
Con eso en mente, Pura Cepa conversó con los directores de las obras que formaron parte del TEUFEST, para conocer mejor las etapas de trabajo que ellos y sus grupos atraviesan para lograr lo que todos conocemos como “una obra de teatro”.
Formación del grupo
Es común que se considere que hacer una obra de teatro es algo muy fácil, que cualquiera puede actuar. Hay algo de cierto en eso, pero es más cierto que se requiere de mucho trabajo, y este será mayo si hay más personas en escena, pues, mal que bien, todas esas personas deben tener sus voluntades alineadas a lo que se está presentando, y con un nivel más o menos similar de capacidad para estar en la escena.
Para Estefanía Moya y Sadid Arancibia, la experiencia de poner en escena la obra “Mal Presagio” fue de mucha intensidad, con apenas tres semanas de trabajo hasta su estreno en un concurso regional de teatro. Ellos formaron al grupo con un taller intensivo de actuación durante una semana entera. Como dijo Moya, su trabajo se basó en ofrecer “juegos teatrales, que son la base de nuestro entrenamiento y nos ayudan con el trabajo en equipo y la improvisación”.
En cambio, Rubén Alviri y Mauricio Pacheco tuvieron más tiempo de trabajo para formar a sus grupos. La preparación de Alviri duró más de dos meses, trabajando dos veces por semana en aspectos como la voz, el cuerpo y la creación de personajes, en los que también se cuenta el trabajo sobre el texto. Pacheco, tuvo cerca de tres meses de trabajo en los que, además de leer y analizar el texto de la obra, ofreció a su grupo una técnica de interpretación basada en la actividad e inactividad corporal para que sus actores “aprenda a jugar con los tiempos y puedan crear una cosa y deshacer eso, o replantearlo a través del tiempo”.
Trabajo sobre el texto
“Nosotros hemos hecho la puesta en escena con una investigación de la Escuela Superior de Formación de Maestros de Canasmoro. En cierta fecha del año, lo que hacen es viajar a una comunidad guaraní para recolectar vivencias”, comentó Arancibia. Ese punto de partida le permitió a él y a Moya “tirar hilos conductores” a partir de los cuales su grupo armó una historia. Mientras hacían trabajo actoral y de interpretación, también memorizaban el texto resultante.
Alviri, que dirigió el montaje de “Hotel Sin Co-Estrellas”, quiso empezar con algo ligero, “porque, por lo general, la mayoría de grupos universitarios siempre empieza con un drama fuerte”. En su caso, el texto ya estaba escrito, y trabajarlo para él significó el reto de montar una comedia.
En cambio, Pacheco se basó en un caso trágico sobre el cual él mismo había hecho un reportaje años atrás para escribir el texto de “Planta Baja”. Su premisa fue “confrontar la realidad para que tenga una transformación artística”, y una vez lograda su propuesta, el texto fue la base para que él y su grupo investigaran detalles útiles a su montaje escénico.
Puesta en escena, o la búsqueda de imágenes teatrales
En Sudamérica, por lo general el trabajo del director incluye también las tareas de poner en escena y ser regidor. En otros países donde hay lógicas de producción teatral con financiamiento, con grandes teatros y un marco legal que sostiene los oficios, esos roles están bien diferenciados, y cada persona se vuelve autora de su trabajo.
Como sea, en esta fase del trabajo teatral es común que los creadores se dediquen a “buscar imágenes”, recurriendo a otras artes como la pintura y el cine, o a la propia hipótesis del universo escénico que se quiere explorar. Hay imágenes para todo: inicio, desarrollo, conflictos, momentos importantes y final. Las imágenes tienen que ser poderosas, y aunque solas pueden no significar mucho, lo que sucede entre ellas es lo que da sentido a la obra de teatro.
La segunda semana de trabajo para Moya y Arancibia fue dedicada a poner en escena todas las situaciones de la historia que querían contar, a encontrar sus imágenes, y a descartar todas las cosas que, “por más que se veían bonitas”, no ayudaban a la puesta en escena.
Dada la naturaleza de “Planta Baja”, Pacheco y su grupo se dedicaron a encontrar imágenes en archivos documentales, fotografías y videos del caso real. Siguiendo la pista de algunas coincidencias del hecho con el imaginario religioso, Pacheco se propuso utilizar la famosa imagen de “La Última Cena” como una base generadora de su relato.
Luz, escenografía y otros oficios
Estos recursos permiten a los creadores del teatro realizar exploraciones escénicas, encontrando y fijando situaciones que se traducen en una puesta en escena. El trabajo es importante, más allá de la duración que pueda tener, porque permite que después se hagan otras decisiones sobre la iluminación, la escenografía, el vestuario, la música y otros oficios.
En el caso de “Mal Presagio”, sus creadores prestaron mucha atención a los rasgos de la cultura guaraní, mostrando con la mayor fidelidad posible sus ritos, sus formas de expresarse, de hablar, sus danzas, y otros aspectos culturales. Ya que la interpretación se hacía complemente en guaraní, Moya y Arancibia tenían el reto de sostener el rescate oral y cultural permitiendo que el público sea capaz de comprender la historia a pesar de no hablar el idioma. Y todo en medio de un proceso de trabajo intenso, acelerado y estricto.
Ensayos y presentaciones
“Hemos armado en cinco días, faltando muy poco tiempo, y dos días de ensayos generales, y ya con eso hemos podido tener la obra final, que es la que se ha presentado y ha ganado el concurso regional”, dijo Arancibia sobre “Mal Presagio”. Esta obra también ganó el concurso nacional de Unidades de Formación de Maestros, en el cual los grupos se basan en investigaciones sobre las culturas originarias para producir una obra teatral.
En Bolivia, el circuito universitario de producción teatral es uno de los espacios donde el arte escénico tiene mayor desarrollo. Los concursos y festivales permiten que estudiantes y público por igual se formen y den vida al noble arte. “Son los festivales los que dan la plataforma para que podamos trabajar, y para que los estudiantes vean cómo es el proceso de trabajo, y la importancia de realizarlo en una verdadera sala de teatro”, dijo Alviri.
Si bien para los estudiantes universitarios la prioridad es la carrera, el teatro les ofrece una gran oportunidad para desarrollarse como personas e integrar una variedad de aspectos humanos y culturales que han sido sacudidos después de la pandemia de Covid-19. De acuerdo con Alviri, “el teatro hace que sean cada vez más humanos, más abiertos y más perceptivos a lo que sucede alrededor. Ellos van ayudándose para que la obra funcione. Para poder venir acá, la mayoría hizo muchas cosas y aportamos a un fondo compartido. El teatro nos hace más humanos en el sentido de poder compartir las cosas y lograr un verdadero convivio”.