“Accidentes de la historia” y el ready-made musical
Los tarijeños, Damián Guerra y Nicolás Mendola, sonorizaron la proyección de la película colombiana.
Como parte de la cartelera del Cineclubcito Boliviano y Chinatown Cine Club, el jueves 12 de septiembre se presentó en Tarija la película colombiana “Accidentes de la Historia. Películas incompletas del cine mudo colombiano”, una obra de Jerónimo Atehortúa que rescata la filosofía del ready-made, o el arte encontrado, para ensamblar una sugerencia narrativa, precisa y redundantemente con los retazos de películas no terminadas de la época del cine mudo colombiano.
Una de las premisas de Atehortúa es que allá donde su obra sea presentada existan músicos que, desde sus especificidades y dones, aporten una banda sonora al montaje en tres actos, lo que multiplica la cantidad de lecturas y experiencias que los diversos públicos de la película puedan tener. En Tarija, dos jóvenes acudieron al llamado: Damián Guerra, guitarrista y compositor de música agresiva y contemplativa, miembro de Mazzone y Lengua Negra; y Nicolás Mendola, músico experimental y expectante, miembro de Flojera Masiva y Aphelio Band. En otras palabras, dos fichas imprescindibles de la escena musical alternativa de hoy.
Quizá porque Guerra y Mendola se saben plenos de talento, han confiado demasiado en el arte de la improvisación, logrando un bloque sonoro predominantemente pentatónico en el que algunos destellos mayores reencausaron la tónica rockera, ruidosa y progresiva del viaje. Fueron acertados en no comentar los sucesos del filme, y más bien dialogar desde los lenguajes de la guitarra y el sintetizador, ciñéndose a la forma de lo antiguo, trotando en un mundo propio al lado de un metraje casi desconocido para ellos, con el que se encontraron y se unieron a momentos.
El gusto por el rock, por la atmósfera, por el despegue sin destino, unieron a Mendola y Guerra en una propuesta involuntaria de ready-made musical, que les dejó hacer de la incertidumbre una labor disfrutable a la que aplicaron pasajes, efectos, y fragmentos de lo ya conocido, de lo ya encontrado, para dar vida a una historia accidentada.
Los músicos tarijeños aterrizaron para encontrarse con un público habitual, agradecido por una experiencia fresca y nueva. Quedan ganas de repetir, de experimentar con películas viejas y nuevas, quitarles el sonido y trabajarlo desde el territorio. Eso sí, con encuentros previos y ensayos que permitan a cualquier músico involucrarse a fondo con el misterio de la forma para, quizá, convertirlo en arte.