San Roque del futuro
Algunos apuntes para pensar la forma que puede tener la Fiesta Grande en los años venideros.
Al escribir esto, no hay un dato oficial, pero se cree que este año la Fiesta Grande de Tarija llegó a tener la participación de más de 10 mil chunchos.
Si tomamos en cuenta que hubo 6 procesiones y que al menos en cada una se repartió 3 veces un Karpil a cada chuncho, podremos especular sobre el consumo de más de 180 mil sachets de esa bebida emblemática. ¿Cuántos serán los litros de aloja?
Faltan datos para comprender mejor la dinámica económica, social y cultural de la Fiesta Grande. Por ejemplo, ¿cuántos de esos 10 mil chunchos son menores de 14 años? Los mayores apelan a la juventud y piden que no se olviden de las formas de la tradición. Es cierto que, año con año, “se siente” una mayor presencia de chunchos menores de edad. Pero, ¿eso garantiza que en 40 años la fiesta siga siendo igual?
La Festividad de San Roque es también la expresión de una idiosincrasia contradictoria, resistente, que propone la vieja usanza como vía para seguir existiendo en un mundo acelerado. Pero la tradición no siempre fue así. Parafraseando al antropólogo, Daniel Vacaflores, lo de San Roque es relativamente reciente, y tiene la forma que conocemos hoy gracias a los préstamos que el santo se hizo de las celebraciones de otras vírgenes y santos, quienes acudieron a su casa cuando sus respectivos templos tenían que ser reparados. ¿Desde cuándo existen las danzas del caluyo, la pantomima, la estrella?
Si el Santo Peregrino adoptó formas para su propia fiesta, la juventud también le hará sus préstamos, sobre todo mientras Bolivia se quema y la Fiesta Grande suscita otras reacciones, además de fe y devoción.
Y es que los cohetes ya no son bien vistos por su polémico efecto en el medioambiente, en poblaciones neurodiversas y en animales; pero no faltaron alegrías en el atrio de San Roque al ver a un can conmocionarse con la pirotecnia artesanal. En estos tiempos, para muchos sería más deseable tener 10 mil bomberos en acción ante la insistente marcha de la depredación y la ilegalidad, velando por lo sagrado tangible.
¿Cómo se mantendrá viva la cultura y la tradición de una sociedad expuesta a la revolución tecnológica y sus algoritmos desestabilizantes? Que los fuegos artificiales se vuelvan hologramas en el cielo, o que haya una app de registro de chunchos, tamboreros, cañeros y quenilleros no parecerá extravagante en unos años.
La aplicación permitirá preservar y aprender las danzas y melodías de la tradición. Mientras sea soberana, la juventud promesante verá estas y otras soluciones con la misma mirada de profunda devoción que tienen nuestros mayores de hoy.