“Reflejos de Inspiración”, lo nuevo del Colectivo Bohemia Andaluz
10 artistas y 32 obras. La exposición estará disponible en la Galería de la Casa de la Cultura hasta el 17 de agosto de 2024.
La “bohemia”, vida de vagabundeo y relaciones fugaces, poco tiene que ver con el nombre de este grupo de jóvenes artistas que toma el concepto para situarse en un punto de vista diferente desde el cual mirar la realidad. Al menos es lo deseable y lo que se entiende, pues quedan lejos los tiempos y espacios en que el ser humano podía crear una obra maestra en un bar y pagar con ella la cuenta. Otro tema es el complemento “andaluz”, que hace referencia a la parte más anhelada de la identidad tarijeña, la que busca afuera las cosas que muchas veces ya están adentro.
Como sea, el año pasado el colectivo Bohemia Andaluz inició su vida y se presentó en sociedad con la exposición “Origen”. Desde entonces y hasta “Reflejos de Inspiración”, es claro el desarrollo y pulimiento técnico de sus integrantes, algo grato de admirar. Aunque persista la sensación de ser una exposición que reúne la obra de un grupo de artistas que aún se están formando, que han aportado sus mejores tareas, ya hay trazos de autoría en las obras de Mariela Morales, Diego Solíz, Jhoselin Rearte, Juan Álvarez o Camila Ruiz.
El título de la exposición concuerda con lo que se muestra, pues los artistas usan sus referentes para componer obras muy logradas. Por supuesto que desearíamos ver menos réplicas en las galerías de la ciudad, pero eso no quita el gusto que da el imaginario de campo de Carlos Balboa, la maestría de pirograbado que ofrecen Mónica Ayarde, Areli Rosellón y Ericka Vargas, el amor por los íconos de Fernanda Andrade, la fina técnica de Josabet Solíz y de los artistas potosinos invitados, Nelson Choquevillque y Elmer Uyuquipa, o el giro surreal de “Cicatrices de vuelo”, obra de Ariane Rojas que reproducimos en la portada de esta nota.
En “Reflejos de Inspiración”, hay talento y se nota. El tema es que la orfandad del arte tarijeño y sus representantes sigue tomando el primer plano. Ser artista en Tarija es, básicamente, una necedad que poco apela a la conciencia de las “autoridades” de cultura y turismo, de los regentes de los espacios culturales y salas de exposición, quienes poco hacen por desarrollar estos sitios. El talento se va de Tarija, como pasó con Diego Solíz, que a falta de grandes escuelas ahora estudia en Potosí; o se queda aquí, preso del confort que da la sombra de las élites.
Lo nuevo del colectivo Bohemia Andaluz pierde reflejos en un espacio que no cuenta con una buena iluminación y que no ha despertado la vocación necesaria para ser una sala de exposiciones; es decir, un espacio sin afecto. La autogestión prima en Tarija, como siempre, y es lamentable que así sea mientras todo el mundo se empeña en rescatar obras gruesas que poco harán por unir las orillas de la sequía, menos por la maduración del turismo al que tanto queremos inclinarnos para prosperar.
Es cuesta arriba, y las cuatro ruedas no giran más. Apuesten sin miedo por la quinta rueda, pero de verdad.