La sangre de Cristo en cáliz de ajipa
La apropiación del símbolo de la sangre de Cristo es ya una larga tradición de la Tarija profunda y sencilla que se ofrece en todos los mercados de la ciudad.
Desde hace siglos, las liturgias religiosas se instalaron en las costumbres del campo, donde la gente supo adaptarse a los requerimientos con productos locales. Después de una pandemia, y en medio de un contexto económico apabullante, la chicha de uva sigue siendo la mejor manera de conmemorar la creencia católica de la presencia real de Cristo.
Elaborar la versión soberana y local de su sangre, que no de su cuerpo, es un proceso que dura desde un mes hasta “4 o 5 días”, según la chichera. La deliciosa chicha de uva tiene tantos gustos como personas la preparan, cada una con su factura personal. Hay recetas con clavo de olor y canela, algunas necesitan añadir unos grados de picardía, otras no dirán su secreto. Pero en todas ellas, dicen las chicheras, “un ingrediente principal es el amor”.
Algunas serán muy efervescentes, lo que añadirá un gusto particular al paladar. Hay quienes optan por raspar un poco dentro de la ajipa, de manera que la chicha tome la frescura del tubérculo. Algunas chicheras adornan los cálices con violetas, otras con ilusiones, pero siempre habrá un perfume de albahaca que acompañe el invite.