Ernestina, la polilla que viajó del textil al texto
Una experiencia personal inspiró al autor y artista plástico Sadid Arancibia Sánchez a escribir un cuento “pa’ que las wawas te lo cuenten”.
Hace más o menos un año, Sadid inauguró un espacio llamado “Destripando líneas”, un taller de dramaturgia que pronto se abrió a otras manifestaciones literarias, donde presentó a sus colegas la primera versión de un cuento basado en una experiencia personal. Así nació “Ernestina La Polilla”, relato corto en el que, antes de partir de esta vida, la abuela Ernestina reúne a su familia para dejarles los ponchos, pullos, p’intunas y otros tantos tejidos que ha hecho con sus propias manos.
Sadid Arancibia, artista plástico, escritor, dramaturgo, actor y uno de los gestores de Ñandereko Territorio Cultural, ubicado en el Barrio 19 de marzo, ya había presentado su cuento en otros espacios de la ciudad. Pero era importante hacerlo en el centro, donde aún se quiere creer que suceden todas las cosas importantes, y más aún como parte de la Feria del Libro de este año.
Así, el 11 de mayo en el Auditorio del Cabildo, Arturo, un niño que viene aportando al ámbito artístico y cultural de Tarija a través de Ñandereko, dijo que “es un gran cuento que cualquiera de cualquier edad puede disfrutar, y cuenta una gran historia de una persona que trasciende a la otra vida, y cómo lo que ella dio no lo supieron valorar y su nieta si supo”. Daniel Vacaflores, antropólogo, encontró que “Ernestina” tiene “carne de obra maestra”. “Es un lindo cuento, una historia bien pensada, pero tiene la característica de ser profundamente chapaco. Si quieres conocer Tarija, es un buen método”, pues en el Sadid aporta imágenes, nombres y formas de hablar de nuestros ancestros con fidelidad de retratista dedicado.
“Es un lindo cuento, una historia bien pensada, pero tiene la característica de ser profundamente chapaco. Si quieres conocer Tarija, es un buen método”
Sadid es como Ernestina, un artista que hace todo con sus propias manos. No dudó en crear su propia Editorial Tospiu para publicar “Ernestina”, preparando una edición que cabe en las manos de cualquier wawa y le permite sumergirse en un espacio de libertad cuyos límites están más allá de las páginas del cuento. Rayarlo, dibujarlo, imaginarlo como se quiera, es posible. Sadid apenas sugiere con sus propias ilustraciones una versión del Valle de Cerro Hundido donde vive Ernestina, un lugar “donde se confunden los sueños y las estrellas se pueden tocar”.
“Ernestina” es un cuento que las niñas y niños pueden contar a los adultos para recordarles que “los cuentos no están de gana”, que todo tiene un porqué, y que las cosas las cuidamos cuando las usamos, no cuando las guardamos y acumulamos celosamente. “Ernestina La Polilla” es capaz de reconciliar la realidad del campo y de la ciudad, tejiendo con palabras tiernas las perspectivas de la adultez y la niñez en un relato que enseña sin enseñar que la memoria y la identidad son un tejido que se recrea cada día, del cual no podemos negar o guardar un solo hilo, o estaremos en vías de convertirnos en polvo.