“El violín y la telesita”, y los escenarios secuestrados
El 24 de abril, la Academia “Real de Danza” presentó una obra con una perspectiva diferente del folclore acostumbrado.
Sostenida por una música que fusiona el rock y las chacareras, la obra “El violín y la telesita”, dirigida por Raquel Méndez Torrez, ofreció al público asistente a este evento del XXXII Festival Abril en Tarija una propuesta de danza en la que lo clásico se une al folclore, e incluso al teatro, y que no termina de definir su intención de trascender las formas de la tradición.
Es así porque los lenguajes empleados, danza, teatro, música fusión, tienen su espacio, su momento, pero no se llevan bien en la manera que la obra ha sido preparada. Más bien pareciera que algo en el lenguaje de la danza no alcanzara, y se quisiera buscar en el teatro, o en la fusión musical. Pero también es cierto que no se siente que haya habido ningún profesional del teatro aportando su mirada para fortalecer la propuesta de la obra.
Las bailarinas y bailarines, eso sí, hacen lo suyo con gran porte. Y se entiende el trazo de la puesta en escena de la directora. Solamente hay que pedirle que piense más en el público, porque el hecho de ofrecer un evento de entrada gratuita no quiere decir que dejemos en suspenso a la asistencia por más de 30 minutos, esperando cambios de vestuario o un inicio tardío. ¿Qué pasaría si las cosas fueran mejores en el pago y pudiéramos cobrar bien las entradas, que un público educado y sabedor de las buenas obras que le esperan pagaría sin chistar? ¿Por qué no incluir solos de danza, como una forma de amarrar la narrativa de la puesta en escena, mientras el grupo se cambia?
Y otra petición, esta vez para quienes se encargan del Teatro de la Cultura de Tarija: liberen el teatro de una buena vez. Hay cantidad de grupos de artes escénicas, entre ellas el teatro y la danza, que necesitan dominar los escenarios. ¿Cómo lograrlo si el acceso está condicionado al pago de alquiler, y es restringido el resto del tiempo? ¿Cómo pagan los artistas esos alquileres si no pueden probarse primero en el espacio donde se expresa su disciplina, logrando ser mejores, atrayendo entonces a su propio público? ¿Cómo se hacen fuertes las piernas de la danza, las voces del teatro, la presencia de la escena tarijeña en Bolivia, si los escenarios están abandonados, secuestrados, y se usan libremente para cualquier otra cosa que no sea el arte? ¿Qué miran los turistas que vienen al pago una vez que se han cansado de tomar vino? Pensar las respuestas a estas preguntas será un verdadero ejercicio de política.