RESPIRA, compañía de teatro de títeres (I)
Ella es de Oruro y él de Tarija. Juntos conforman una compañía de títeres que apuesta por el rescate de la tradición chapaca con una mirada crítica de la contemporaneidad.



Ana Choque nació en Oruro, se crió en Santa Cruz, y hace 7 años vive en Tarija. Es Licenciada en Artes Dramáticas y Comunicadora Social. Armando Arancibia, artista plástico, muralista, constructor y manipulador de objetos, nació en el barrio 19 de marzo, el primer barrio surgido de asentamientos familiares en Tarija.
Trabajaron juntos en el grupo de teatro “Epopeya”, a partir del cual tuvieron la experiencia de desarrollar montajes con títeres y teatro de sombras. Hace 2 años, crearon la compañía de teatro de títeres “RESPIRA” para especializarse en esos lenguajes escénicos tomando mitos y leyendas para “explorar y visibilizar este arte que es parte del teatro, pero se practica poco en Tarija y otras partes de Bolivia”.
“Una vez una señora se acercó y dijo ‘qué bien que han venido. Hace años que no veía títeres. Vuelvan cuando quieran, yo les voy a ayudar a hacer su teatrino’”
Cada uno contribuye con sus conocimientos al dúo dinámico. Armando se ha dedicado a crear los objetos y títeres de sus montajes. Ana incorpora su conocimiento de la puesta en escena, la interpretación dramática y la dramaturgia para dar sentido, forma y fondo a las creaciones. “Es un territorio en común para explorar nuestras posibilidades creativas. El teatro de títeres involucra todos los aspectos de una obra de teatro, pero también importa mucho la construcción de los títeres”.
En el recorrido, han tenido el apoyo de muchos grupos hermanos de toda Bolivia que “están predispuestos a aportar y compartir su experiencia, y nos han ido colaborando, abriendo espacios de manera fluida”, explica Ana Choque. Hace poco realizaron una presentación de su obra “Mitos y Leyendas de Tarija” en el Festival Nacional de Teatro “Alalao” de la ciudad de Oruro.
En Tarija, los artistas han observado la enorme necesidad de abrir espacios no solo en el centro sino también en los barrios de la periferia. “Nos hemos acercado y anunciado nuestras obras. La gente conoce poco el teatro y no ha visto títeres. Pero hay personas mayores que reconocen. Una vez una señora se acercó y dijo ‘qué bien que han venido. Hace años que no veía títeres. Vuelvan cuando quieran, yo les voy a ayudar a hacer su teatrino’”.
Ana destaca que ese tipo de encuentro que genera el arte es necesario para los distintos sectores de la sociedad. “No importa la edad que tengan, es maravilloso. El titiritero habla y el público responde. Detrás del teatrino, no ves al público, pero lo escuchas e interactúas a través del títere. Es un encuentro maravilloso que genera una convivencia real con la comunidad. Esa es nuestra búsqueda, seguir encontrándonos con el público con muchas historias y crecer en el arte del títere”.