Camilo Zilvety y la vena teatral
El joven actor y director de teatro planea saltar hacia el mundo audiovisual en la ciudad de Santa Cruz.



Camilo Zilvety Derpic nació en Potosí en 1992. Siempre viene a Tarija a visitar a su madre, quien por salud bajó de esas alturas para afincarse en tierras amables. Pero nunca ha dejado de lado su camino. “La casualidad”, como dice Camilo, lo acercó al teatro en sus últimos años de colegio en la ciudad minera. “No había mucho que hacer en ese entonces. Un día llegó un tipo de Sucre diciendo ‘voy a dar una función de teatro, vayan a verla, hay un precio especial para colegiales’. Me fui solo porque nadie quería ir, y me voló la cabeza”.
“No hay nada, y a mí me indigna porque en el sur hay un montón de talento. Tarija, Potosí, Sucre, tienen una vena artística muy fuerte”
Zilvety se refiere a un monólogo “brutal” interpretado por el actor Enrique “Kike” Gorena que transformó la vida de quien fuera “el prototipo de adolescente tímido, retraído, sin amigos, que se ponía nervioso al leer en el curso”. Gorena también dio un taller, gracias al cual Camilo desarrolló habilidades sociales y descubrió un camino de vida. Pronto se va a Santa Cruz a iniciar una carrera como actor audiovisual, mientras continúa dirigiendo y escribiendo teatro.
Nadie es profeta en su tierra, y las cosas deben suceder de algún modo. Lamentablemente, para Camilo la ciudad de Potosí quedó pospuesta y nunca dejó de ser un centro minero. “El atractivo turístico colonial está durmiendo. Hay casonas que, si se quisiera que Potosí sea un lugar turístico, podrían activarse con cultura, que puedas ir a un museo, escuchar música, tomarte unas chelas. No hay nada, y a mí me indigna porque en el sur hay un montón de talento. Tarija, Potosí, Sucre, tienen una vena artística muy fuerte”.
Ir a la vena de las cosas es su anhelo. Lo trae desde que formó, junto a sus colegas potosinos, la compañía teatral Sirka Teatro. “La sirka es la vena del locoto, lo más picante que hay. Entonces algo con sabor, que te haga sudar. Nuestro objetivo es conmover, tocar tu centro emocional. Te va a picar, te va a dar asco, no sé, pero vas a sentir cosas”. Esas ganas por ir al centro de lo humano también lo acercaron a la Psicología, carrera que estudió en La Paz, hace 12 años. “Entré para entender las anomalías del comportamiento humano y pillé una vocación de escucha, de entender y tener la palabra precisa para quien lo necesite”.
Con todo ese bagaje, Camilo analiza la coyuntura de la juventud pospandémica. “Hubo un momento salvaje, juventud encerrada, con todas sus hormonas, escapando para vivir lo que sea. Muy jodido, porque el promedio para empezar a beber en Bolivia es 12 años. La gente chupaba en su casa, chupas virtuales, lo más deprimente de la vida. Pensaba que iba a ser así al salir de nuevo al mundo real. Pero todo el mundo está viendo cómo salir de la crisis. No hay mucha plata”.