Patricia Ibáñez y la “mirada de mujer misteriosa”
La pintora y artesana tarijeña tiene obras que han viajado fuera del pago y conocen más mundo que ella.
“Si tuviera que describir mi estilo, le llamaría mirada de mujer misteriosa”, dice con picardía Patricia Ibáñez, autora de una infinidad de pinturas de rostros femeninos “con ojos inmensamente grandes” en gran cantidad de formatos: tejas, tablas, piedras, vidrio, madera, prendas de vestir y alguno que otro lienzo. “Yo pinto todo, incluso pinto corazones en las aceras. Me gusta usar colores vivos y hacer brillar ese espacio que parecía oscuro”.
“Mientras me quede un aliento de vida, seguiré tomando las lecciones que hacen que periódicamente me reinvente como persona”
Patricia Ibáñez Molina, “tarijeña hasta los huesos, enamorada de mi tierra, de la gente, del arte”, considera que está llamada a proponer, inspirar y cambiar las cosas no solo desde el arte, sino también con el ejemplo del servicio. “La verdadera felicidad está no en lo que recibes, sino en lo que puedes dar”, expresa la artista que desde hace más de cinco años se volcó al arte por completo.
“Me resulta confuso pensar qué hice antes del arte. Hoy todo lo que hago tiene que ver con aprender y transmitir conocimientos sobre las artes plásticas”. Además de enseñar pintura y dibujo a niñas y niños en Casa Creart, Patricia lleva adelante la asociación de artesanas “Arte Urbano Tarija”, conformada por 20 artesanas que cuentan con un espacio de venta, el “Mercadillo de Artesanía”, en la Domingo Paz y Campero.
“Ellas me ayudan a ser fuerte y vencer mis propios temores. Continuamente traspaso mis límites por representarlas, porque cuando la gente espera algo bueno de vos, no puedes menos que hacer todo por dar la talla”. Y así, a Patricia se le encuentra seguramente afuera o adentro de Casa Creart, entregada a su pasión y oficio, luchando en silencio y con mirada misteriosa contra los temores e inseguridades que todo el mundo tiene.
El tiempo la ha desafiado con todo tipo de pruebas, y la constancia ha hecho de Pati una activista incansable por el arte y por los derechos de los artesanos tarijeños. “Las autoridades departamentales nunca comprende las necesidades del sector, pero también hay que cambiar la mentalidad desde adentro para que todos los artesanos y artesanas comprendan que avanzan solos, pero juntos llegamos más lejos”.
Con las horas copadas, Patricia solo tiene tiempo para pensar soluciones. Se derrumba de cansancio en la noche, pero se levanta con la energía para dar lo mejor de sí a quien lo necesite. Y es que Pati Ibáñez tiene muy claro dónde está su felicidad: “Mientras me quede un aliento de vida, seguiré tomando las lecciones que hacen que periódicamente me reinvente como persona”.