Calidad de aire y ejercicio
José Arciénaga Preparador físico Si tenemos en cuenta que durante la práctica de ejercicio la ventilación pulmonar aumenta por tres y la concentración de partículas inhalables producidas por el ejercicio son el doble que al aire libre, se llega a la conclusión que en un centro...



José Arciénaga Preparador físico
Si tenemos en cuenta que durante la práctica de ejercicio la ventilación pulmonar aumenta por tres y la concentración de partículas inhalables producidas por el ejercicio son el doble que al aire libre, se llega a la conclusión que en un centro deportivo o gimnasio cerrado acabará recibiendo una dosis seis veces mayor que las que inhalaría en reposo y en un lugar abierto. Aún no se conoce con exactitud los motivos concretos por los que estas partículas pueden afectar a la esperanza de vida, se sabe que su presencia puede acarrear un importante problema para el sistema cardiovascular.
Los peligros para la salud de los gimnasios con ambientes muy ‘pesados’ dejan de ser una simple teoría para convertirse en una realidad gracias a un estudio científico desarrollado en Eslovenia. Entre otras cosas demuestran que se reducen de manera considerable los beneficios procedentes de la actividad física cuando la atmósfera de un espacio deportivo no cuenta con la adecuada circulación de aire. Los centros deportivos deberían estar dotados de sistemas de ventilación y filtrados de aire adecuados, aunque lo mejor sería, sin lugar a dudas, hacer ejercicios físicos al aire libre, sobre todo a las afueras de las ciudades.
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Una persona con una media de 143 pulsaciones acaba liberando a la atmósfera en torno a 1,5 microgramos por metro cúbico de ciertas partículas en suspensión que reciben el nombre de partículas inhalables. Son capaces de atravesar la garganta o la nariz y depositarse en los pulmones. La actividad física en espacios cerrado consigue disparar su concentración tanto por la recirculación de escamas de piel muerta, la abrasión del revestimiento del suelo con el calzado, y los restos de moho y ácaros. Esto hace necesario que dentro de un gimnasio el aire se monitorice por la humedad y la temperatura.
Si tenemos en cuenta que durante la práctica de ejercicio la ventilación pulmonar aumenta por tres y la concentración de partículas inhalables producidas por el ejercicio son el doble que al aire libre, se llega a la conclusión que en un centro deportivo o gimnasio cerrado acabará recibiendo una dosis seis veces mayor que las que inhalaría en reposo y en un lugar abierto. Aún no se conoce con exactitud los motivos concretos por los que estas partículas pueden afectar a la esperanza de vida, se sabe que su presencia puede acarrear un importante problema para el sistema cardiovascular.
Los peligros para la salud de los gimnasios con ambientes muy ‘pesados’ dejan de ser una simple teoría para convertirse en una realidad gracias a un estudio científico desarrollado en Eslovenia. Entre otras cosas demuestran que se reducen de manera considerable los beneficios procedentes de la actividad física cuando la atmósfera de un espacio deportivo no cuenta con la adecuada circulación de aire. Los centros deportivos deberían estar dotados de sistemas de ventilación y filtrados de aire adecuados, aunque lo mejor sería, sin lugar a dudas, hacer ejercicios físicos al aire libre, sobre todo a las afueras de las ciudades.
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Una persona con una media de 143 pulsaciones acaba liberando a la atmósfera en torno a 1,5 microgramos por metro cúbico de ciertas partículas en suspensión que reciben el nombre de partículas inhalables. Son capaces de atravesar la garganta o la nariz y depositarse en los pulmones. La actividad física en espacios cerrado consigue disparar su concentración tanto por la recirculación de escamas de piel muerta, la abrasión del revestimiento del suelo con el calzado, y los restos de moho y ácaros. Esto hace necesario que dentro de un gimnasio el aire se monitorice por la humedad y la temperatura.