Ir al gym con la pareja
José Arciénaga Preparador físico Compartir aficiones con nuestra pareja es una de las bases de las relaciones afectivas: por norma general solemos salir con personas con nuestros mismos gustos o similares hobbies. Esto también lo podemos llevar al terreno del entrenamiento: compartir el...



José Arciénaga Preparador físico
Compartir aficiones con nuestra pareja es una de las bases de las relaciones afectivas: por norma general solemos salir con personas con nuestros mismos gustos o similares hobbies. Esto también lo podemos llevar al terreno del entrenamiento: compartir el gusto por el deporte en general con la pareja puede hacer que nuestras sesiones sean más productivas. ¿O no?
Ir al gimnasio o salir a correr unos kilómetros con tu pareja puede ser la oportunidad perfecta para compartir momentos especiales, o puede convertirse en una actividad de alto riesgo. El hecho de compartir aficiones puede crear lazos afectivos más fuertes: mismos gustos, mismos hobbies, intereses comunes. Además, según este estudio las personas que entrenan acompañados generan más endorfinas que aquellos que entrenan solos.
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La motivación suele ser mayor: si hoy no te apetece entrenar (aunque sabes que debes hacerlo) puede ser tu pareja la que tire un poquito de ti hasta la puerta del gym. Compartir logros, como por ejemplo terminar una carrera, también refuerza la relación. Tener un compañero de entrenamiento en sala te pueda ayudar en las últimas repeticiones y te aporte seguridad es otra de las ventajas
Compartir aficiones con nuestra pareja es una de las bases de las relaciones afectivas: por norma general solemos salir con personas con nuestros mismos gustos o similares hobbies. Esto también lo podemos llevar al terreno del entrenamiento: compartir el gusto por el deporte en general con la pareja puede hacer que nuestras sesiones sean más productivas. ¿O no?
Ir al gimnasio o salir a correr unos kilómetros con tu pareja puede ser la oportunidad perfecta para compartir momentos especiales, o puede convertirse en una actividad de alto riesgo. El hecho de compartir aficiones puede crear lazos afectivos más fuertes: mismos gustos, mismos hobbies, intereses comunes. Además, según este estudio las personas que entrenan acompañados generan más endorfinas que aquellos que entrenan solos.
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La motivación suele ser mayor: si hoy no te apetece entrenar (aunque sabes que debes hacerlo) puede ser tu pareja la que tire un poquito de ti hasta la puerta del gym. Compartir logros, como por ejemplo terminar una carrera, también refuerza la relación. Tener un compañero de entrenamiento en sala te pueda ayudar en las últimas repeticiones y te aporte seguridad es otra de las ventajas