Recientemente se registró un caso en Santa Cruz
Alertan riesgos en juegos en línea para adolescentes
Requiere una atención especial el escenario de los juegos en los que se puede interactuar con personas que usan identidad falsa. Esto puede derivar en hechos como la “sextorsión”



La pasada semana conmocionó a la población el caso de un adolescente de 12 años que cayó del segundo piso de su unidad educativa en Santa Cruz, y mientras era atendido por los paramédicos cantaba una canción “llamando a la muerte”, que es característica de un animé. Se reveló que el menor había estado sobreexpuesto a juegos en línea. En Tarija también existen casos en los que los menores exponen su seguridad mediante este tipo de juegos.
“Quiero morir, fallecer, pero no lo puedo hacer. Por favor mátame, pon fin al dolor”, es un fragmento de la canción que el adolescente cantaba cuando era trasladado a la ambulancia. Se trata de “I wanna die”, que al buscar en Youtube aparece el aviso de alerta porque se trata de contenido relacionado al suicidio.
Las primeras investigaciones permitieron detectar algunos rasgos del perfil del adolescente, quien era fanático de esta serie de animé y también pasaba varias horas al día jugando en línea Free Fire y otros juegos con tramas de violencia.
Desde la Unidad de Prevención, dependiente de la Secretaría Municipal de la Mujer, Familia y Poblaciones Vulnerables, confirmaron que se registró un número de casos reducidos, pero igual llamativos, en unidades educativas de Cercado. Se detectaron hechos de riesgo relacionados con el uso de los juegos en línea y redes sociales, como Free Fire, que pueden ser plataformas que sirvan hasta para la captación de víctimas de trata y tráfico.
El responsable de la Unidad de Prevención, Diego Molina, señaló que no se trata de satanizar este tipo de plataformas, sino de dimensionar los riesgos que conlleva. El hecho de que los participantes pueden ocultar su verdadera identidad e interactuar en tiempo real con otras personas, permite que puedan esconderse posibles agresores, entre ellos, tratantes de menores.
“En juegos como Free Fire una persona no sabe con quién está interactuando, que puede no ser de la misma edad ni estar en el mismo lugar (…) Hay un riesgo de captación, posterior traslado y explotación mediante personas que generan una falsa amistad para generar un vínculo afectivo. Ellos se dan cuenta quiénes son más proclives a un factor de riesgo, los que dicen que solo viven con su mamá, que no se sienten comprendidos, que tiene vacíos afectivos, los ven como más fáciles de ser captados”, explicó.
Molina, en su condición de psicólogo, también mencionó que puede ocurrir que luego de “hacer click” con otro jugador, se puede dar inicio a una supuesta relación de amistad y generar un acercamiento, generar contacto por otras redes sociales, como Whatsapp, lo que luego puede desembocar en otras situaciones de riesgo. Uno de ellos es la trata y tráfico de personas, así como el grooming o “sextorsión”, que es cuando se incita a la víctima a que envíe una fotografía íntima y luego extorsionarla para que siga enviando material o agredirla sexualmente, bajo la amenaza de que si no lo hace publicará sus imágenes.
Estado emocional
El psicólogo refirió como una de las principales características de los adolescentes su impulsividad y el ser muy emocionales, lo que puede hacerlos proclives a estados de depresión y a tener pensamientos o actos suicidas, en caso de que este tipo de situaciones no reciban la atención suficiente por parte de sus familiares y entorno cercano.
Prevención
Una de las actividades en las que se enfoca la Unidad de Prevención es lo que denominan la creación de “espectadores pasivos”. Definen los espectadores activos como quienes participan o alientan casos de agresión, a los pasivos como quienes solamente observan sin hacer nada al respecto. Pero los espectadores proactivos son aquellos que asumen una corresponsabilidad y denuncian.
Aclaran que es un escenario en el que tienen que ser parte los directores de las unidades educativas, los maestros, los estudiantes y también los padres de familia, a fin de detectar y detener cualquier hecho de agresión o situación anómala con algún estudiante.