“Para que otros puedan vivir”
El Ángel del Grupo SAR - FAB y el gran legado que dejó
El coronel Ángel Estévez fue el fundador de esta unidad de rescate hace más de 32 años en el país. Desde entonces son innumerables las misiones que sus voluntarios llevaron adelante.



El Grupo de Voluntarios de Búsqueda y Rescate SAR (Search and Rescue, por su sigla en inglés) existe en Bolivia desde el 15 de febrero de 1988, y a más de 32 años de su fundación, falleció el principal precursor para la creación de esta unidad, el coronel D.A.E.N. Ángel Benedicto Estévez Rojas. Él se fue pero dejó un legado de varias generaciones entregadas al voluntariado regido por el lema “Para que otros puedan vivir”.
Ángel Estévez nació en La Paz en 1939, vivió sus primeros años en Corocoro durante la época de las minas, a sus 6 años se fue junto a sus padres al sur de Argentina y luego se establecieron en Tigre, Buenos Aires. Allí creció junto a sus padres que tenían una panadería. En su juventud ya hizo el curso para ser piloto, para luego retornar a Bolivia donde ingresó al Colegio Militar de Aviación.
Como parte de su formación, también participó de capacitaciones en el extranjero y vio cómo en otros países existían los grupos de búsqueda y rescate. Se trataba de unidades que surgieron luego de la Segunda Guerra Mundial con el fin de rescatar aviones y oficiales que sufrían accidentes en los vuelos.
Cuando cumplía sus funciones en Cochabamba, en 1988 creó el grupo SAR, que con el paso de los años se dedicó no solamente a la búsqueda de aeronaves extraviadas, sino a todo tipo de desastres que pusieran en riesgo la vida de las personas, como riadas, derrumbes o incendios.
Desde entonces la misión se expandió al resto del país. Fue él mismo quien fundó el Grupo SAR en Santa Cruz en 1993 ya como coronel, y luego la Fuerza Aérea Boliviana se encargó de replicar la iniciativa en el resto del país, hasta llegar a Tarija donde aún hoy se habla sobre su historia.
El legado
A pocos días de su deceso, las personas que lo conocieron expresaron su pesar, pero también destacaron lo importante de su legado. Una de esas personas es Ever Sejas, quien es ex coordinador del SAR y compartió innumerables operaciones de rescate con el coronel Estévez.
“Era una persona muy activa, siempre en primera línea en las misiones de rescate, no se escondía detrás de un escritorio”, señaló.
Sejas comentó que el coronel comandó el Grupo SAR en Santa Cruz durante varios años y en ese tiempo gestionó capacitación mediante diferentes convenios, como con USAID, así se consolidó como la primera unidad especializada en rescate. Pero lo que más recuerda era su liderazgo para dar confianza a los voluntarios, antes de acudir en algún operativo.
“Yo entré el 95 y solamente era el SAR que atendía riadas, personas perdidas, ahogadas, fue la cuna del entrenamiento en rescate (…) yo tenía 16 años cuando entré y cuando lo veían a uno alistarse para misiones, en la familia tenían miedo. Ahí siempre estaba el coronel dando la cara”, comentó.
Entre los rescates que aún perduran en su memoria, Ever comentó cómo una vez en Pailón, un pueblito a lado del Río Grande quedó sumergido casi en un ochenta por ciento por la riada. Para ese entonces el coronel Estévez fue convocado para conformar el Comité de Operaciones de Emergencia (COE), una figura que nació en Santa Cruz y ahora sigue vigente.
Ese tipo de misiones de rescate también las llevó adelante el Grupo SAR en Tarija, sobre todo lo que refiere a los incendios forestales que se registran año a año. El número de voluntarios ahora bordea los ochenta, entre activos y pasivos, pero son muchos más los que han participado en algún momento y luego tuvieron que alejarse.
Uno de ellos es Roberto Sandoval, quien no conoció en persona al coronel Ángel Estévez pero sí siente respeto y afecto por su historia, lo califica como “un visionario”.
“A pesar de ser un grupo civil de ayuda voluntaria, se mantenía el universo militar, tanto en compromiso como en disciplina. Al ingresar a la institución su nombre volaba en el aire, literalmente porque fue un meritorio piloto”, dijo a tiempo de describir la capacidad de Estévez para consolidar un grupo de rescate en Bolivia, una región de variada topografía.
“Las experiencias fueron impresionantes, adentrarse en los verdes bosques de Coimata, subir sus empinadas colinas con todo el equipo necesario a cuestas fue menuda hazaña”, agregó.
Roberto también recordó cómo todos los voluntarios que no conocieron al coronel Estévez están familiarizados con él, se trataba de un tema de conversación recurrente en todos los campamentos en los momentos de descanso.
“Al calor de una pequeña y bien cuidada fogata recordábamos a los personajes que formaban parte de nuestra historia como grupo, el entonces comandante teniente coronel D.E.M.A. Sergio Lema Martínez nos relataba cosas, ahí salía el nombre del coronel Ángel Estévez, sus orígenes y sobre todo el propósito del grupo de llegar a donde se necesitaba el apoyo, darlo todo y volver con la frente en alto”.
Sergio Lema fue yerno del coronel Estévez, así el legado pasó de una generación a otra, incluso existe una tercera. La rescatista Ana Lema, quien es su nieta y también es parte del SAR del Sur en Tarija. Ella contó que el interés por este voluntariado llegó de una forma muy natural, desde muy pequeña veía a su abuelo salir en las noticias en operaciones de rescates, para ella el coronel “tenía más poderes que Superman”.
Más adelante, junto a sus hermanos, a su papá en simulacros o campamentos para ayudar a los peregrinos que van a Chaguaya. Luego se enlistó oficialmente con la idea de querer ser útil a la sociedad. Por el afecto a su abuelo, Ana contó que los últimos años se dedicó a asistirlo en sus problemas de salud y dejó un poco de lado sus actividades, pero sí se ocupó de tareas de instrucción.
Ahora, tras la partida del coronel su nieta lo recuerda con mucho orgullo.
“Siempre que escribo mi nombre o me presento y me preguntan qué soy del coronel, yo me inflo como un pavo. Siempre escucho anécdotas, hablan de él con mucho cariño y respeto, muchos lo consideran o lo querían como a un padre”, dijo muy emocionada.
Debido a la pandemia se ha visto afectado el reclutamiento para esta gestión y ha mellado la cantidad de voluntarios, pero aún hay jóvenes y adultos comprometidos con el SAR-FAB del Sur, “Para que otros puedan vivir”.