Bermejo celebra cien años de existencia
Bermejo, un siglo de soberanía ligado al petróleo
La historia de Bermejo es la historia del petróleo en Bolivia, pues allí brotó la primera gota de petróleo del país y también se encontró la gran formación gasífera de Huamapampa. El ingenio azucarero también fue clave



La mística y la epopeya acompaña a Bermejo desde siempre y por eso mismo, la fecha de fundación se tuvo que determinar en la Asamblea Legislativa Plurinacional y tras alguna discusión por aquello de que aún corrieron batallones militares por la zona un poco antes, se determinó fijar el 24 de agosto de 1922, fecha en la que se acordó que se inició la actividad petrolera en el Bermejo X1.
Cuentan las crónicas de la época que el instrumental de perforación fue cargado por 10 pares de mulas desde San Ramón de la Nueva Orán y que tardaron unos 4 meses en llegar hasta las untas de San Antonio y cruzar el río. Básicamente tuvieron que abrir brecha a machete para permitir el paso.
Al frente de las operaciones estaban los ingenieros de la Standard Oil Company, una de las grandes transnacionales del petróleo de todos los tiempos y que se había hecho con la concesión en este lado del mundo. La operación acabó cambiando la historia del país y no tanto el de la región.
Una historia petrolera
En el sector de hidrocarburos la entrega de tierras y recursos naturales a empresas extranjeras comenzó a fines del siglo XIX. En 1867 el gobierno de Mariano Melgarejo Valencia realizó la primera concesión petrolera a empresarios alemanes precisamente en la provincia Arce del departamento de Tarija. A partir de entonces se desataría una fiebre especulativa que dio origen al monopolio de la compañía estadounidense Standard Oil.
Ante las concesiones iniciales realizadas por Melgarejo, el gobierno de Tomás Frías Ametller declaró en 1872 el petróleo como propiedad del Estado boliviano y emitió las primeras disposiciones legales sobre la explotación de ese recurso, además de establecer el sistema de estacas (concesiones) para controlar el pago de patentes.
En términos generales se afirma que la base legal de Frías fue la prepolítica del Estado boliviano sobre el petróleo en la medida en que posibilitó 54 concesiones a privados en los departamentos de La Paz, Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz, aunque no produjeron resultados en la producción de petróleo.
Para evitar la indiscriminada concesión de tierras entregadas al amparo de la vieja Ley de Minas, el gobierno de Ismael Montes Gamboa promulgó la Ley de Reserva Fiscal, del 12 de diciembre de 1916, y por primera vez se estableció una regalía del 10% sobre la producción bruta. En todo esto, Bermejo seguía siendo el oscuro objeto de deseo.
A principios de 1920 el presidente José Gutiérrez Guerra ordenó levantar la reserva fiscal y entregó a los especuladores enormes concesiones de tierras. La estadounidense Richmond Levering se hizo de un millón de hectáreas petroleras por 50 años.
Un año después, esa transnacional vendió sus derechos y acciones a la firma estadounidense Standard Oil Company. Pese a que la transacción fue clandestina, el gobierno de Bautista Saavedra Mallea admitió la trasferencia, para lo que se modificó la Ley Orgánica del Petróleo que fijaba un límite de 100.000 hectáreas para las concesiones de exploración petrolífera.
La empresa descubrió petróleo en Bermejo (1924), Sanandita (1926), Camiri (1927) y Camatindi (1931) sin generar riqueza para el país. La Standard Oíl fue acusada de defraudar al Estado boliviano y realizar contrabando de petróleo a la Argentina y Paraguay, y durante la Guerra del Chaco (1932-35) se negó a suministrar petróleo a las Fuerzas Armadas de Bolivia.
En 1935, el presidente José Luís Tejada Sorzano enjuició a la empresa por fraude y contrabando de petróleo. Antes el senador Abel Iturralde denunció que las concesiones otorgadas a Richmond Levering eran nulas, porque carecían de sustento legal, además de violar la ley que establecía un máximo 100.000 hectáreas para las concesiones petroleras.
El 21 de diciembre de 1936, el gobierno de David Toro Ruilova, asesorado por el teniente coronel Germán Busch y el ingeniero Dionisio Foianini, entre otros, creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Y el 13 de marzo de 1937, el gobierno de Toro firmó la primera nacionalización del petróleo y la confiscación de bienes a la Standard Oil.
Patria y traición
La historia de Bermejo siguió condicionada precisamente a ese petróleo. Sus infraestructuras tenían sentido en tanto se prestaba servicio a las empresas petroleras que poco a poco fueron fijando población hasta convertir Bermejo en un clásico enclave aduanero tras el establecimiento del Área Naval Nº3 y sus consiguientes cuarteles.
La intensa relación de Bermejo con el petróleo hizo que la población también estuviera sometida a los vaivenes del sector, siempre especulativos y nunca tan eficientes como se argumenta.
En la década de los años 40, Bolivia cae en una inestabilidad política que afecta a lo económico, pero YPFB sale adelante por el impulso del presidente Gualberto Villarroel López, quien apoya la construcción de refinerías, oleoductos y otras infraestructuras para la comercialización de los productos de la empresa.
En los años 50, Bolivia logra abastecer la demanda interna fruto del trabajo desarrollado en la década anterior y al descubrimiento de nuevos yacimientos de hidrocarburos, y comienza a transformarse en un país exportador de petróleo, pero también queda en evidencia que desde la expulsión de la Standard Oil en 1937, el capital norteamericano buscó acaparar nuevamente el petróleo en Bolivia, objetivo que consiguió en el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). En 1956, la aprobación del Código de Petróleo o Davenport, marcó un retroceso al no establecer reglas de juego claras para la concesión, exploración y explotación de los recursos hidrocarburíferos del país.
Esa norma fue la que posibilitó el ingreso al país de la empresa estadounidense Gulf Oil en condiciones ampliamente beneficiosas, ya que se adueñó de los campos más productivos de petróleo y de gas natural en Bolivia, pagando la regalía más baja del mundo.
La desnacionalización alcanzó su clímax al adjudicarse la construcción del gasoducto a Argentina a la norteamericana Williams Brothers, junto a la Gulf.
En ese contexto sobrevino la segunda nacionalización que se realizó el 17 de octubre de 1969, cuando el gobierno de Alfredo Ovando Candia nacionalizó los bienes de la Gulf, permitiendo la recuperación de las reservas de gas que manejaba ilegalmente la transnacional. Entre los promotores de esa medida estuvo el ministro de Minas y Petróleo, Marcelo Quiroga Santa Cruz, y el responsable del control y toma de los campos petrolíferos fue el general Juan José Torres.
En los 70 se promulga la Ley General de Hidrocarburos y se da inicio a la exportación de gas a la Argentina, pero no fueron precisamente los mejores años para Bermejo, que había entrado en declive por el agotamiento de sus campos petroleros. Sin embargo, una especie de última apuesta logró encontrar el Bermejo X44, en el 1978, que alcanzó la Formación Huamampampa del Devónico medio a la profundidad de 4.350 metros, lo que representó el descubrimiento del primer campo de condensado de gas y que sería la guía para las posteriores inversiones en San Alberto, San Antonio y Margarita. Una vez más, Bermejo fue también pionero en la explotación de gas.
Un futuro “sospechoso”
En los 90 la capitalización de Gonzalo Sánchez de Lozada volvió a privatizar la industria del petróleo facilitando las operaciones de las transnacionales e incluso permitiendo que se inscribieran recursos encontrados por Yacimientos, como los campos de Villa Montes. La nacionalización de 2006 recupera el patrimonio nacional, si bien en la negociación posterior que mantiene vigentes los contratos, las petroleras logran mecanismos de compensación muy por encima de su inversión.
En el mediano plazo, la tercera nacionalización no ha ido acompañada de una institucionalización de YPFB, por lo que la exploración se ha resentido y ha llegado a finales de la década pasada con los campos en declinación.
Una de las estrategias seguidas por el Gobierno en este caso ha pasado por permitir el acceso a áreas protegidas para completar estudios de exploración pendientes y facilitar la explotación. Dos de esos campos, junto al de Churumas, son el de Astillero y San Telmo, en las postrimerías de la Reserva de Tariquía, que si bien se asientan en territorio de Padcaya, tienen a Bermejo como núcleo poblacional de referencia. De hecho en Bermejo se espera que los proyectos salgan pronto adelante y le den una nueva oportunidad a la ciudad que fiel a su historia, se mueve a ese ritmo.
IABSA, el otro pulmón económico de Bermejo
La dependencia petrolera del enclave bermejeño no dejó de preocupar en el gobierno nacional, pues su inestabilidad impedía fijar un puesto de control aduanero con garantías, ya que las fronteras como se conocen no se generalizaron hasta bien entrado el siglo XX.
Una de las ideas que se propuso para lograr fijar población al margen del petróleo la trajo precisamente el presidente Víctor Paz Estensoro ya en los 50 con la instalación de un ingenio azucarero similar a los que ya se estaban instalando en el norte argentino y que se acomodaba a la perfección a las condiciones climáticas. El 18 de noviembre de 1960 se aprueba la ley Nº 33 que dispone la instalación de la fábrica. Pasaron cerca de seis años hasta que el proyecto empezó a tomar forma, el 5 de mayo de 1966 inician las obras civiles y el montaje de la factoría. Finalmente, el 19 de julio de 1968 se inicia la primera zafra azucarera.
“La fábrica que se instaló en aquellos años no estaba destinada a Bermejo, era una estructura tremendamente reforzada, me parece que estaba destinada a otro país donde habían frecuentes terremotos, pero luego el Gobierno boliviano hizo las tratativas y finalmente lo instalaron en Bermejo, la fábrica llegó semiarmada” recuerda Ismael Quiroga, que hace quince años se jubiló del ingenio azucarero Stephen Leigh hoy conocido como IABSA (Industrias Agrícolas de Bermejo S.A.) después de dedicarle 39 años ininterrumpidos.
La pesada losa del peso argentino La actividad aduanera y comercial siempre fue importante en la capital del triángulo sud, pero desde inicio de siglo los márgenes comerciales han ido reduciendo hasta el punto de volverse contrarios. Actualmente son más los productos que se internan a Bolivia que los que salen.
El ingenio creó cientos de fuentes de empleo y centenares de trabajadores llegaron principalmente de las provincias tarijeñas para ello.
“Nos fuimos a Bermejo porque nos afectó la peste de las vacas, la rabia, no dejó casi nada, entonces mi papá vendió lo que quedaba del ganado y nos fuimos. Mi hermano mayor Saúl ya trabajaba en los pozos petroleros –comenta Quiroga- desde la década de los 50. Allá fue empezar de nuevo, mi padre arrendó terrenos y se dedicó al cultivo de la caña de azúcar”
Ismael cuenta que inicialmente se creó el ingenio Stephen Leigh, y luego decidieron ampliar la capacidad de producción de la fábrica y decidieron la compra de un trapiche, pero luego acabaron comprando un segundo ingenio, el Moto Méndez, que es el que trabaja en la actualidad a duras penas.
Al ingenio también le afectó la capitalización y fracasaron las diferentes gestiones en las que los trabajadores asumieron el ingenio mediante diferentes mecanismos de financiación utilizando sus aportes. Básicamente las arcas del ingenio se han vaciado y no hay recursos para mantener o renovar la maquinaria de una industria que ha crecido mucho. Se estima que un ingenio nuevo de las dimensiones de IABSA cuesta cerca de 30 millones de dólares.
En la actualidad la molienda se estima sobre las 300.000 toneladas, una tercera parte de lo que se procesaba a inicios de siglo, ya que los problemas y la caída del precio en Argentina – donde salía mucha caña de contrabando – ha hecho el negocio ruinoso. Muchos terrenos están siendo reconvertidos en terrenos para otro tipo de cosechas.
Una alternativa impulsada desde la Gobernación de Tarija fue la de la planta procesadora de cítricos aprovechando el otro potencial de la zona junto al azúcar, pero hasta ahora no se ha logrado viabilizar.