Según el INE el 63,5% de las mujeres fueron maltratadas en los centros de salud
Mujeres embarazadas víctimas de violencia obstétrica en hospitales
Mientras la Defensoría del Pueblo propone sancionar con cárcel a trabajadores en salud que incurran en violencia obstétrica, los médicos exigen al Estado garantizar recursos humanos y condiciones de atención.



A pesar de que la Ley 348 establece, entre otros, que la mujer tiene derechos en cuanto a la atención obstétrica que recibe antes, durante y luego de un parto, la mayoría de las madres son víctimas de agresiones por parte del personal médico, que no les brinda información sobre los procedimientos y las somete a decisiones no consensuadas, como cesáreas forzadas, cortes vaginales o invasión de la privacidad.
Mientras la Defensoría del Pueblo propone sancionar con cárcel a trabajadores en salud que incurran en violencia obstétrica, los médicos apuntan al Estado por incumplir su rol de garante de condiciones para brindar un trato óptimo a las pacientes.
Carmen (nombre ficticio) quiso compartir su testimonio sobre lo que tuvo que enfrentar en su parto en el 2019, cuando fue atendida en el Hospital Regional San Juan de Dios, cuando tenía 19 años y gestaba a su primer bebé.
Durante sus controles también tuvo que ir a unas clases, en las que solamente le enseñaron técnicas de respiración y le recomendaron tener una alimentación saludable, nadie le explicó que tenía derechos, como que podía elegir la posición de parto que le resulte más cómoda.
Una fría madrugada llegó al hospital luego de que se le rompiera la fuente. Ella describe la experiencia del parto como “traumática”, pues la dejaron sola e indispuesta en una habitación.
“Ha sido muy violento, me dijeron que nadie podía entrar conmigo. La enfermera me acompañó a la habitación y me dejó sola. Me he puesto mal, he vomitado y se ha ensuciado el piso y no había nadie que esté conmigo. Llamaba de la habitación y no venía la enfermera, me he tenido que parar, caminar entre mi vómito descalza y con la batita de hospital, y salir del área de Maternidad para buscar a la enfermera”, cuestionó.
Sola y asustada estuvo en la sala de parto, donde fue intimidada por el personal que le negó cualquier compañía, además sintió su intimidad dejada de lado con personas desconocidas entrando y saliendo.
“Es algo tan fuerte que no tienes capacidad de procesar nada. (…) he aprendido que tienes que perder el pudor porque tienes que estar con las piernas abiertas y no sabes quién entra y sale. Es muy impersonal, veía que la puerta se abría mientras la gente entraba y salía como si nada, estaban los internistas, los que hacen sus prácticas. Es feo porque estás en tu momento más vulnerable”, comenta.
A pesar del incontrolable dolor, la enfermera le reclamó por gritar, y sin explicarle nada le pusieron un enema. Hasta luego de nacido su bebé no le habían dicho sobre el procedimiento para sacar la placenta, lo que fue otra experiencia traumática.
“Te tienen que sacar la placenta y eso es como otro parto porque es grande, te dicen que vuelvas a pujar y en ese momento las enfermeras te empujan desde arriba. No te preparan para esas cosas”, indica.
Al haber pasado por todas estas situaciones, Carmen dijo que cuando está en confianza con otras mujeres que están embarazadas les cuenta su experiencia para que ellas no tengan que pasar por lo mismo.
Alejandra (nombre ficticio) se encuentra en su segundo trimestre de gestación y ella sintió la vulneración de sus derechos desde sus primeros controles en el Sistema Único de Salud (SUS) en un centro de primer nivel, desde el hecho de que son recurrentes los paros o que no fue hasta la segunda consulta que le informaron sobre el pago del bono Juana Azurduy y nunca nadie le habló de sus derechos.
Cuando fue a su segundo control recibió un trato desagradable por parte de un médico de la tercera edad que la tocó con torpeza en el pubis y, sin ningún tipo de reparo, la asustó por la salud de su bebé.
“Me revisó un doctor que no encontraba el latido fetal y comenzó a tocarme por el pubis, diciendo que el bebé estaba encajado. Ha sido de mucho desagrado, ha sido muy torpe. No puede decirme que el bebé estaba encajado cuando yo tenía solo 16 semanas, eso pasa a las 32 semanas. (…) decía que no encontraba el latido fetal, cuando no le ha dedicado ni tiempo”, recuerda.
Una situación posterior ocurrió cuando fue con una orden para ecografía al Hospital San Juan de Dios, en el área de imagenología le cuestionaron la necesidad de contar con ese estudio y luego de varios malos tratos la dejaron sola en una postura incómoda.
“La secretaria se puso de mal humor porque mi orden decía urgente y ella me ha dicho que tenía que pedir al médico que explique qué tenía de urgente”, relató indicando que también se le negó el pedido de que pueda acompañarla su pareja, tampoco le dejaron grabar la ecografía y cuando intentó grabar los latidos la médica la maltrató aún más. “Me dejó con la panza descubierta en una habitación fría, llamando al administrador para que me llame la atención porque supuestamente mi conducta era fuera de lugar. Yo tenía ya una panza de 20 semanas y estaba en una camilla dura”, dijo.
Humanización del parto
La Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el 2004 fijó su atención en la etapa de gestación y parto, donde las mujeres y sus bebés no son respetadas como actores protagonistas del proceso.
Ya en 2018 emitió una lista de 56 recomendaciones para que puedan ser aplicadas en cada país a fin de garantizar una “humanización” de la experiencia, dándole a las madres un mayor poder de decisión.
Sus principales propuestas consisten en atender respetuosamente a la madre, manteniendo su dignidad, confidencialidad y privacidad, establecer una buena línea de comunicación entre el personal de salud y la mujer dándole poder en la toma de decisiones sobre el manejo de dolor, trabajo de parto, posición de nacimiento, entre otras.
También se establece la recomendación de evitar el rasurado perineal/púbico, la utilización de enemas, tampoco se aconseja la epistomía de rutina o la presión manual uterina en partos sin complicaciones.
En palabras de Laura Lea Plaza, quien es una doula certificada y realiza acompañamiento de las mujeres en etapas como el embarazo, es necesario que en los partos se tome en cuenta que el metabolismo de las madres por naturaleza está preparado para traer vida, pero en el sistema de salud existen procedimientos que están divorciados de su naturaleza.
“No se puede dejar de lado que somos mamíferas y si pensamos cómo paren las mamíferas estamos muy lejos de un proceso natural. Para empezar, parimos con público que es lo más incómodo, parimos con esas luces blancas que son demasiado estimulantes y nosotras necesitamos estar profundamente relajadas”.
Cuando se refirió al trabajo que realizan las doulas, afirmó que más que dar información lo que hacen es recordar a las gestantes sobre su capacidad de procrear. Con esto presente, la madre puede ingresar a un parto con menos miedo y menos estrés, que son los factores que hacen la experiencia más traumática.
Propuesta de sanción
La Constitución Política del Estado (CPE) garantiza el derecho a la salud y los derechos reproductivos de todas las mujeres desde la gestación hasta seis meses luego del parto, mientras que la Ley 348 pretende garantizar a la mujer una vida libre de violencia. Ante el incumplimiento de la normativa, en pasados días la Defensoría del Pueblo planteó la tipificación de los delitos gineco-obstétricos en dicho marco legal.
La entidad presentó al presidente del Estado, Luis Arce Catacora, un anteproyecto normativo para el “Fortalecimiento de la Ley 348”, que propone penas de tres a ocho años de cárcel para trabajadores en salud que incumplan los derechos de las madres.
El País intentó contactar al presidente del Colegio Médico de Bolivia, Luis Larrea, para obtener su criterio, pero no se obtuvo una respuesta. Quien sí se manifestó fue el presidente del ente colegiado de Tarija, Ebert Salazar, quien repudió la propuesta asegurando que en realidad es el Estado el responsable de la violencia obstétrica por la falta de condiciones de trabajo.
“El personal médico a veces está agotado, hay veces que en una noche atiende 10 o 12 partos. (…) La Defensoría debería ver primero con qué medios contamos, con qué insumos, con qué recursos humanos, debería ver cuántas filas hay en hospitales públicos, cuántas camas tenemos y luego hacer un pronunciamiento”, expresó.
Más allá de una tipificación penal, lo que las gestantes piden es que tanto el Estado como el personal de salud puedan garantizar el acceso a su derecho a tener una atención más humanizada, especialmente durante el embarazo, parto y post parto.
Estudio nacional
El último reporte oficial sobre el tema es el que llevó adelante el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2017, donde se determinó que el 63,5 por ciento de las mujeres fueron víctimas de violencia obstétrica, esto de un total de 837.770 pacientes que tuvieron un parto en un centro médico en los cinco años previos a la encuesta.
En cuanto a los porcentajes, se establece que existe un alto índice de reclamos ya sea en centros públicos o privados, es decir que se trata de un tipo de violencia que sufren las pacientes de diferentes estratos sociales.
Aunque sí existe mayor descontento con los hospitales públicos, con un 68,3 por ciento de quejas, por debajo están los centros de seguridad social con 64,2 por ciento y el 35,4 por ciento en clínicas privadas.
Las preguntas estuvieron referidas al trato que recibieron durante el proceso de parto. Las cifras son alarmantes.
De todas las pacientes, un 67,8 por ciento dijo que se le impidió ser acompañada por una persona de confianza, 55,4 por ciento no recibieron respuesta a sus dudas sobre el procedimiento, 50,4 por ciento no pudo expresar sus temores porque la trataron de mala manera, luego un 45,7 por ciento fue maltratada cuando gritaba o lloraba por dolor, alegría o tristeza.
A un 41,6 por ciento de las mujeres se le negó la posibilidad de adoptar la postura en la que pueda estar más cómoda para el alumbramiento. Además, fue un 39,6 por ciento que dijo haber sido objeto de burlas y chistes por parte del personal.
Fue un 38,7 por ciento que dijo que previo al parto no se le permitió caminar o buscar una posición más cómoda mientras esperaba el momento del alumbramiento.
Un 34,3 por ciento manifestó haber sido obligada a permanecer boca arriba, aunque haya expresado su incomodidad en esa posición.
Derechos:
· Trato con respeto, sin que juzguen tu sexualidad.
· Compañía de la persona que elijas.
· Información de dudas y procedimientos.
· Información sobre la epistomía o corte vaginal.
· Todo acto por el que requiera atención médica sea después de un procedimiento de información.
· Si es necesaria una cesárea, una explicación.
· Información de que luego de una cesárea se puede tener un parto natural.
· Elijas la posición en la que te sientes más cómoda para tener a tu bebé.
· Consensuar el uso de enemas y rasurado púbico.
· Rechazar tacto vaginal si sientes que son muy seguidos.
· Recibir a tu bebé inmediatamente luego del parto.
· Información de los beneficios de la lactancia y sobre el procedimiento.
· Rechazar visitas médicas grupales.
Un 63,5 % de las madres en el país dijo haber sido víctima de violencia obstétrica en el sistema de salud.