Agenda verde
La crisis climática llegó, y con fuerza, a América Latina
Las tasas de deforestación fueron las más elevadas desde 2009, y ello no solo perjudicó al ambiente, sino que además socavó las iniciativas de mitigación del cambio climático. Los glaciares andinos han perdido más de 30 % de su superficie en menos de 50 años, y en toda la región algunos simplemente



Los fenómenos meteorológicos extremos y los impactos del cambio climático están afectando a América Latina y el Caribe, de la Amazonia a los Andes y desde los océanos hasta los confines de la Patagonia cubiertos de nieve, reiteró el pasado viernes 22 la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Los riesgos hidrometeorológicos -como las sequías, las olas de calor y de frío, los ciclones tropicales y las crecidas- “han causado la pérdida de cientos de vidas, ocasionado graves daños en la agricultura y la infraestructura, y provocado desplazamientos de población”, dijo Petteri Taalas, secretario general de la OMM.
El informe de la OMM “El estado del clima en América Latina y el Caribe 2021” se expuso en una conferencia técnica regional para los países de América del Sur, organizada por esa agencia de las Naciones Unidas en esta ciudad a orillas del Caribe.
En ese reporte se resaltan las repercusiones del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos, sobre los ecosistemas, la seguridad alimentaria e hídrica, la salud de las personas y la lucha contra la pobreza.
Las tasas de deforestación fueron las más elevadas desde 2009, y ello no solo perjudicó al ambiente, sino que además socavó las iniciativas de mitigación del cambio climático.
Los glaciares andinos han perdido más de 30 % de su superficie en menos de 50 años, y en toda la región algunos simplemente están desapareciendo.
La “megasequía” que azota la zona central de Chile es la más pertinaz en lo que va de siglo, y en la cuenca del Paraná-Plata los daños a la agricultura causados por la sequía redujeron las cosechas, en especial las de soja y maíz, y ello afectó a los mercados agrícolas mundiales.
En el conjunto de América del Sur, las condiciones de sequía provocaron un descenso de 2,6 % en la cosecha de cereales de 2020/2021 con respecto a la temporada anterior.
Por contraste, precipitaciones extremas ocasionaron crecidas y deslizamientos de tierra, con cientos de víctimas mortales, decenas de miles de viviendas destruidas o dañadas y cientos de miles de desplazados. En solo dos estados brasileños -Bahía y Minas Gerais- las pérdidas materiales se estimaron en 3.100 millones de dólares.
La tendencia al calentamiento en la región ha continuado: la tasa media de aumento de las temperaturas fue de 0,2 grados centígrados por década entre 1991 y 2021, frente a 0,1 grados por década registrados entre 1961 y 1990.
“Los riesgos hidrometeorológicos -como las sequías, las olas de calor y de frío, los ciclones tropicales y las crecidas- han causado la pérdida de cientos de vidas, ocasionado graves daños en la agricultura y la infraestructura, y provocado desplazamientos de población”: Petteri Taalas.
“Se prevé que la creciente subida del nivel del mar y el continuo calentamiento de los océanos sigan afectando a los medios de subsistencia, el turismo, la salud, la alimentación, la energía y la seguridad hídrica en las zonas costeras, en particular en las islas pequeñas y los países de América Central”, dijo Taalas.
El nivel del mar en la región continuó subiendo a un ritmo más rápido que a escala mundial, sobre todo a lo largo de la costa atlántica al sur del ecuador, y en el Atlántico norte subtropical y el golfo de México.
Taalas indicó que “para muchas ciudades andinas, el deshielo de los glaciares representa la pérdida de una importante fuente de agua dulce que actualmente se destina a uso doméstico, riego y generación de energía hidroeléctrica”
En el conjunto de América del Sur “la continua degradación de la pluviselva amazónica sigue siendo uno de los principales motivos de preocupación, tanto para la región como para el clima a escala mundial, habida cuenta de la función que desempeña ese tipo de bosque en el ciclo del carbono”, añadió Taalas.
Un total de 7,7 millones de personas en Guatemala, El Salvador y Nicaragua experimentaron altos niveles de inseguridad alimentaria en 2021, a lo que contribuyeron factores como el efecto continuado de los huracanes Eta e Iota de finales de 2020 y las repercusiones económicas de la pandemia.
Por su parte, Mario Cimoli, a cargo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), destacó que el agravamiento del cambio climático y los efectos combinados de la covid-19 no solo han afectado a la biodiversidad de la región.
“También han estancado décadas de progreso contra la pobreza, la inseguridad alimentaria y la reducción de las desigualdades en la región”, dijo Cimoli.
En toda la región hubo 175 desastres durante el período 2020-2022, y 88% de ellos se debieron a causas meteorológicas, climatológicas o hidrológicas. Fueron causa de 40 % de las muertes debidas a desastres y de 71 % de las pérdidas económicas.
Para reducir los efectos adversos de esta situación se requieren inversiones sostenibles y servicios climáticos con sistemas de alerta temprana de extremo a extremo que aún no se han desplegado adecuadamente en la región, es una conclusión central del informe de la OMM.
¿Y su economía?
Curiosamente, en paralelo al informe de la OMM, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó al alza este martes 26 su previsión de crecimiento para América Latina y el Caribe en 2022, a diferencia de sus pronósticos para las tres mayores regiones económicas del planeta, América del Norte, China y la zona del euro en Europa.
La región crecerá tres por ciento este año, y no 2,5 % como previó el Fondo en sus estimados de abril, aunque en 2023 el crecimiento será de solo dos por ciento.
La explicación está en un mejor desempeño y vigor de las economías más grandes de la región, Brasil y México, que crecerán este año 1,7 y 2,4 %, respectivamente (4,6 y 4,8 % en 2021), aunque apenas 1,1 y 1,2 % el año venidero.
El FMI también consideró “más robustos” los datos macroeconómicos de Chile y Colombia, en comparación con sus registros de abril.
El conjunto de la economía mundial avanzará 3,2 % este año (0,4 puntos porcentuales menos que lo estimado en abril) y 2,9 % el próximo (-0,7 % respecto al cálculo previo), contra 6,1 % de avance en 2021.
“Esto refleja el estancamiento del crecimiento en las tres economías más grandes del mundo —Estados Unidos, China y la zona del euro— con importantes consecuencias para las perspectivas mundiales”, escribió el economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas.
A pesar de la ralentización de la economía global, el Fondo prevé que continuará la escalada inflacionaria que ha castigado a numerosos países en lo que va de año.
Se prevé que la inflación de este año alcance 6,6 % en las economías avanzadas y 9,5 % en las economías de mercados emergentes y en desarrollo (revisiones al alza de 0,9 y 0,8 puntos porcentuales respectivamente) y se prevé que se mantenga elevada por más tiempo.
El Gran Chaco americano: un ecosistema en peligro
El 20% del Gran Chaco Americano está en Bolivia, el 50% del Gran Chaco Americano está en Argentina, un 25% está en Paraguay y una pequeña proporción en Brasil. Para la Fundación Vida Silvestre tiene una importancia altísima para la conservación de la biodiversidad.
Hacia el oeste se encuentra el “Chaco seco”, donde se alberga el bosque más importante del continente; hacia el este el “Chaco inundable”, aquí las lluvias son mayores.
El Gran Chaco americano posee una superficie aproximada de 1.100.000 km²1 y está atravesada por los ríos Pilcomayo y Bermejo. Según que ciudades se contabilicen, se estima que viven hasta 10 millones de personas en su área de influencia, siendo Tucumán, Formosa, Santiago del Estero y Yacuiba algunas de las más importantes.
Deforestación
La región chaqueña es un sumidero de carbono: enfría el planeta, regula los ciclos del agua y es hábitat de vida silvestre. El problema radica es que con la deforestación de esta masa boscosa se emite carbono y contribuye al calentamiento global.
La deforestación viene acompañada del reemplazo de cultivos agrícolas, en general de monocultivos de soja. La pérdida de un bosque implica la pérdida de una comunidad campesina o indígena.
La primera de las amenazas del Chaco inundable es la conversión, que es cuando se cambia el uso del suelo: se tumba el monte o se reemplaza el pastizal para un monocultivo, por ejemplo.
Después hay amenazas menores como la caza furtiva y la ganadería no sustentable.
“Los ordenamientos de las provincias no lo han protegido, entonces en forma legal se hace una deforestación que afecta a especies en extinción como el aguará guazú”, definió Pablo Preliasco, de Fundación Vida Silvestre.
El Gran Chaco tiene amenazado tanto su ecosistema como su cultura. “A partir del avance del monocultivo de soja y la ganadería a gran escala, en las últimas dos décadas se deforestaron más de 3 millones de hectáreas”, aportó Santiago Cotroneo, de Red Agroforestal Chaco.
Este avance sobre el Gran Chaco Americano provocó la expulsión de las comunidades que habitan, lo que representa el cambio más irreversible.
Así como hay conversión de un bosque a una actividad agrícola, también hay conversión de pastizales a cultivos forrajeros: “De las dos formas hay una pérdida de biodiversidad; en el caso de los pastizales uno encuentra distintas especies de pastos y a la vez hay una fauna asociada a esa vegetación”, aclara Preliasco.
Las principales amenazas climáticas para América Latina
Temperaturas
Es "muy probable" que las temperaturas medias hayan aumentado en toda esta región y que sigan subiendo a un ritmo mayor que la media mundial. La tendencia al calentamiento en la región ha continuado: la tasa media de aumento de las temperaturas fue de 0,2 grados centígrados por década entre 1991 y 2021, frente a 0,1 grados por década registrados entre 1961 y 1990.
Precipitaciones
Se prevé que la precipitación media cambie, con aumento muy probable de precipitaciones en el noroeste y sureste de Sudamérica y disminución probable de precipitaciones en el noreste y suroeste del continente.
Los ciclones tropicales (con mayores precipitaciones), las tormentas severas y las tormentas de polvo serán más extremos en el Caribe, en el norte y sur de Centroamérica.
Sequías
Tanto en el sur de Centroamérica como en Sudamérica es muy probable un aumento en el número de días secos y una mayor frecuencia de sequías.
El aumento de factores como la sequedad, la aridez del suelo y el mayor riesgo de incendios forestales tendrá consecuencias potenciales en más de un sector, desde la agricultura, la conservación de bosques, la salud y los ecosistemas.