Tarija llora a su profe
Fernando Arduz y el éxito de la sencillez
Maestro de la guitarra clásica después de formarse a fondo con los grandes, Fernando Arduz se convirtió en un prolífico intérprete, arreglista e investigador y sobre todo, un profesor de los que dejan huella. Su sencillez y calidad humana lo hicieron aún más grande
A Fernando Arduz lo admiraba todo el mundo. Era fácil de admirar porque era distinto a todos. Y porque era el mejor. En una tierra donde abundan los poetas y cualquiera te rasga una copla o te baila una cueca, dedicarse a la Guitarra Clásica no era fácil, pero Fernando lo hizo fácil.
Falleció en domingo, el día después de Navidad y bien de madrugada, desde entonces no han parado de sucederse las muestras de tristeza y cariño hacia la familia y hacia su legado que de repente se hizo inmenso.
Cuentan las crónicas – y el Vidas Luminosas de René Aguilera Fierro - que nació en la ciudad de Tarija el 6 de junio de 1958, un día que seguro hizo frío. Que sus padres eran Ricardo Arduz y Olga Ruiz. Que su familia era de artistas y que su padre era pintor y militar, o viceversa, y desde ahí se empiezan a entender muchas cosas de su personalidad y de su éxito.
Ser guitarrista de élite supone una dedicación casi marcial y en esas se aventuró desde muy joven, aunque hasta los 15 no se puso a las órdenes de Ernesto La Faye, otro mito de la música patria.
Como Fernando había desarrollado no solo la habilidad artística sino la disciplina y la pasión, pronto tuvo que partir a buscar nuevos maestros. Estuvo en Uruguay con Abel Carlevaro y ya fascinado con la música se enroló en el Conservatorio Nacional de Música de La Paz, donde aprendió a leer música, lo que le ha permitido después convertirse en un virtuoso – todo instrumento que caía en sus manos lo hacía sonar bien, recuerda Marco Montellano, uno de sus alumnos eventuales -, pero sobre todo en un investigador y divulgador de la música nacional transcribiendo a partituras infinidad de melodías y composiciones que cayeron en sus manos, entre otras y principalmente las de Adolfo Domínguez.
En La Paz simultaneaba sus estudios de conservatorio con conciertos para la Orquesta de Cámara Municipal y para la Sociedad Coral Boliviana. No había cumplido los 25 y ya era una personalidad de la música nacional, conocido y respetado por todos, cuando apareció su otra gran oportunidad: viajar a Europa.
En 1983 el joven Fernando Arduz se puso a las órdenes del maestro José Luis Rodrigo en el Real Conservatorio Superior de Música, donde obtuvo el grado de Profesor Superior de Guitarra.
Tarija, su núcleo irradiador
Su pasión era ya, además, su profesión, y a ella se iba a dedicar en cuerpo y alma con permiso de su otra gran pasión, su esposa Janeth Mendieta León, con quien siempre se le vio pasear de la mano por toda la ciudad de Tarija, tal vez el secreto terapéutico del virtuosismo que alcanzó don Fernando en su más de 45 años de carrera.
En 1987 arranca como profesor de guitarra en la Escuela de Música Regional Pastor Achá, que después dirigirá durante seis años. Desde entonces, prácticamente todos los tarijeños que han tenido alguna vez interés en la música han pasado por sus clases o han recibido tal vez una apreciación puntual o un consejo o un aplauso o una palabra de aliento. Porque así era.
“Más bien menudo y rubio, como un ave con lentes, bigotes y cejas espesas, pestañas prominentes y tímida sonrisa, el profe Fernando atendía a todas y todos con una deferencia y dedicación que superaba lo pedagógico para tocar lo paternal – recuerda Montellano, que concluye - Solo de mirarlo y escuchar el timbre y tono de su voz serena uno sabía que estaba ante alguien singular. Entendí con los años que esa energía, ese especial magnetismo, es propio de quienes llevan en el corazón y espíritu la sensibilidad y el genio del verdadero artista”.
Algunos lo conocieron también en la escuela y otros en la Orquesta de Cámara “Tarija” que integró y dirigió desde 1993 y para la que se preparó, como todo lo que hacía, a conciencia.
Velorio simbólico Desde las 9.00 de la mañana de este lunes se puede participar del velatorio simbólico que se instalará en el Teatro de la Cultura
La lista de éxitos, conciertos y galardones la dejamos para el final y no porque sea extensa, que lo es, sino porque Fernando nunca se quedó dormido sobre ellos sino todo lo contrario. Siempre tuvo una motivación nueva, un proyecto entre manos, una idea dando vueltas, un libro por salir, una composición por transcribir, un escenario que probar, un alumno por moldear. Algo. Siempre.
Con El País escribía habitualmente en Cántaro y era fuente oficial para cualquier cosa relacionada a la música y a la música regional que siempre explicaba con más cariño y certeza de lo que seguramente entendíamos. En 2013, a punto de cumplir 40 años de carrera, fue el Personaje del Año de este medio y Plus TLT.
En 2016 le sobrevino un tumor que no pintaba bien, peor con su diabetes, y un día apareció en la puerta de la redacción. Arduz que nunca pedía nada quería dejar constancia de su obra en las redes que había conocido. Allí nació “Un café con Arduz”, una docena de temas seleccionados por él y grabados en alta definición en el teatro que pasamos por Facebook cada semana a la misma hora y se convirtió en una especie de pequeño acontecimiento cultural cuando las redes eran todavía el principio de los tiempos.
En YouTube tuvo singular éxito el Munasquechay de Los Kjarkas – 84.317 visionados y 217 comentarios -. Cuando se lo comentamos se fue a su casa, se hizo abrir una cuenta y respondió personalmente uno a uno con un gracias. Así era Fernando.
Una prolífica carrera
Además de sus conciertos, de la orquesta de cámara y de la docencia en la Pastor Achá, Fernando Arduz fue también integrante de diversos grupos de música culta, popular y folklórica en Bolivia, Argentina y España. Sus composiciones y arreglos han sido estrenados e interpretados en España (dúo Alfar), Alemania (Trío Arabesque), Japón (Gentaro Takada), Argentina (Camerata Lyrum) y Orquesta Sinfónica Nacional de Bolivia, Orquesta del Conservatorio de La Paz, Orquesta de Cámara “Tarija”, Grupo Enarmonía, Coro Polifónico Universitario de Tarija, y por varios guitarristas bolivianos.
Fernando Arduz Ruiz ha escrito libros para Guitarra N° IX, XIV y XV de la Colección Compositores Bolivianos: “Música Boliviana para Guitarra” (1993), “Alfredo Domínguez, Obras para Guitarra” (2002), “Pequeñas Obras y Estudios para Guitarra” (2004); el CD “Fernando Arduz Ruiz. Música Boliviana para Guitarra” (2000) y el CD con arreglos de música boliviana para guitarra, “Paisajes” (2013). El libro “Música y Cantos Tradicionales de Tarija” (1999) en co-edición con el Dr. Lorenzo Calzavarini. En trabajo conjunto con su hija Adriana, el CD interactivo “Enciclopedia de Música Chapaca” (2008). Con la Orquesta de Cámara “Tarija” el CD “Tarija y su Música” (2009). El libro “Instrumentos Musicales tradicionales de Tarija. Provincia Cercado” (2012) y el CD “Música para Cristo” en dúo de flauta dulce y guitarra, con su hijo Pablo.
*Agradecimiento especial a René Aguilera Fierro por los insumos para este reportaje
Una vida consagrada a la música y la familia
Formación
Aunque se apasionó con la música desde niño, hasta los 15 años no empezó a recibir formación reglada, en esa ocasión con Ernesto La Faye. Pronto se le quedó pequeño y estudió en Uruguay, en el conservatorio de La Paz y en el Real Conservatorio Superior de Música, donde obtuvo el grado de Profesor Superior de Guitarra a las órdenes de José Luis Rodrigo
Familiar
Fernando Arduz se casó con Janeth Mendieta León y tuvieron tres hijos, Adriana, Alejandra y Pablo. La familia siempre le acompañó en los éxitos y sus aventuras y de hecho, todos ellos comparten la vocación musical. Janeth es excelente intérprete así como los hijos han desarrollado su arte.
Reconocimientos
Cuando marchó a Madrid con 25 años ya era reconocido como uno de los mejores intérpretes del país en La Paz. Tras su vuelta siguió siendo la referencia musical y ha participado de decenas de arreglos y composiciones. En 2013 fue Personaje del Año en Tarija y ganó dos veces el Eduardo Abaroa por diferentes trabajos