Los niños los buscan como juguetes y los adultos como adornos
Flora y Juliana, las tejedoras de los amigurumis en Tarija
A Flora y Juliana no solo les une la pasión por el croché y el hilo, ambas tienen un pasado dedicado al cuidado de niños. Las dos, revolucionan el tejido de los amigurumis, una técnica que nació en el siglo pasado en Japón.



El límite es la imaginación, tanto para Flora Mansilla como para Juliana Ventura, ambas tarijeñas que atesoran ovillos de hilos y hacen furor con su técnica del tejido amigurumi; muñecos que sirven de adornos y también de juguetes para los niños. Se trata de réplicas de dibujos animados o de personajes reconocidos de series de televisión.
Muñecas con vestidos, animales, cactus, y demás figuras resaltan en los estantes de ambas tejedoras. Nunca antes imaginaron que esta técnica, que nació en Japón al término de la segunda Guerra Mundial, terminase por revolucionar sus trabajos en el último rincón de Bolivia, Tarija, de donde envían sus productos a otros departamentos a pedido de sus clientes.
A Flora y Juliana no solo les une la pasión por el croché y el hilo, ambas tienen un pasado dedicado al cuidado de los niños.
Flora es la menor de cuatro hermanos, todos maestros jubilados. Hace cinco años, cuando decidió pasar al grupo pasivo de educadores rurales, para ella fue traumático, de pronto tenía que dejar de hacer algo a lo que se había dedicado casi toda una vida, maestra del nivel primario de educación. “Fue difícil dejar a mis niños”, comenta mientras teje un hilo verde en el patio del Mercado Central de Tarija.
Con esa carga de estrés, hace tres años empezó en el rubro del tejido, temerosa por estar en un área que antes solo lo había hecho porque era parte de una materia en la escuela, se llamaba Hogar, pero también aprendió algo de ese oficio en la Escuela de Formación de Maestros en Sucre. Nunca antes estuvo especializada en ello, tampoco en su familia tenían afinidad por el croché o el palillo para la elaboración de prendas.
Sin darse cuenta Flora se refugió en el tejido casi en similar estado de ánimo de los japoneses, quienes después de la segunda Guerra Mundial se sentían contaminados de desánimo y necesitaban algo que ayudara a hacer más placentero el paso de las horas y fue entonces cuando empezaron a elaborar muñecos que luego los llamarían amigurumi, que se descifra en; Ami: crochet, y nuigurumi que significa muñeco relleno de algodón.
A eso es lo que ahora se dedica Flora, pero también al tejido de prendas de vestir para diferentes épocas del año, pero son los amigurumi los que más demanda tienen en los últimos meses; no solo en Tarija, sino en el resto de Bolivia. Y es que este tipo de muñecos también son una tendencia en el resto del mundo.
La maestra recuerda que esto de los amigurumis empezó al no saber qué hacer con las sobras de hilos que quedaban del tejido de las prendas de vestir, fue entonces cuando una de sus profesoras de los centros de capacitación del municipio de Cercado, les dijo que podían hacer muñequitos a croché, y desde entonces sus manos multiplicaron réplicas de animales y dibujos animados de la televisión, como la Pantera Rosa, Stich, minions, Super Mario, entre otros.
Juliana teje sin si quiera mirar lo que hacen sus manos, ella dice que la práctica le permite tener sus ojos puestos en otro lado mientras los hilos forman figuras de muñecos o prendas de vestir. Habla del punto ladrillo, ocho, revés, taladito, trenzas, y así puede enumerar una interminable lista de técnicas. Pero aclara que, para los amigurumis hay solo uno, el denominado punto raso, otros también lo conocen como punto enano, y tienen sus razones, pues, deja un tejido más fino.
Antes de llegar al oficio de tejedora, al igual que Flora, su vida estuvo marcada por el cuidado de los niños. Ella dedicó 16 años de su vida al servicio de una guardería en la atención de los más pequeños de los hogares tarijeños.
Una vez retirada de esa actividad, Flora se dedicó por un tiempo a las labores de casa, donde también volvió a agarrar el croché y los hilos. En su infancia había crecido mirando a su madre dedicada a ese oficio. Cuando estuvo en tercero de primaria en la escuela, recuerda que hizo su primera prenda, una chalina para eso días de invierno. Rememora que en esos tiempos también se bordaba a mano, como parte de las actividades escolares. Ahora, dice que nada de eso enseñan en los colegios.
A la fecha, son seis años que se dedica al tejido de manera profesional. Desde casa optó por entrar a un centro de capacitación de su barrio, luego pasó a otro centro más especializado de la Alcaldía, hasta que en la actualidad es una emprendedora independiente que se mueve en el mercado tarijeño y nacional.
Ositos, zorritos, unicornios, o un personaje de la tele como Peppa Pig, todo lo que pueda imaginar una persona, Juliana los elabora en base a tejido con croché. Los hilos se los puede conseguir en Tarija y, por el tema económico, la gente prefiere usar productos nacionales, pero quienes quieren lana de otros países, como Argentina o Perú, también tienen sus productos como los desean.
Hay quienes llevan los muñequitos colgados en las mochilas, otros los usan como llaveros, pero hay gente que también los colocan en un lugar privilegiado de la oficina o de su casa, porque adornan el ambiente.
Juliana dice que los niños son los que más buscan ese tipo de trabajos, pues, les sirve de juguete y tienen en sus manos a sus personajes preferidos de los dibujos animados, o de las afamadas series de televisión.
En las tiendas de la ciudad, cada vez es más común ver los amigurumis ocupar las vidrieras que exhiben ese tipo de productos.
Flora dice que, gracias a la tecnología, con tutoriales en Youtube o las redes sociales, ellas pueden actualizarse y perfeccionar cada vez más sus trabajos, porque los emprendedores como ella deben estar en constante actualización. No es muy amiga de los dispositivos tecnológicos, pero son una herramienta necesaria para ella y sus compañeras.
El sueño de Juliana es dar clases particulares de tejido. En la actualidad, cursa estudios a nivel técnico medio sobre costura en máquina industrial, para luego tener un ambiente amplio y no guardar sus conocimientos sobre el tejido, sino compartirlos y que no se pierda ese oficio. Ella quiere ofrecer una opción para que los jóvenes puedan emprender o tener un oficio que pueda dejarles dinero, así no dejarse llevar por los vicios que luego dejan en las calles a las personas.
Los amigurumis hechos en Tarija
Flora Mansilla
Flora Mansilla hace tres años que se dedica al tejido de prendas de vestir y también a la elaboración de los amigurumi, una técnica que nació en el siglo pasado en Japón. Los pedidos de trabajo pueden realizarse al 60265483.
Juliana Ventura
El sueño de Juliana es dar clases particulares de tejido. En la actualidad, cursa estudios a nivel técnico medio sobre costura en máquina industrial, para luego tener un ambiente amplio y no guardar sus conocimientos sobre el tejido, sino compartirlos y no se pierda ese oficio. Los pedidos de trabajo pueden realizarse al 69313018.
Comercialización
Tanto Juliana Ventura como Flora Mansilla venden sus tejidos los días viernes en el patio del Mercado Central, junto a emprendedores de otros rubros. Reciben el apoyo del Gobierno Municipal de Cercado para promocionar sus productos.