Ya nos acercamos al aniversario patrio por lo que revivimos algunos recuerdos
La Paz de antaño, la magia de una ciudad pujante
La ciudad de La Paz, la ciudad maravilla, tiene hermosos recuerdos de su época de antaño. Hoy hacemos un recorrido por sus recuerdos y para ello nos basamos en la “Guía del Viajero en La Paz” de Nicolás Acosta, publicada en 1880.
Tanto por la propia descripción como por la guía topográfica, La Paz aparece dividida en dos partes por el río Choqueyapu. La primera, al norte, era asimilada a las faldas del Calvario, y la segunda, al sud, a las faldas del Alto.
Por la antigua existencia de una encinta fortificada que se encontraba alrededor de la ciudad, la zona norte fue llamada "dentro de puentes" o "intra-puentes" y la del sud "fuera de puentes" o "estra-puentes" (Acosta 1880:75), correspondiendo esta separación a la antigua división entre la residencia urbana española y las tierras de las comunidades que circundaban la ciudad.
Entre ambos espacios, los puentes constituían la articulación, pero también la separación. La ciudad, surcada horizontalmente por el Choqueyapu y verticalmente (al nor-este) por el Mejajahuira, estaba en efecto cruzada por una serie de puentes. Sólo sobre el río Choqueyapu se encontraban el puente de Challapampa, de las Concebidas, de San Francisco, de Yanacocha, de Socabaya, de la Moneda, de la Placa y de San Juan de Dios.
En los años previos a 1879 -y como parte de la "modernización" de la ciudad- se realizó una nueva demarcación en cuarteles que tiene que ver con la nomenclatura militar como advirtieron satíricamente sus habitantes:
"... a nuestra Honorable Municipalidad se le ha puesto entre ceja y ceja, la graciosa idea de encerrar a los habitantes de esta ciudad en sus respectivos cuarteles, militarmente hablando...." (L. Ampuero 1889:21. En: N. Acosta 1889)
Es indudable entonces, que en el marco de lo que fue la Guerra del Pacífico, los cuarteles reflejaban claramente la preocupación del momento. Pero estos cuarteles de La Paz correspondían en realidad a ocho parroquias:
1. El Sagrario
2. La Concepción
3. Santo Domingo
4. El Carmen
5. Santa Bárbara
6. San Pedro
7. San Francisco
8. San Sebastián
Las parroquias intentaban sustituir a los 23 barrios que existían y parecían "enrevesados", pues respondían a otra lógica: las referencias previas eran lugares comprendidos entre uno y otro punto geográfico, como por ejemplo Conde-Huyo que designaba a todo lo comprendido entre la plaza de Churubamba, la calle de los Molinos y el río, y que en realidad eran dos calles (y el barrio), una de las cuales estaba en sentido transversal a la otra; puntos de referencia de conventos como por ejemplo el de Santo Domingo que designaba a toda la manzana donde se encontraba; lugares de expendio de ciertos productos como el tambo de Harinas, nombre que se aplicaba también a la calle hoy llamada Sagárnaga, etcétera.
Es decir, que de alguna manera se dejaba que la vida cotidiana y sus habitantes se encargaran de nombrar las calles por las que transitaban. Pero el crecimiento urbano, la "modernidad" y la "civilización" imponían otra lógica: a los barrios sin delimitaciones precisas se les aplicó números y cuarteles, a los nombres indígenas de calles que pueden continuar con vaivenes aquí y allá se sobrepusieron nombres criollos. Se rebautizaron entonces las calles aunque todavía se utilizaban tanto las denominaciones antiguas como las recientes.
Así Ichocato y Laguacato, relacionados a pequeños mercados de ichu, fueron reemplazados por Ballivián y Loayza; Huturuncu, nombre del antiguo cacique mítico de Chuquiabo, por Santa Cruz, Capacanavi por Linares, Larcapata por Jiménez, Loroqueri por Murillo, Oruro, Cochabamba y Recreo, etcétera.
Pero la adopción de nombres no indígenas y el acuartelamiento militar estuvo relacionado, como lo señalamos, a la existencia de las iglesias y es indudable que las campanas y parroquias marcaron el ritmo de la ciudad en la larga duración: una ciudad que no había secularizado totalmente la vida política y social de sus habitantes.
Así, en este escenario se ubican 14 establecimientos religiosos de los que nueve se encontraban en el núcleo central, mucho más concentrados, y cinco en los extra-puentes. En la Plaza Murillo denominada por entonces 16 de Julio, el Palacio Episcopal, la Catedral de Santo Domingo, las iglesias del Sagrario o San Agustín, de la Concepción, del Carmen (o Santa Teresa), de San Juan de Dios y la de San Rafael. Es decir que en un radio de tres manzanos se ubicaban 8 iglesias.
En los antiguos extra-muros se ubicaban, en cambio, cinco establecimientos religiosos (las parroquias antiguas de San Sebastián, San Pedro y San Francisco; una nueva iglesia, la Recoleta y dos capillas, la Tercera Orden en San Francisco y la Concepción o Sopocachi) mucho más esparcidos en correspondencia al hábitat disperso de las comunidades-parroquias de San Sebastián y San Pedro y que tanto alarmaban a los administradores (Barragán 1990).
Es indudable, entonces, que las iglesias constituían la trama de este espacio, los cuarteles los hilos del momento, y los cambios de nombres los nuevos telares sobre los que se tejería la nueva ciudad.
Dos cuadras del Estado
En contraposición a la importancia y presencia de la iglesia, la presencia del Estado solamente a una década de la famosa guerra federal o civil que trasladaría la capital política del país, aparece concentrada en unas cuantas cuadras. La Casa de Gobierno reedificada en 1845 (Acosta 1880:28) estaba en ruinas desde el incendio de 1875 por lo que servía de asiento al gobierno la casa en la calle Ayacucho (destinada a la Prefectura).
Los Ministerios de Gobierno y Relaciones Exteriores, de Hacienda e Industria, de Justicia e Instrucción Pública y de Guerra se encontraban en la misma calle Ayacucho al lado de la casa de las "Cajas". Aquí estaban, igualmente, las oficinas de la Prefectura (un departamento en las "Cajas Reales") y el Tesoro (con entrada por la calle del Illimani). La Policía estaba al lado del Loreto. La Municipalidad se encontraba en los altos del Mercado en la calle Mercado junto a la Corte Superior y a su lado los Juzgados de Partido y de Instrucción (con sus Secretarías).
Entre las oficinas militares hay que mencionar la Comandancia General (también en las "Cajas") y entre los cuarteles el mercado Sucre que albergaba a la infantería, la Casa de Moneda, el Convento de la Merced (infantería), el Palacio de Gobierno (Regimiento de Húsares) y el Cuartel de la Placa (infantería). En lo que respecta a la cárcel, ésta no tenía aún un sitio definitivo: estaba en la casa conocida con el nombre de Borda en la calle Illimani (la antigua cárcel se encontraba al lado del Cabildo en la calle Ayacucho).
Tambos y Comercio
En contraposición a la presencia tan circunscrita y limitada del poder estatal, otros espacios importantes y que rivalizaron con las iglesias fueron las casas de abasto y tambos (17 aproximadamente) que en su casi total mayoría (14) se ubicaban en los extra-puentes concentrándose en el antiguo barrio de Chocata (calles Potosí e Illampu) en San Pedro, y en la Evaristo Valle en San Sebastián.
La ubicación particular concentrada de la mayoría de estos tambos-posadas se explica no sólo porque se encontraban en los caminos que conducían al Alto, sino, también porque los trajines que implicaba el transporte de mercaderías que se hacía a lomo de llamas y mulas, debía estar "fuera" de la "ciudad" urbana. No sucedió lo mismo con el mercado conocido para entonces como Recova y que se encontraba en pleno centro administrativo-estatal, entre las calles Mercado, Ayacucho y Colón. Este constituía más bien un espacio incrustado en la ciudad "blanca" en la medida en que las vendedoras pertenecían, como dice un documento, a la "clase menesterosa". En todo caso, tanto tambos como recova relacionaban a la ciudad de La Paz con el "mercado interno".
Las tiendas de artículos de vestir y a la moda se encontraban muy cerca, en las calles Comercio y Mercado. El activo comercio con ultramar explica también la presencia de los bancos como el Banco Nacional de Bolivia (en la calle Ingavi) que ofrecía relaciones con Tacna, Valparaíso, Londres y París, y por otra el Crédito Hipotecario de Bolivia, cuyo domicilio legal se encontraba en La Paz y su oficina en la calle Junín, con sucursales en Cochabamba, Sucre y Potosí.
Plazas, paseos y diversiones
de la hermosa La Paz
Este recorrido por La Paz estaría incompleto si no mencionáramos lo que para entonces podían constituir los paseos y diversiones. Entre las últimas debemos mencionar el Teatro estrenado en 1845, que frecuentemente pasaba zarzuelas, un casino de juegos en la calle Indaburu, un circo de gallos en la calle Yungas y un establecimiento de deportes de esgrima, sable, etcétera.
Los baños constituían, además de una necesidad, lugares de recreación como el establecimiento de Michel (desde 1865) en la calle Indaburu, los baños de Pérez a la salida del Prado, los de la Recoleta y los de Bernal en Potopoto. Entre los paseos se debe mencionar, hacia lo que hoy es el sur, la Alameda, la colina de Sopocachi (capilla de la Concepción) San Jorge y Obrajes. Es decir una orientación hacia lo que posteriormente constituirá el sur, y que se explica por el hecho de que estos lugares constituían la transición hacia las verdes fincas y haciendas de las clases acomodadas.