Se pierde el 34% de las colonias
SOS abejas: La amenaza de ecosistemas en Sudamérica
“La intensificación en el uso de agroquímicos lleva a una alta tasa de mortalidad en las colonias a causa del envenenamiento”, advierte el estudio financiado por Bayer AG



La salud de las abejas melíferas —las de mayor distribución en el mundo— experimenta importantes amenazas en Argentina, el mayor productor de miel en América Latina, que pierde 34 por ciento de sus colonias al año. Efectos que también se sienten en el sur de Bolivia, concretamente en Tarija.
Al igual que en otros países, las amenazas incluyen pérdida de biodiversidad, plagas e impacto de agroquímicos usados en la agricultura intensiva. A ello se suman factores asociados con las prácticas apícolas, como el estado sanitario y el manejo de las colmenas, advierte un estudio publicado en la revista Veterinary Sciences.
El trabajo involucró monitoreos sobre 506 colmenas y encuestas a 53 apicultores de la provincia argentina de Santa Fe. Lo lideraron investigadores de la Universidad Nacional de Rosario y del Programa Salud Apícola Latinoamérica, del centro de biotecnología de sistemas Fraunhofer Chile Research.
Su difusión se multiplicó el jueves 20 de mayo, cuando se celebra el Día Mundial de las Abejas, que promueve el papel fundamental para la biodiversidad de uno de los mayores insectos polinizadores.
Argentina es el mayor productor de miel en América Latina con 7,4 por ciento de las exportaciones mundiales, pero en este país las pérdidas de sus colonias se estiman en 34 por ciento.
Como en buena parte del Cono Sur, sus emprendimientos de miel están cercados por cultivos de soja, trigo, sorgo, maíz y girasol. Esa fragmentación del hábitat altera la flora, la fauna y los suelos. “La intensificación en el uso de agroquímicos lleva a una alta tasa de mortalidad en las colonias a causa del envenenamiento”, advierte el estudio financiado por Bayer AG.
Los perjuicios no se reducen a la productividad de la miel. La tarea de polinización de las abejas es responsable de mantener la mayor parte de la diversidad de plantas y sus organismos asociados en el planeta.
En Estados Unidos, donde la producción está más orientada a la polinización de cultivos, las colmenas disminuyeron 59 por ciento entre 1947 y 2005.
El “síndrome de colapso de colonias” se produce cuando las abejas obreras desaparecen repentinamente y empiezan a bajar las reservas de alimento para la reina y su cría. Algunas mueren, otras se resisten a comer y la colonia termina por desaparecer.
En América Latina “se han reportado muertes masivas en varios países del sur”, recuerda Mayda Verde, investigadora del programa de Fraunhofer y coautora del estudio, en un e-mail a SciDev.Net. Las pérdidas en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil oscilan entre 30 y 50 por ciento.
El ácaro Varroa destructor es considerado el principal problema sanitario de la apicultura. La aplicación de tratamientos como el ácido oxálico tiene consecuencias en el desarrollo de parásitos resistentes, lo que a su vez repercute en bajas en la productividad.
El estudio identificó otros factores de manejo de la colmena que perjudican las cosechas, como las demoras en el reemplazo de la abeja reina. Para que la colmena produzca en su máxima capacidad, este reemplazo debería hacerse cada un máximo de dos años en zonas frías y un año en las calientes.
Debido a los altos costos de las reinas fecundadas (unos 13 dólares en Argentina), el cambio anual solo se concreta en 13 por ciento de los casos.
Ante este panorama, Verde recomienda establecer programas de selección y mejoramiento genético en centros especializados. “Con abejas reinas jóvenes, sanas y de calidad genética certificada, las colmenas producen más crías, aseguran una mayor población de abejas adultas y en consecuencia aumentan las reservas de alimento, lo que se expresa en más salud y producción”, explica.
El trabajo también reveló que, para compensar los déficits nutricionales de las colonias, solo 17 por ciento de los productores combina los suplementos energéticos con proteínas, algo imprescindible para bajar las tasas de infestación.
Además de compensar ese balance, los planes nutricionales deberían adaptarse a las curvas de floración y a las etapas de escasez o alto requerimiento, precisa en otro correo electrónico Martín Porrini, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina e integrante de la Sociedad Latinoamericana de Investigación en Abejas, que no participó en el estudio.
Los entrevistados coinciden en que el denominador común detrás de estos problemas es la ausencia de políticas públicas especializadas. “Siempre fueron inconstantes”, plantea Porrini, que también es apicultor.
“Urge vincular a la academia con el desarrollo armónico del sector, que las investigaciones respondan a los problemas que afectan la productividad y la diversificación de las producciones contribuya a la formación del capital humano”, advierte Verde.
Esas metas solo podrán alcanzarse cuando los gobiernos identifiquen a la apicultura como un sector productivo de interés, advierte Verde, que recuerda la paradoja central que hoy sobrevuela la relación entre humanos y abejas: el uso imprudente de plaguicidas enferma a los mismos polinizadores de los que dependen los cultivos.
Nota de apoyo En Bolivia preocupan los transgénicos
Los organismos genéticamente modificados provocan el aumento de uso de herbicidas que secan las malezas y provoca la deforestación asociada a la soya y el maíz transgénico lo que deja a las abejas y polinizadores sin alimento, ya que no hay flores en los campos. “Ya no sabemos dónde poner las colmenas frente al avance de la soya”, sostuvo en su momento el miembro de la Asociación de Apicultores de Tarija, Wilbert Bustos Fernández.
Indicó que muchos estudios señalan que la toxina BT es letal para las mariposas, polillas y coleópteros, contó que desde el año 2006 se ha reportado en países del norte un grave colapso de los panales de abejas llamado Colony Collapse Disorder (CCD), esto ha implicado la muerte del 30 por ciento de la población global de abejas cada año.
No se sabía con certeza la causa de este colapso, se sospechaba varios factores que actuaban de manera combinada, el cambio climático, pesticidas, transgénicos, enfermedades y desnutrición.
Una investigación de la Universidad de Jena, Alemania, en 2017, descubrió por casualidad que la infestación con el parásito microsporidia dañó significativamente más las colonias de abejas alimentadas con polen BT comparadas con las controles. En otras palabras, el BT pareciera aumentar la susceptibilidad de las abejas a los patógenos.
Según Bustos, La normativa de transgénicos no regula los conflictos entre los cultivos transgénicos y la apicultura y el Estado no se hace cargo de los impactos, considerando que este sería un problema entre privados.
Existe una ausencia de ordenamiento de la ubicación de los transgénicos en relación a los panales de abejas. Apuntó que es deber del Estado regular las actividades económicas que afecten el desarrollo apícola en el país. Se debe declarar zonas apícolas y de protección de polinizadores en cada región donde se desarrolla esta actividad, donde no se permitan cultivos transgénicos y crear programas serios en apicultura mediante investigaciones.
Bustos explicó que en Bolivia existen más de 12.500 familias que se dedican a la apicultura, para la producción de miel. Esta actividad constituye un sector importante para la economía del país porque genera más de 20.000 empleos directos e indirectos.
Se conoce que uno de los insumos básicos para la producción de miel es la vegetación autóctona y los cultivos agrícolas anuales o perennes, entre otros. Consecuentemente, existe preocupación en el sector con la promulgación del Decreto Supremo 4232 en Bolivia sobre la evaluación y uso de transgénicos, consideró que habrá un impacto de los cultivos transgénicos sobre la apicultura y producción de miel.
Las abejas, el volador más curioso de su especie
El poder de la reina
Las abejas reinas pueden vivir hasta los seis años de edad. Sin embargo, con el paso del tiempo se va reduciendo su capacidad reproductiva. Si la abeja reina muere, las obreras crearán una nueva reina escogiendo una larva joven, de entre los recién nacidos, y la alimentarán con un alimento especial llamado “jalea real”.
Excepcionalidad
Solamente siete, de las más de 20.000 especies de abejas, producen miel. Además, las abejas melíferas occidentales producen 1.6 millones de toneladas de miel cada año. Más del 75 % de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización.
Distancias
Una sola abeja melífera suele visitar unas 7.000 flores al día, y se necesitan cuatro millones de visitas para producir un kilo de miel. Los polinizadores no solo contribuyen directamente a la seguridad alimentaria, sino que además son indispensables para conservar la biodiversidad.