El fuego afecta desde hace ya varios años a la región amazónica del país
2021: ¿un nuevo año de incendios en Bolivia?
Hace falta un debate profundo sobre las causas que, año tras año, llevan a que el país quede inserto en una ola de incendios con profundas consecuencias socio-ambientales



Las condiciones para que el año 2021 Bolivia vuelva a ser escenario de un desastre ambiental como consecuencia de los incendios en la región oriental del país, siguen estando vigentes. Si bien durante la época de lluvias el fuego suele dar tregua –como sucede en estos meses– ello no significa que el problema ha sido resuelto.
Desde hace ya muchos años que Bolivia ha ingresado a un ciclo no circunstancial, en el que los incendios vuelven a aparecer año tras año. Cuando acaban las lluvias, los focos de calor comienzan a aumentar de manera paulatina, hasta que llegan a su punto más álgido en la época de chaqueo y/o sequía. Entre los meses de agosto y noviembre se ha hecho costumbre que los incendios ocupen un lugar importante en la agenda nacional y, junto a ello, la impotencia de ver cómo se van destruyendo millones de hectáreas de bosques, con los impactos socioambientales que ello implica.
“En el año 2020 la pandemia de Covid-19 ha puesto aún más en evidencia la fragilidad de la región [amazónica]”.
Los últimos dos años (2019 y 2020) han sido particularmente preocupantes en este sentido. El primero por la magnitud de las áreas afectadas por los incendios –más de 5 millones de hectáreas–, en especial en el departamento de Santa Cruz. En cambio, en 2020, si bien la extensión territorial total afectada disminuyó, fue el año en que resultaron quemadas una mayor cantidad de áreas protegidas y bosques.
Muchos especialistas coinciden en que los incendios tienen que ver no solo con el calentamiento global y el aumento de las sequías, sino también con un modelo productivo y un conjunto de actividades relacionadas con este, que imponen una gran presión sobre distintos territorios, incluso sobre algunos que no son considerados aptos para la actividad productiva.
Es imprescindible, pues, reinstalar una discusión seria y profunda sobre la problemática de los incendios, previendo que no existe ningún elemento que permita pensar que este será un año distinto a los anteriores. En cambio, todo parece indicar que –de no mediar una acción decidida desde la sociedad civil y el Estado– este será un nuevo año de catástrofe ambiental.
Bolivia es el país que más quema en la Amazonía
El reciente informe publicado por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), que se titula “Amazonía bajo presión”, señala que Brasil y Bolivia contienen el 93% de las áreas afectadas por los incendios en la región amazónica, entre los años 2001 y 2019.
En el caso de Brasil, estos incendios afectaron a más de 866 mil kilómetros cuadrados (km2), mientras que en el caso boliviano afectaron a más de 190 mil km2. La diferencia radica en que Brasil concentra en su territorio el 61,8% de la Amazonía, mientras que Bolivia solo tiene el 8,4% de esta región.
Según este informe: “entre 2001 y 2019, el 13% de la Amazonía fue afectada por el avance del fuego. Esta superficie, de 1,1 millones de km2, equivale a todo el territorio de Bolivia. El promedio anual de superficie afectada por incendios forestales, en la región, es de 169 mil km2, lo que se traduce en quemar prácticamente el equivalente a la extensión de Uruguay cada año, durante casi dos décadas”.
“Entre los nueve países amazónicos, el más afectado por los incendios, en términos proporcionales, es Bolivia, con una afectación que alcanza al 27% de su territorio amazónico. En Brasil, esta cifra es de 17%, para Venezuela 6% y en Colombia 5%”.
El hecho de que existan diferencias sustanciales entre las áreas afectadas por los incendios entre los distintos países que hacen parte de la Amazonía, implica que el fuego no solo responde a factores ambientales, sino que también es consecuencia de determinadas actividades y políticas que ponen mayor o menor presión sobre la región. En realidad, el 84% de la deforestación de la Amazonía –gran parte de la cual es realizada a través de quemas que derivan en incendios– es producto de la actividad agropecuaria, según datos de RAISG.
2019 y 2020: los incendios que encienden las alarmas
Si bien los incendios en la región amazónica han sido una constante en los últimos años, aquellos que tuvieron lugar durante los pasados dos años han generado gran preocupación y zozobra. Los incendios de 2019 fueron preocupantes por la magnitud, mientras que los de 2020 por el tipo de daños que se generaron.
Se estima que el 2019 se incendiaron en todo el territorio boliviano 5,3 millones de hectáreas, lo que implica que fue el año con mayor afectación por el fuego durante la última década.
Los principales departamentos que presentaron daños por el fuego fueron Santa Cruz y Beni, donde se produjo el 94,5% de todos los incendios del país. Según datos del informe "Fuego en Santa Cruz" de la Fundación Tierra, en el departamento cruceño se quemaron más de 3,6 millones de hectáreas (9,6% del total de su territorio), entre pastizales y zonas boscosas, principalmente en la región de la Chiquitanía.
Esta fue una extensión inusitada, ya que sextuplicó las 619 mil hectáreas quemadas el año 2018. Se considera que fue el incendio forestal más grande del departamento cruceño en las últimas dos décadas. En el caso del Beni, la extensión quemada fue de 1,1 millones de hectáreas.
Como explica el mismo informe de la Fundación Tierra: "las consecuencias hubieran sido mucho mayores sin la intervención desplegada a lo largo del territorio cruceño para detener el avance del fuego".
En 2020, pese a la contingencia sanitaria propiciada por la Covid-19, los incendios fueron tomando nuevamente fuerza a lo largo del año. Al respecto, el investigador Guillermo Villalobos se preguntaba: “¿Cómo es que en una cuarentena nacional se sigan dando chaqueos de esta magnitud? ¿Cómo es que Santa Cruz, que es el departamento más golpeado por Covid-19, al mismo tiempo concentra la mayor cantidad de focos de calor?”.
Si bien entre enero y octubre de 2020 el país había registrado una caída de 34% de áreas quemadas respecto al mismo periodo del año anterior, durante el año pasado se incrementó la afectación en áreas protegidas.
“El 24% del total de áreas quemadas [en 2020], es decir más de 685 mil hectáreas, se registraron dentro de Áreas protegidas en el país. Otuquis, San Matías, Iténez y Kenneth Lee son las más afectadas por el fuego, sumando un total de 68% del total de superficie de todas las Áreas protegidas afectadas por el fuego a nivel nacional”, señala el informe de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).
En Otuquis (Santa Cruz) se quemaron más de 141 mil hectáreas; en el Área Natural de Manejo Integrado San Matías (Santa Cruz), más de 131 mil hectáreas incendiadas; en Iténez (Beni) los incendios arrasaron 122 mil hectáreas; en Kenneth Lee (Beni) fueron más de 71 mil hectáreas incendiadas. Aparte de estas áreas protegidas, otras 17 fueron afectadas en distinta medida por el fuego.
Una de las zonas más afectada ha sido la del Pantanal. “De acuerdo con la evaluación de áreas quemadas detectadas del 1 de enero al 4 de agosto de 2020, la superficie afectada por incendios forestales en todo el Pantanal comprende alrededor de 768 mil hectáreas. En territorio boliviano se quemaron 147 mil (19%) hectáreas, en Paraguay y en Brasil se quemaron 86 mil (11%) y 534 mil (70%) hectáreas respectivamente”, señala el informe de la FAN.
En la región del Pantanal, los incendios afectaron principalmente al Parque Nacional Otuquis, que colinda con Brasil. “Solo en un día, el 8 de agosto, hubo 422 focos de calor registrados oficialmente en este territorio”, señala la Fundación Solón. El segundo territorio más afectado por la cantidad de incendios fue el área protegida de San Matías, que hace parte del bosque seco chiquitano.
La quema de bosques y áreas protegidas es particularmente preocupante porque, en contraposición a lo que muchos productores y empresarios opinan, la realidad es que no se puede “compensar” las áreas destruidas con nuevas plantaciones o respuestas artificiales.
Un modelo productivo que promueve la quema
La discusión sobre la prevención de los incendios en 2021 no solo debe ser reconocida desde su dimensión sintomática, sino que deben ser abordas las causas primarias de la problemática. Gran parte de las cuales tienen que ver con ciertas actividades productivas que presionan sobre la frontera agrícola.
Según el portal Mongabay: “La deforestación causada por los monocultivos también es un problema que avanza en Bolivia. Este año la plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch registró solo entre enero y octubre 11.693 alertas de deforestación dentro del Área Protegida Municipal Laguna Concepción, en Santa Cruz. Los responsables de esta pérdida de bosque en una zona altamente biodiversa son las colonias menonitas que manejan grandes plantaciones de soya”.
Pero en este mismo sentido, actividades como aquellas que se relacionan con la ganadería y con la minería –principalmente de carácter ilegal y que se ha extendido de manera desproporcionada en los últimos años–, son también causantes de quemas y deforestación en la región amazónica.
Normas que no ayudan
Junto a un modelo productivo que tiene como consecuencia un amplio deterioro medioambiental, Bolivia también cuenta con un marco jurídico que promueve o permite actividades incendiarias relacionadas con la ampliación de la frontera agrícola.
Entre esta normativa está la Ley N° 337, de apoyo a la producción de alimentos y restitución de bosques de 2013; la Ley N° 502, de ampliación del plazo y modificación a la Ley N° 337, de 2014; la Ley N° 739, de modificación de las leyes N°337 y N°502, de 2015; y la Ley N° 952, de 2017. Todas estas consideradas como leyes del "perdonazo" del desmonte ilegal.
En referencia a la normativa que permite directamente la quema, está la Ley N° 741, de autorización de desmonte hasta 20 hectáreas para pequeñas propiedades [...], del 2015; la Ley N° 1171, de uso y manejo racional de quemas, de 2019. Dentro de este paquete también está el D.S. N° 3973, que autoriza desmontes y quemas en el Beni.
El apunte
¿El PLUS de Beni abre las puertas a la quema?
El nuevo Plan de Uso de Suelos (PLUS) de Beni, aprobado en noviembre de 2019, plantea una nueva categorización del suelo, convirtiendo áreas naturales en áreas agropecuarias, lo que puede incrementar significativamente las prácticas de chaqueo y quema.
