Tuvo que enfrentar una de las peores pruebas en su vida
Fernanda, su batalla contra el Covid-19 y el valor de la familia
Fernanda y toda su familia contrajo coronavirus, si bien ahora se encuentran todos bien su madre estuvo a punto de perder la vida



El Covid-19 llegó a Bolivia en marzo prácticamente como un completo desconocido, que de a poco dejó ver algunas de sus características; los daños que genera, los síntomas que revelan su presencia y las personas que son más vulnerables a él. Aunque ya se sabían muchas cosas y algunos le perdieron el miedo, hay quienes al vivirlo en carne propia sienten algo diferente, una mezcla de miedo, tristeza y agradecimiento por haber sobrevivido. Una de estas personas es Fernanda.
Fernanda es joven y goza de buena salud, la mayor preocupación que llegó a su cabeza fue el riesgo que corrían sus seres más queridos, entre los que se encuentran su madre y hermanos. Ahora al recordar cómo fue esa experiencia no puede identificar exactamente cómo ingresó el coronavirus a su casa, más cuando su madre, sus dos hermanos y ella misma salían casi a diario para cumplir con sus obligaciones laborales.
“Los cuatro trabajamos. Yo en el banco, mi hermano en su taller y el otro en una distribuidora. Un día mi mami se resfrió y fue una semana en la que no mejoraba, se veía que en vez de mejorar se empeoraba”, relata.
Se prevé un escenso en la cantidad de contagios diarios para la última semana de septiembre en adelante.
En ese transcurso su hermano recibió la llamada de su jefe que le decía que había dado positivo, así que él también fue a realizarse una prueba en Medicomp, el resultado era el mismo.
Fernanda dice que al saber esto asumió como una posibilidad que toda su familia pueda enfermar, y aunque sus hermanos se veían sanos la mayor preocupación era su madre. Entonces la llevaron a un laboratorio y también se confirmó su contagio.
“Compramos todos los medicamentos para tratarla en mi casa, pero no hicieron efecto. Ella empeoraba hasta que un día no podía respirar y le dolían los pulmones. La llevamos a una clínica y nadie quería atenderla, de lejos gritaban diciendo lo que teníamos que hacer y con eso volvimos a mi casa”, cuenta recordando su desesperación.
Tras esto fueron a comprar las ampollas que les recomendaron, más aún, los días pasaban sin que haya una mejoría en la salud de su madre. Luego de eso optaron por llevarla al Hospital San Juan de Dios. Fernanda revela que fue entonces cuando comprobó muchas denuncias e historias de otras personas, la atención era muy deficiente.
Ella y sus hermanos tuvieron que esperar desde la mañana hasta la tarde para que puedan atender a su madre, pues no había médicos disponibles. Cuando obtuvo la consulta solo le recetaron más pastillas, que tampoco hicieron efecto.
“Hemos tenido que llamar un médico privado, que le medía con oxímetro su respiración y él nos decía que era para internación. Hemos vuelto al hospital y nos han dicho que no había camas. Mientras mi mami se ponía peor, le han hecho un análisis de orina y sangre, una radiografía en los pulmones y se veía que ya estaban muy comprometidos”, detalla.
Por si eso no fuera suficiente, tras la revisión les informaron que su madre era diabética. Con ese diagnóstico los tres hermanos decidieron ponerse firmes hasta conseguir una cama para internarla, aunque para esto tuvieron que esperar un día entero.
Fernanda afortunadamente cuenta con seguro médico, por lo que luego de hacerle la prueba rápida le dieron la baja correspondiente. Esto lo ve como algo positivo porque le permitió estar más al pendiente de su familia.
Así tuvieron que pasar horas y días recorriendo farmacias en busca de las recetas que les pedían en el hospital, incluso tuvieron que hacerse enviar una ampolla con sus parientes de Santa Cruz. “Ha estado una semana en el hospital, no la podían estabilizar y esos días estábamos en mi casa limpiando, desinfectando y cocinando, porque en el hospital no dan ni un desayuno. Uno tiene que estar ahí todo el día sentado (…) uno se venía a las siete a descansar después de darle su cena”, relata.
En el transcurso de esos días los tres hermanos también presentaron algunos síntomas como la pérdida del gusto y el olfato, más aún, todo pasaba a segundo plano porque la prioridad de todos era la recuperación de su madre, que aún tenía un cuadro muy delicado al punto de requerir oxígeno.
Una vez que lograron estabilizarla la trasladaron al hospital San Antonio, pero allí también tenían que hacer turnos para estar pendientes de cualquier requerimiento de remedios. Pasaron diez días más y su madre de a poco fue mejorando hasta que le autorizaron volver a su casa, aunque debía permanecer aislada.
Hoy Fernanda le atribuye la recuperación de su mamá a su fe y a las oraciones en las que pidió por su salud. Además agradece la preocupación de sus familiares que siempre estuvieron al pendiente.
“Gracias a Dios que ha escuchado las oraciones de mi familia para que mi mamá se recuperara. Para mí ha sido una situación muy fuerte. Nunca he pensado que mi mami se puede enfermar tan feo, me he dado cuenta que uno tiene que apreciar lo que tiene cerca, en mi caso es mi familia y mi mami que es todo para mí”, cuenta aún emocionada.
Luego ella y sus hermanos también se realizaron nuevas pruebas con las que confirmaron que ya se encontraban sanos, afortunadamente con esa alta todos pudieron incluso volver a sus trabajos, incluso ella se ofreció a donar su plasma, pero no pudo hacerlo por los requerimientos del Banco de Sangre.