Vidas luminosas
Justo Soto, "los mil oficios" del cañero de San Roque
La vida de Justo Soto Lazo fue novedosa, llena de avatares y sinsabores, no obstante, la pujanza familiar afloró por sus venas, participó de todas las festividades religiosas y cívicas con su caña, erke, quena y caja



Justo Soto Lazo nació en El Cóndor, Cantón de Junacas, el 29 de mayo de 1925. Sus padres fueron don Roque Soto y Atanasia Lazo, de cuya unión son: Justo, Félix, Florentino, Doroteo y Sabino. Cuando tenía la edad, le fue imposible asistir a la escuela debido a la época y al lugar donde vivía. Desde muy pequeño, se acostumbró a las faenas del campo y, como hermano mayor, acompañó a su padre en los trabajos fuera de la casa.
De tal manera, aprendió los secretos y prácticas de la siembra de trigo y maíz, así como de la cría de ganado en las faldas de los cerros. Por entonces contaban sus padres con cabras, ovejas, burros, caballos y vacas. Sus recuerdos de infancia lo remontan hasta el Morro del Churo, desde donde años después haría sonar su erke a los cuatro vientos.
Los padres de don Justo Soto eran drásticos, sus órdenes no podían repetirse, el incumplimiento a sus instrucciones era seguida de castigos severos, la ley era por igual para todos los hijos. No obstante, eran cariñosos, alegres y trabajadores, el trabajo era repartido por igual entre ambos. Cuando no estaban en el campo, se dedicaba a la talabartería y carpintería, fabricaba ojotas y muebles para los vecinos de la zona, oficio que le fue transmitido a don Justo Soto.
Tenía su taller de zapatero, fabricaba abarcas de charol con tiento y quiña, además de planta alta a la antigua
Durante las fiestas, sus padres enfloraban sus sombreros con albahaca y margaritas y alegraban las fiestas bailando y tocando la quena, caja y erke, costumbre que practicaban también los abuelos, Tiburcio Soto, Francisca Fabiana y don Sabino Lazo Aparicio, provenientes de la Comunidad Armaos.
En ciertas ocasiones, los padres de don Justo Soto viajaban hasta la zona de Suaruro y Alto de zarzos en el Gran Chaco, allí tenían puestos ganaderos donde se fabricaba queso que se vendía en Santa Cruz, pero con la Guerra del Chaco, se diezmó el ganado hasta quedar en nada.
Cuando contaba con 11 años de edad aprendió a tocar la caña, luego la quena y la caja, a raíz de que una maravillosa noche de luna, mientras trabajan trillaban el trigo. Justo Soto recuerda que a los lejos escuchaban tocar el erke al señor Antonio “choroti” Gareca, fue cuando su padre le propuso comprarle una caña con el compromiso de que aprenda a tocar. A los dos días, su padre retorna con una caña de corta, fabricada por Eustaquio Romero, residente en la Comunidad de Canchones.
En sus ratos libres practicaba su instrumento musical, pero como era de mala calidad, al año siguiente debió comprar otra, el costo era elevado, pagaban por una Caña, una carga y media de papa o dos quintales de trigo, motivo por el que tuvo que aprender a fabricarlas. Asó las que salieron de sus manos fueron cañas de alta calidad y miden cuatro metros y medio de largo.
A los 21 años de edad, se alista en el ejército, presta sus servicios militares en el regimiento Padilla de Tarija, al poco tiempo, se contagia de paludismo, por lo que debe permanecer en reposo sanitario, pero su estadía se alarga por dos años, tiempo que pasa en Campo pajoso, Yacuiba, Ivibobo, Villa Montes, Camiri, Carandaytí, Charagua y la ciudad de Sucre.
Estando en el Chaco, recorre los montes y las picadas, allí conoce las trincheras de guerra, tanto las construidas bajo tierra como en los árboles. Al licenciarse, retorna a las labores de campo, sus padres le proporcionan una parte de sus terrenos para su sustento, siembra maíz y trigo, cuya producción llevaba al mercado de Tarija, el grano era convertido en harina en el molino de San Luis.
El transporte desde el Cóndor a Tarija le demandaba doce horas de viaje, llegaba al atardecer a San Luis y de inmediato entraban al molino, de manera que al amanecer estaban llegando a la antigua recova (hoy mercado Central), allí guardaban los burros y se dedicaban a la entrega de la harina o del maíz a las casas de familia. Recuerda que ciertas casas tenían sus propios molinetes pequeños.
En cierta ocasión, salió a comprar chala para sus burros, pero al pasar por las oficinas de Carabineros (hoy Policía Nacional), ubicadas en la Plaza “Luis de Fuentes”, se encontró con Heriberto Lema, un antiguo compañero de cuartel, a la sazón se encontraba de Jefe de Policía, conversaron y por el afecto que le tenía, lo incorporó en el acto al cuerpo de carabineros, corría el mes de diciembre de 1951, gobernaba el país el Presidente Mamerto Urriolagoitia.
Por aquellos días, ya se sabía que habría una revuelta en todo el país, había descontento general. En el campo los arrenderos trabajaban gratis para los patrones, los capataces abusaban de su jerarquía, los campesinos eran prestados a otras haciendas sin remuneración alguna, en las ciudades ocurría similar descontento; hasta que finalmente se produjo la revolución del MNR.
A Don Justo Soto Lazo le tocó estar de guardia por aquellos días, pero no hubo mayores desordenes en la ciudad. De tal modo, ya no volvió a su casa, dejó sus terrenos a sus hermanos menores y se quedó a ejercer sus nuevas funciones, primero en Tarija, luego en Padcaya, La Mamora, La Capilla y Villa Montes. Permaneció trabajando de agente policial por el lapso de diez años, por entonces la policía funcionaba donde actualmente es el Concejo Municipal.
Su retiro de la policía fue por razones familiares, su padre luego de una breve enfermedad falleció y así Justo debió encargarse de las tierras de la Abra del Churo en El Cóndor. En esta época se dedicaba también al sindicalismo, defendiendo fervientemente los derechos del campesino, su actuación fue muy destacada, actividad que lo llevó en varias ocasiones a la ciudad de La Paz, luego fue incorporado al Comando departamental del Movimiento Nacionalista Revolucionario con la responsabilidad de dirigir el campesinado afín al partido liderado por el Dr. Víctor Paz Estenssoro.
En el año 1969 hizo una promesa ante el Santo Patrono San Roque de acompañarle hasta el fin de sus días con la caña, compromiso que cumplió fielmente, su capacidad de organización lo llevó al rango de maestro cañero y Director de los cañeros promesantes. Al poco tiempo de alistarse en las filas de la Policía tomó por concubina a una señora, concibió cuatro hijos, sin embargo, después de veinte años de vida común se separaron, ella alegó que los hijos no son de su paternidad. La unión familiar se deshizo hasta perder todo nexo de comunicación.
Durante su vida fue un devoto de la Virgen de Chaguaya y, para su festividad, hasta hace unos años, estuvo acompañando la procesión con su caña. De igual modo, lo hizo para la fiesta del patrono San Roque, tenía nítidos los recuerdos de los cañeros: Genaro Rueda, Chorote Gareca, Nazario Jerez, Samuel Contreras, Artidorio Caro, Bernardo Tarifa, Ricardo Cadena, Pascual Pantoja, Antonio Jiménez, Hugo Torrez, Esteban Jerónimo, Ceferino Barrientos, Antonio Velásquez y otros.
Recordaba que trabajó en varios oficios; particularmente cuando las calles de Tarija eran de tierra, se empleó de obrero para enlozetar la calle Méndez. Durante la última etapa de su vida vivió de favor en los predios de las oficinas del Servicio Departamental de Gestión Social (SEDEGES), su dormitorio fue a la vez depósito de sus enseres de trabajo, ocupó este pequeño ambiente desde el año 1984.
Allí tenía su taller de zapatero, fabricaba abarcas de charol con tiento y quiña, además de planta alta a la antigua. Años antes –dice- se colocaban tachuelas en las plantas a fin de que hagan ruido al zapatear. También fabricaba cajas, quenas y cañas.
La vida de Justo Soto Lazo fue novedosa, llena de avatares y sinsabores, no obstante, la pujanza familiar afloró por sus venas, trabajó incansablemente en su modesto taller, cooperó con la Oficina del adulto mayor, participó de todas las festividades religiosas y cívicas con su caña, erke, quena y caja; según sea la época.
Justo Soto Lazo, un ferviente defensor de los campesinos, jamás olvidó que el 02 de agosto de 1953, durante el Gobierno de Víctor Paz Estenssoro, se instauró en Bolivia el “Día del Indio”, luego del año 2006, se denominó “Día de la Revolución Agraria, productiva y comunitaria”. Paradójicamente, el dirigente de los cañeros chunchos dejó de existir el día domingo 02 de agosto de 2020. Sus restos serán depositados en el cementerio general.