En entrevista exclusiva con El País
Paciente cero: Esperanza y solidaridad, los pedidos del padre Calderón tras 45 días de lucha
La ambulancia empezó a atravesar el casco viejo de la ciudad de Tarija dirigiéndose hacia el oeste de la urbe. El padre Jun Carlos Calderón se mantuvo consciente hasta llegar al puente San Martin, luego perdió la memoria



Juan Carlos Calderón no sabe cómo el Covid-19 se introdujo en su cuerpo, desconoce si lo ha pisado, si lo agarró o si se impregnó en su ropa. Tampoco le interesa desentrañar este misterio, mucho menos buscar culpables ni tener rencor por aquellas personas que lo condenaron socialmente cuando se conoció que era el primer caso detectado en Tarija. El paciente cero.
Hoy da gracias a Dios por haber vuelto a la vida y haber derrotado al virus pandémico, ese enemigo invisible que tiene arrodillado al mundo entero. Luego de tres meses del peor episodio de su vida, Calderón ha perdido algunos kilos, pero también ha perdido esa poblada barba que lo caracterizaba y que por accidente combinaba con su atuendo café de sacerdote franciscano.
Lo que nunca perdió fue la fe y la esperanza. Hoy su sonrisa delata la felicidad de haber regresado sano a casa. Entre sus manos tiene su celular y mira fijamente la cámara, se sienta en una silla y empieza a recordar cómo comenzó la enfermedad que casi termina con su vida.
Era marzo de 2020 y los primeros casos en Bolivia se comenzaron a registrar. El Padre había escuchado que el virus no estaba en Tarija, por lo que su tranquilidad descansaba en esa idea. Sin embargo, de un momento a otro, empezó a dolerle el estómago, la molestia no parecía grave y aunque nunca antes sintió algo similar, ésta terminó complicándose.
En primera instancia optó por ir al Hospital Regional San Juan de Dios (HRSJD) y otro día a una clínica privada. En ambos lugares le dieron unas tabletas para calmar el dolor, pero llegó el día en que ya no aguantó más. El calendario marcaba un sábado 28 de marzo, a siete días de la declaración de cuarentena total en el país. Ese fue el día en el que pidió auxilio.
Los bomberos llegaron hasta el interior del Convento Franciscano, un inmueble histórico ubicado en pleno centro de la capital chapaca. Entraron y lo cargaron en la ambulancia, que luego velozmente empezó a atravesar el casco viejo de la ciudad, dirigiéndose hacia el oeste de la urbe. Calderón se mantuvo consciente hasta llegar al puente San Martin, luego perdió la memoria. La segunda parte de la historia se la contaron.
Lo llevaron a una clínica del barrio Senac porque aún el Hospital San Juan de Dios no estaba preparado. No recuerda qué procedimientos médicos le aplicaron, ni cómo le ingresaron a ese centro. Tampoco sabe nada del operativo que se preparó días después cuando lo trasladaron desde ese lugar al San Juan de Dios. Ahora calcula que se mantuvo inconsciente durante una semana y media aproximadamente.
Pasado ese tiempo, sin saber dónde ni cómo estaba, reaccionó dentro de la sala de Terapia Intensiva del hospital, justo en el momento en que los médicos intentaban reanimarlo y se disponían a hacerle el trabajo de intubación.
De pronto entre nubes pudo captar unas sonrisas y vio que los médicos y las enfermeras se alegraban, fue entonces cuando él también empezó a dar gracias a Dios por haberlo vuelto a la vida, pues según asegura “el estar en un lugar físicamente, pero no consciente, es como no estar vivo”.
Al comienzo se limitó a no hablar, solo observaba que los médicos le suministraban medicamentos y hacían todo lo que estaba en sus manos para que se recupere. Él, apegado a Dios, nunca dejó de orar y dar gracias. Con el pasar de los días, el personal de salud empezó a charlarle y a animarle para que se recupere.
Asegura que en ningún momento le dijeron que estaba con Covid-19. No lo supo hasta el final de su estadía en el hospital. Así, cerca del mediodía del 23 de abril y debido a su recuperación lo trasladaron en una camilla cubierta por una especie de cápsula, especial para pacientes con coronavirus.
Aún con eso, el Padre no tenía idea del porqué estaba así. A su paso veía mucha gente vestida de blanco, eran los médicos y enfermeras que habían cuidado de él por más de 20 días. A ellos les da todo su agradecimiento de manera infinita y asegura que están siempre en sus oraciones.
Ya instalado en la sala de Terapia Intermedia del mismo nosocomio, el personal de salud le motivaba a tomar las cosas en serio, en el entendido que tenía que recuperar su motricidad con la ayuda de fisioterapias y así fue. Estuvo ahí por otros 20 días más, antes que le den el alta definitiva.
MENSAJE A la gente que ha contraído el virus el padre le pide que tengan esperanza, que no se desanime y no piense que es el fin de su vida
Los dichos de misas y reuniones
Lamentablemente cuando Tarija se enteró del caso cero se tejieron diferentes versiones referidas al origen de su contagio y también críticas sobre los lugares que habría visitado el padre y las misas que hubiera dado.
Se habló de que Calderón celebró misas en siete comunidades del área rural de Cercado y que no habría tomado las medidas necesarias. Sumado a ello el odio se esparció como una plaga en las redes sociales.
Hoy el padre Calderón aclara que dio misas en tres comunidades: Tolomosita Oeste, Tolomosita Norte y Tolomosita Sur. En este último lugar, incluso almorzó por la fiesta de San Antonio, pues se sentía bien y no tenía ninguna molestia para ese entonces.
Cuenta que en esa ocasión, desarrolló su día normal, conversó como siempre lo hacía y volvió a su casa, donde estuvo bien de salud. Para ese entonces no se imaginaba que podía ser portador del virus.
Añadido a esto revela que sostuvo otras reuniones, pero ninguno de los que participó en ellas resultó positivo al virus. Igualmente en las comunidades que visitó nadie se enfermó por Covid-19.
Cuando el Servicio Departamental de Salud (Sedes) intentó establecer el nexo de contagio, la hipótesis con mayor fuerza recayó en la visita que hizo un religioso de Santa Cruz al convento Franciscano en Tarija.
Calderón dice al respecto que no se puede echar la culpa a su colega, “no se trata de buscar culpables. Yo he tenido que llamarle para decirle que no se sienta mal y que él no me ha pegado la enfermedad. Es algo que nos puede pasar a cualquiera y en cualquier momento. No sabemos dónde está el virus”, dice el Padre.
Personal de salud que atendió al paciente cero de Covid-19 dio negativo a pruebas
El rechazo social, el pedido del Padre y la esperanza
Cuando le mencionamos el rechazo social se hace imposible que Calderón no se incomode. Aunque asegura que no ha escuchado esto de manera directa sabe que hablaron mal de él.
Dice que esas personas deben arrepentirse y pedir perdón a Dios, además de tener en claro que nadie está libre de contraer la enfermedad. Así pide que haya más comprensión y solidaridad en estos tiempos, y aclara que si se cometen errores hay espacio para arrepentirse y no volver a hacerlo.
“Ahora es el momento para abrir la mente, nadie está libre. Hoy puede pasarte a ti y mañana a otros. Debemos estar preparados para animarnos, no para rechazar – comenta el religioso –. El otro día he escuchado que una periodista dio positivo y sus vecinos la hicieron a un lado. Eso es absurdo, no es cristiano ni humano, porque lo cristiano y lo humano es amar, apoyar y no destruir a las personas”, asegura.
A la gente que ha contraído el virus el sacerdote le pide que tengan esperanza, que no se desanime y no piense que es el fin de su vida. Explica que muchas veces no es la enfermedad la que mata, sino la desesperación de la persona. De tal manera aconseja no perder la esperanza y ponerla a disposición de Dios con mucha fe.
La vuelta a casa
El 15 de mayo el padre Calderón escuchó lo que tanto esperaba. Los médicos le dijeron que podía irse, pues había sido dado de alta del nosocomio. Su recuperación total la debía continuar en casa.
La calle Santa Cruz fue testigo de aquel hecho. Un día soleado salió por la puerta grande de aquel Hospital que lo había cobijado por largos 45 días. Esa jornada vestía una polera blanca que sin querer hacía juego con su barbijo.
Un pantalón gris delataba su adelgazamiento y su mano sostenía firme un celular para llamar a su amada madre, una mujer de 85 años que no tuvo un día de paz desde que su hijo enfermó: “Mamá, ya estoy sano” fueron las palabras del padre Juan Carlos Calderón. Con esta feliz frase cerraba este doloroso episodio.
Donar su plasma
“Ya le he comunicado al médico Marcos Oliva, el momento que quieran voy a donar mi plasma. Ellos tienen que ver si estoy apto para dar. No tengo ningún problema, yo no me cierro, yo he pasado por este dolor y oscuridad, entonces, cómo no voy a dar. Sería una persona egoísta si no doy mi plasma para que otros se sanen”.
Personal de salud
“Estoy muy agradecido con el personal de salud, hicieron todo lo que se podía, me atendieron tan bien y con mucho cariño. Que el Señor les bendiga y les dé mucha fuerza, más ahora que tenemos más pacientes con esta enfermedad. Creo que deben confiar en que todo va a salir bien. Dios les dará sabiduría, fuerza y cuidado para que no se contagien”.
Recuperación
Luego de haber recibido dos resultados negativos para Covid-19 el padre Juan Carlos Calderón se enfoca en su recuperación total, realiza caminatas y ejercicios dentro de su casa. Una vez vencido ese paso se dispondrá a que el obispo de la Diócesis de Tarija, Jorge Saldías, le dé las directrices para retomar su labor.