Los secretos

Creemos que cuando nacemos somos una hoja en blanco lista para ser escrita. Pero esto no es así.

Lo que no se dice con palabras se expresa con dolores, síntomas o por accidentes.

Cuando una generación se calla un secreto las siguientes se encargan de debelarlo, reproduciéndolo a través de sus integrantes las veces que sea necesario, hasta que alguien habla.

Somos generaciones de vivos que caminamos como mínimo con dos generaciones de muertos.

Y mientras más grandes o más dolorosos sean los secretos, salen a la luz con más intensidad en los descendientes.

Así, la enfermedad o los síntomas o la situación no es la solución del problema, sino una invitación a enfrentar un conflicto familiar que se ha mantenido secreto.

¿La familia por qué calla estos secretos, no dichos, silencios, memorias dolorosas, culpabilidades? Por vergüenza. Hay suicidios, asesinatos, locura, robos, infidelidades, cárcel, abortos, incesto, abusos de todo tipo, homosexualidad, y todo lo que quedó escondido y reprimido en nuestro clan provocando un vacío existencial en las vidas de las generaciones siguientes.

Cuando el árbol quiere mostrarte este secreto crea una estructura, situaciones que se repiten.

Fechas de nacimiento, enfermedades, accidentes con características similares, hechos que se producen en la misma fecha.

Cuando somos portadores de secretos lo vivimos como una carga extra, un cuerpo extraño que no nos pertenece. Vale más saber una verdad, aun cuando sea difícil, vergonzosa o trágica, que ocultarla.

Cuando logramos contar “el secreto” este queda liberado, el inconsciente sabe de dónde viene esa sensación. No necesitas hacer un drama de la situación, victimizarte o culpabilizarte. Es hablar con la verdad. La verdad libera, la verdad sana, la verdad trasforma.


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