Los días van tan rápidos

Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación,

se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure en mis pulmones

una semana más, los días van tan rápidos

al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro

y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.

 

Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera

nadie allá, voy corriendo a la materna hondura

donde termina el hueso, me voy a mi semilla,

porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas

y en el pobre gusano que soy, con mis semanas

y los meses gozosos que espero todavía.

 

Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse

de haber entrado en este juego delirante,

pero el espejo cruel te lo descifra un día

y palideces y haces como que no lo crees,

como que no lo escuchas, mi hermano, y es tu propio sollozo allá en el fondo.

 

Si eres mujer te pones la máscara más bella

para engañarte, si eres varón pones más duro

el esqueleto, pero por dentro es otra cosa,

y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto:

así es que lo mejor es ver claro el peligro.

 

Estemos preparados. Quedémonos desnudos

con lo que somos, pero quememos, no pudramos

lo que somos. Ardamos. Respiremos

sin miedo. Despertemos a la gran realidad

de estar naciendo ahora, y en la última hora.


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