Amargados

Nunca dejan de sorprenderme aquellas personas que nunca sembraron nada y pretenden cosechar algo. Cuando tuvieron la oportunidad de sembrar camaradería, cariño, palabras de aliento, afecto y contención; solo sembraron mala onda, celos, envidias solapadas, agresividad, crítica y ceño fruncido.

Es la gente que paga el alto precio de vivir angustiado y enojado con todo el mundo. Así como hay enfermedades que destruyen el sistema inmunológico físico, la amargura les destruye el sistema inmunológico espiritual. Tarde o temprano morirán espiritualmente, aunque de la noche a la mañana quieran disimularlo con una sonrisa plástica y artificial.

Es que la amargura y la falta de perdón son como tomarse el veneno y esperar que las demás personas se mueran. Ese veneno está en su propio organismo, no en el que los ofendió. Las ofensas son sustancias nocivas, tóxicas. Una maleta cargada de amargura los llevará más lejos de lo que querían ir, los mantendrá lejos de Dios más tiempo de lo que planearon quedarse, y les costará más de lo que planearon pagar.

Recuerda que tienes una sola oportunidad de sembrar algo positivo para dejar un buen recuerdo en un tu paso por la vida. De otro modo, cuando te vayas solo sentirán alivio y te recordarán como un trago amargo que nadie quiere volver a beber.


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