Epifanía que duele
El día se ha filtrado
debajo de mis uñas,
qué extraña efervescencia
la de la luz en mis dedos
aderezada por un cosquilleo
de sangre perezosa,
esa respiración parecida al pensamiento,
ese querer estar viva
para poder contarlo,
y que vuelvan a su lugar
los propósitos soñados,
y el deseo ambiguo
de las insatisfacciones más leves.
Poner el paladar en su lugar,
que no se escape el aire,
ni la lengua se ahogue
en la saliva seca
de una intuición asustadiza.
Un instante luminoso,
un mal presentimiento
parecido a un olvido que empalaga
y va arrastrando flecos
por un laberinto
de palabras perdidas.
Epifanía que duele
como un mordisco gris
debajo de los párpados,
fogonazo en la sombra
del vértigo enhebrado
en una aguja gruesa
que se adentra en los ojos
y deshace el umbral del sentimiento.