Cómo entender a nuestro hijo adolescente sin desesperar en el intento

Llega la adolescencia a nuestro hogar y muchas cosas pueden empezar a cambiar; alteraciones conductuales, nuevas tensiones, comportamientos y respuestas inusuales en nuestros hijos entre otros.  A la vez que pueden aparecer sorpresas y desarrollos evolutivos de orgullo para los padres, también afloran nuevas conductas desconocidas y desafiantes en nuestros hijos, un momento de readecuación vital que puede no estar exento de dolores de cabeza.

Primero hemos de comprender que la adolescencia está ligada a cambios físicos, psicológicos, emocionales, hormonales, cognitivos y sociales que generan mucha incertidumbre en los adolescentes y a veces verdaderos torbellinos en el hogar. Es un momento donde las emociones fluctúan y se desbordan haciendo difícil el manejo de situaciones que antes eran controlables. El y la adolescente están definiendo su identidad y este proceso no siempre es fácil.

Los amigos y amigas pasan a ser generalmente los nuevos mejores aliados, el hijo toma cierta distancia natural con los padres para querer pasar más tiempo con los pares y a veces las tensiones y desacuerdos afloran frente a los progenitores. Aunque el adolescente pueda mostrar conductas desafiantes frente a ellos, el hogar y los padres deben seguir constituyendo el lugar seguro donde se anclan, dudan, son resguardados y pueden seguir sintiéndose protegidos.

Ante esta etapa de cambios conviene mantener la calma, entender que es una transición de nuestro hijo hacia la formación ulterior de su personalidad y que el torbellino de cambios y de inestabilidad también pasarán.

El diálogo entre padres e hijos sigue siendo el primer consejo, debería ser reforzado a pesar de las tensiones y posibles diferencias que se puedan encontrar en el camino; pero también se trataran de conversaciones diferentes donde el adolescente diferirá e intentará hacer prevalecer su opinión. Se aconseja escuchar más, conocer las motivaciones, razones y argumentos que subyacen en los puntos de vista del adolescente; establecer acuerdos dentro de lo que es posible también es aconsejable, pues esto ayuda a que el adolescente se sienta validado, favorece su crecimiento y autonomía, así como la comunicación dentro del hogar. Asimismo, se aconseja favorecer el diálogo como resolución de conflictos, pues generalmente los castigos solo atrincheran al adolescente. Por contra y aun habiendo diálogo abundante, son importantes también unos límites claros y coherentes para dar seguridad y guiar el comportamiento general del adolescente y poder marcar las pautas de lo que es conciliable y lo que no, a la vez de que le mostraran las consecuencias naturales de sus actos y decisiones.

En la adolescencia también se hace necesario saber que los progenitores confían en uno mismo; en este sentido conviene establecer un equilibrio entre concesiones y limites, yendo al ritmo del adolescente y a lo que está preparado para asumir y responder. Validar las emociones y hablar de ellas constituye un aspecto importante también, a la vez que favorece el vínculo entre padres y adolescentes.

Esta etapa de cambios en nuestros hijos también no solo es un desafío para los adolescentes, sino que también puede ser de gran aprendizaje para nosotros como padres, fortaleciendo un vínculo sano del adolescente con su familia y de ella hacia el mismo.


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