Morbo e impunidad: los ataques de algunos medios de comunicación contra Odalys

Odalys Vaquiata es una joven que desapareció el 30 de marzo en circunstancias hasta ahora poco esclarecidas. Viajó a Coroico, La Paz, con su enamorado Joel Pérez que ahora es el principal acusado de su desaparición.

Desde que el tema saltó a los medios de comunicación los ataques contra Odalys no han cesado. Es moneda corriente que las víctimas sean cuestionadas por nada más y nada menos que el hecho de desaparecer o de morir.

Joel, de 25 años, goza del privilegio de estar en un centro penitenciario para menores de edad en calidad de detenido y se ha convertido en la principal fuente de información para algunos medios de comunicación tradicional.

Ciertamente no se puede acceder a la versión de la joven, pero eso no da licencia de atacarla sin que pueda defenderse. Su mamá ha desfilado en diferentes medios pidiendo justicia y apenas alcanza a defender a su hija cada vez que la juzgan.

¿Por qué dejó a su hijito? ¿Qué hacía bailando en Tocaña? ¿Por qué estaba tomando?, ¿Por qué traía minifalda?, ¿Por qué caminaba de noche?, son algunas de las preguntas que se sugieren en entrevistas televisadas.

Los medios de comunicación tenemos que rendir cuentas por todo ese circo. Dar el beneficio de la duda solo al acusado muestra falta de empatía y perspectiva de derechos. El periodista Mario Espinoza decía en su programa radial y con toda razón que: no hay el cuerpo del delito.

De esa afirmación a los titulares que hicieron algunos medios hay una gran distancia como cuando leímos que: Joel siente que Odalys está viva.

Dos medios de alcance nacional fueron irresponsables. En Que No Me Pierda, programa televisivo nocturno, no se cansan de darle espacio a los "hallazgos" de Melania Torrico. Una figura en quien no vale la pena detenerse más que para aclarar que trabaja en cuestionar a las mujeres que piden justicia.

Torrico busca lavarle la cara al acusado. Hay decenas de reflexiones periodísticas sobre este tipo de actitudes con esta fórmula: Destacar las virtudes de estudio o trabajo, mostrar que él y su familia sufren mucho, detallar todo lo bueno o correcto que hizo. Entonces ¿Cómo alguien tan bueno pudo hacer algo malo?

De esto recuerdo el caso de “El joven que tocaba el piano (y descuartizó a su novia)”, un relato de Alejandro Sánchez. El periodista no quería justificar la muerte de la joven Sandra Camacho, pero lo hizo al contar solo la versión del asesino. Eso le valió, en 2013, el pedido de descalificación al premio Gabriel García Márquez por parte de organizaciones de defensa de derechos humanos.

De vuelta a Bolivia. Otro medio televisivo que no tiene problemas en rifar su credibilidad es Bolivisión donde entrevistaron al papá del hijo de Odalys para desmenuzar públicamente aspectos íntimos de su vida. ¿Qué valor informativo tiene entrevistar a esta persona?

Se dice que entre bomberos no nos pisamos la manguera, que no se habla de los errores del frente. Estos no son errores, son decisiones editoriales de mostrar a las mujeres como culpables de lo que les pasa y a los hombres como seres que debemos justificar.

Cuidar las formas, ser diplomáticamente correctos es esconder el problema debajo de la alfombra para no alborotar el avispero. La crítica al periodismo desde el periodismo es necesaria.

Qué pena intentar que la población respete y siga al periodismo para la toma de decisiones mientras algunas personas eligen estas formas de hacer morbo y espectáculo y ponerle el rótulo de periodismo encima. Qué pena por los periodistas que si honran el oficio. Qué indefensión la de Odalys.

 

* es Periodista


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