No se puede hacer de dos, uno

La Ley 348 trata de garantizar a la mujer una vida libre de violencia. El feminicidio es una categoría jurídica de violencia extrema a la mujer por el hecho de ser mujer. La psicoanalista Irene Greiser indica que el feminicidio se inscribe como uno de los nombres del malestar actual en la civilización, el malentendido sexual estalla bajo la modalidad de ¨guerra entre los sexos¨. 

El ministro de Gobierno de Bolivia informó que, durante el año 2023, Bolivia registró 81 casos de feminicidio, indicando que es mejor a la gestión 2022, y que está en bajada desde noviembre de 2020, reduciendo en 30% y se tiene un objetivo de reducir hasta el 50% para el 2025. La mayor parte de los feminicidios se cometieron en el área rural del país, particularmente en La Paz, Santa Cruz, y Cochabamba. Los hombres que cometieron estos delitos son principalmente concubinos, seguidos de esposos y después enamorados. Aunque estos datos estadísticos son importantes y nos llaman a la reflexión, también es importante estar advertidos de cada caso es único, particular a cada situación e insoslayable la singularidad de los sujetos implicados.  

El dato del vínculo sentimental de los agresores con las víctimas plantea un escenario de relaciones violentas entre el amor y la tragedia. Es decir, cuando un partenaire ejerce un acto violento que implica la muerte. La problemática de la violencia contra el cuerpo de una mujer se inscribe así en la lógica de la pareja como estrago, más inquietante aun cuando una mujer se cristaliza en la posición de víctima. Del lado de los hombres –no se puede negar la evidencia de que hay hombres violentos- se torna necesario indagar que pasa con la virilidad, a la luz de la caída de la autoridad y su tránsito al autoritarismo.

Irene Greiser plantea que “el hombre violento, golpeador, el hombre que no puede hablar con ella ni alojarla es una modalidad de macho que al no contar con una excepción que amenace su potencia fálica se ve arrastrado a un goce en el cual esa potencia fálica aparece ilimitada”.

Una cosa son los intrínsecos malentendidos, los desencuentros, los problemas de pareja, y otra son los actos violentos que implican golpear, dañar el cuerpo de una mujer; y otra extrema es el pasaje al acto criminal del feminicidio. Será cuestión, para cada uno, de consentir la constatación de que no hay forma de anular este desencuentro estructural entre los sexos, y que se puede expresar en la frase, no se puede hacer de dos uno. Hay muchas maneras de tener un malentendido sin necesidad del pasaje al acto violento, o peor a la locura feminicida.

Dejarse tomar por esta inquietante constatación, podría ser fecundo y posibilitar el coraje de vivir una relación de pareja no abrumadoramente armónica, pero si más digna respetando el modo singular de satisfacción de cada ser hablante; renunciando a la posesión ingenua del otro. Aunque no hay garantías en esta decisión -que requiere de valor- pero si más posibilidades diferentes a la tragedia.


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