Tomemos conciencia y cambiemos de actitud

Ante la degradación moral del hombre debido a la inversión de valores en nuestra querida Bolivia, donde hay más necesidades que recursos y más penas que glorias, donde la alevosa corrupción y la indecencia se campean, y donde seguimos siendo esclavos de la ignorancia, la mediocridad y la improvisación; necesitamos cultivar gente íntegra en conocimientos, valores y principios para revertir esta penosa y triste realidad que aqueja a nuestra sociedad. Muy bien sabemos que la salud moral de un pueblo depende de la educación que sus ciudadanos reciban de sus padres,  de sus profesores y de sus instituciones.

El paradigma idóneo del hombre es su desarrollo integral y sostenible. En este entendido, la educación integral de las personas es el único camino que puede hacernos ciudadanos libres y de buenas costumbres. Libres de pensamiento y de conciencia, libres de vicios y de malas pasiones. EL ser libre significa ser responsable de nuestros actos respetando nuestro entorno social y natural. Las buenas costumbres comienzan con cosas simples, por ejemplo: poner la basura en su lugar y no tirarla en cualquier parte, saludar al vecino, ser valiente, bondadoso,  justo, respetuoso y cortés, ser disciplinado y puntual, honrar su palabra, respetarse  a sí mismo para ser una persona digna y capaz de respetar a los demás, ser considerado con el prójimo, tener cultura tributaria, etc. Nadie es perfecto, pero somos perfectibles.

Para superar las falencias de educación informativa y formativa  debemos luchar  constantemente en la búsqueda del conocimiento de la verdad para descubrir y practicar tantas virtudes ético-morales, sociales,  y espirituales que enriquecen a la persona humana, para convencer por la persuasión y para enseñar con el ejemplo. Es agradable saber que a través de nuestra buena conducta uno sea un referente en el hogar, en el trabajo o en la fraternidad, respetando las leyes y normas establecidas, cumpliendo nuestros deberes antes que exigir derechos.

Aparte de técnicos, profesionales, científicos e intelectuales, necesitamos personas honestas y decentes, con valores  para promover el mejoramiento de la calidad de vida buscando un poquito de felicidad. Los padres y maestros educadores juegan un papel preponderante en este campo. Debemos disciplinarnos hasta crear una verdadera cultura del orden, la limpieza, el respeto mutuo y donde impere la justicia, para evitar cometer improperios y exabruptos.

No debemos dar cabida a la soberbia, la mentira, el odio, la venganza, el ocio, el egoísmo, la ambición desmedida, etc. No nos olvidemos del amor que es lo más barato y más valioso que hay. En un hogar con amor reina la armonía, la familia armónica como unidad social garantiza una comunidad consistente.  Cuando las naciones del planeta se comprendan y se respeten, habrá paz en el mundo. Cuidemos y aprovechemos racionalmente los pocos recursos que aún nos quedan.

 

*es Médico Veterinario


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