La inmoralidad del gobierno moral de Tarija

En días pasados se realizó la elección del directorio del Comité Cívico de Tarija (CCT), es así, que esta directiva nace equivalente al imaginario que tenemos de un zombi, un ente que camina maltrecho y grita para comunicarse, pero no está ni completamente vivo, ni se encuentra completamente muerto.

Adrián Ávila mencionaba hace unos meses atrás, que el comité cívico se encontraba en un momento de “crisis institucional”, como se vio en la asamblea convocada por los cívicos el 12 de octubre de 2022 en el patio del cabildo donde su auditorio para 300 personas quedo con menos de 20  participantes, o también declaraciones como la de los empresarios privados de Tarija miembros del CCT cuando el 10 de enero de 2023 mencionan: “el comité cívico no representa a nadie, hace 40 años son los mismos que se autonombran cívicos”, sin embargo, la última elección trajo algunos hitos tanto públicos, como el bochornoso pedido de expulsión del rector de la UAJMS, o privados donde el gobernador Oscar Montes muestra quien manda sobre el alcalde de Cercado imponiendo a Jesús Gira.

Haciendo un paréntesis de la coyuntura queda preguntarnos ¿Qué es el comité cívico y Cuál es su origen?, En Tarija nace en el año 1957, bajo el contexto del nacionalismo boliviano que se hizo carne con la revolución de 1952 y que tenía su germen en RADEPA y Villaroel, que instaurara la conciencia de lo nacional como elemento fundamental para constituir un país, no obstante, el CCT nacerá como elemento de apoyo al desarrollo regional, mediante las gestiones que pudieran realizar ante autoridades nacionales, cooperación internacional o mediante el aporte personal y desinteresado de sus ciudadanos para el beneficio colectivo.

Para definir que es el CCT, debemos referirnos a que su estatuto vigente establece en su artículo 1 que el Comité Cívico de Tarija “se constituye en el mecanismo de consulta y concertación de la tarijeñidad”, asimismo, Juan Carlos Ramos past presidente menciono que, el CCT es una “institución moral”. En primer lugar, se deberá establecer que la “concertación” o el “consenso” dentro de una sociedad estratificada como la nuestra se construye artificialmente a partir de aparatos ideológicos que instalan como ciertas algunas creencias o mitos en el sentido común, por tanto, la primera búsqueda de definición institucional, es un mero instrumento decorativo para embellecer formas coercitivas.

Constituirse como “institución moral” define mejor a la denominada casa cívica, es así que la moralidad parte de la dicotomía entre lo bueno-malo, es la lucha por la definición de lo que puede ser considerado “sacro” o “profano”, la moral nace con la iglesia católica y esta tendrá su monopolio absoluto, al definir entre bueno-malo un sinfín de situaciones, el moralismo estará ligado al sentimentalismo más infantil de las personas, sin embargo, la separación del estado y la iglesia traspasaran la moralidad como bien de los curas hacia los “patrones” que construirán sus propias narrativas y sacralizaran mitos y creencias que justifiquen su dominación, que serán irradiadas por instituciones como el CCT, clubs, cuerdas, etc.

Asimismo, la moral es incompleta en sus planteamientos, tiende por su naturaleza a ser dogmática y osificarse en un grupo social o en el caso del comité cívico en una institución, por lo que se puede entender que su discurso es el mismo de hace 20 años y sus dirigentes permanecen desde hace 40 años como mencionaban los empresarios privados.

Por último, para cerrar nuestro paréntesis inicial, es importante saber si el CCT contiene algún valor, la respuesta está dada por los mitos sacros que construyen, por ejemplo, está bien visto “hacerle el amor a Tarija” en sentido figurado  y se estableció que el CCT es su fiel amante, por lo que  genera valor simbólico valido para un grupo social, que puede ser acumulable por sus miembros e intercambiable por otros capitales como ser económico o politico, aspiración  final de sus miembros, prueba de ello es que una parte importante de los presidentes cívicos terminaron haciendo política partidaria y siendo autoridades, materializándose el intercambio de capitales del sujeto.

Igualmente la moral se opone a lo material, por lo que no es una sorpresa que en el CCT la aplicación de estatutos y valores morales este dado por situaciones de conveniencia e hígado más que por respeto de su normativa, una de las características que siempre profeso el CCT fue su “independencia partidaria”, sin embargo, en la última elección gano Jesús Gira que es político miembro de la agrupación del gobernador Oscar Montes, fue concejal de UNIR y candidato a la alcaldía de Uriondo, lo que demuestra que los valores morales de conveniencia son canon de sus miembros.

Hoy para la política de “orden” de Montes, pasa a ser vital controlar el CCT con el poco valor que le queda, de cara a las elecciones de 2026 tras la abierta beligerancia en la ciudad desde la alcaldía o universidad donde se retorna a un escenario semejante al 2008 como desarrolle anteriormente en mi columna, dándose un escenario de empate catastrófico que debe generarle pesadillas al gobernador.

La realidad del CCT es que su crisis es terminal tras la última elección, nadie puede lavar la cara de un comité abiertamente vendido, es un zombi en estado de putrefacción, donde la única receta de cura estructural es entender que la Tarija de 2023 cambio y ya no es y no tiene por qué seguir siendo la misma, el tiempo corre y como en la naturaleza, los cambios en el medio de vida extinguirán definitivamente lo que no pudo adaptarse.


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