A mejor infraestructura, mejor rendimiento educativo

Las aulas de clase tradicionales, de hecho, fijan la posición del estudiante frente al maestro, marcando la jerarquía de poder y control que se refuerza con las prohibiciones y mensajes ideológicos que se coloca en las paredes del establecimiento escolar. En estas aulas tradicionales ya está definido quien debe cumplir el rol de enseñar y quien el de aprender, dejando de lado que todos aprendemos de todos. Un aula de la escuela tradicional tiene los pupitres fijos frente al escritorio del maestro que se ubica usando el pizarrón, con muy pocas posibilidades de configurar otras posiciones de los estudiantes, para participar en la clase construyendo su propio conocimiento; todo está diseñado para enseñar; mientras que, en un aula para la aplicación de métodos innovadores (escuela activa – participativa) y con mobiliario apropiado/individual, todos los estudiantes pueden ser visibles y comunicativamente activos desde lugares diferentes, según los métodos de trabajo que se use.

El aula construida y configurada con mobiliario apropiado para aplicar metodologías activo participativas se convierte en un excelente espacio propiamente constructivista, porque, estimula el movimiento  de los estudiantes de un área a otra, induce a que la comunicación confluya de diferentes maneras (oral, escrita, digital), más, si se cuenta con ayuda de medios tecnológicos para incrementar la información y la interacción entre estudiantes, lo que permite aprendizajes en sociedad con el apoyo de videos, audios, gráficos, carteles, etc. que obligan a adoptar diferentes posturas (pararse, acercarse, alejarse, moverse, etc.) a medida que las actividades se alternan y las posturas se cambian. 

Un aula con aplicación de la arquitectura pedagógica innovadora, hará que el estudiante esté en el centro mismo de ella, con su independencia, autonomía y libertad que le permitirá aplicar prácticas pedagógicas diferentes, que hará que el espacio educativo genere el ejercicio de la inteligencia que, como resultado principal permitirá experiencias sensorio motoras, cognitivas, afectivas y de relaciones interpersonales, fundamentales en el proceso de aprendizaje; de tal suerte que, en esta perspectiva, el estudiante será el dueño del espacio. 

Esta conexión entre el espacio, la arquitectura del aula y las relaciones entre estudiantes en clases presenciales, favorece el clima social de trabajo (motivación, predisposición, acción, alegría). No olvidemos que una clase es un lugar de relaciones en el que se debe producir un intercambio democrático de ideas entre estudiantes y profesores, lo que le da valor a la experiencia/aprendizaje; y, tengamos siempre en cuenta que, el centro de acción debe ser el estudiante que, si actúa como tal, obtendrá sensaciones e ideas múltiples que le permitan constantemente concebir nuevos y más conocimientos.

“En Bolivia no existe una normativa que regule y controle las edificaciones educativas en ningún nivel. Sólo existen recomendaciones genéricas a nivel arquitectónico que, responden a la reforma educativa de 1994 y el modelo de establecimiento educativo de la unidad de proyectos (UPRE)” … (ministerio de educación de Bolivia 2004). Un establecimiento educativo debe contar, además de las aulas de clases, con oficinas de administración, biblioteca, laboratorio, teatro, campos deportivos para las diferentes disciplinas deportivas, etc.

De la información que encontré resalto que la superficie por alumno de primaria, en el aula debe ser de 0,90 a 1,10 m2; de 3 m3 de volumen, con el 75% de iluminación, muy buena ventilación, seguridad y exagonal. Se debe tomar en cuenta el clima (frio, templado, cálido) para construir el aula física tomar en cuenta que debe tener una buena orientación; no debe estar construida cerca a lugares insalubres o lugares de consumo de alcohol y malsanos socialmente. Se aconseja que cada maestro debe atender 25 estudiantes en primaria con un mínimo de 10 y 30 en secundaria. La arquitectura pedagógica se ocupa de la construcción, renovación y adaptación de las edificaciones para el desarrollo de la educación y si queremos mejorar el rendimiento educativo, es necesaria su urgente aplicación.

El mobiliario para cada espacio educativo tiene su incidencia pedagógica y por su tamaño, forma y calidad acorde con la edad y el curso, podrán los estudiantes desarrollar con más o menos plenitud las diversas actividades en las particularidades que cada una de estas tienen, lo que contribuirá más o, menos a la capacidad imaginación, concentración y trabajo de los estudiantes. Los estudiantes cuan más cómodos se sientan, más vívidas serán sus acciones y más su aprendizaje.

Según información que encontré, en el año 2014 se habría realizado una reunión de profesores urbanos y rurales en la que concluyeron determinando que sólo el 5% de la infraestructura escolar reunía condiciones pedagógicas; por lo que, amerita que, en las actividades preparatorias para el congreso de educación, se realice esta evaluación dentro del diagnóstico que seguramente será objeto de consideración.


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