Persiguiendo librecambistas no solucionaremos la falta de dólares
La respuesta a la pregunta ¿cómo está la economía boliviana? la realidad es que, estamos al borde de una crisis, y lo que hay que entender de las crisis, es se trata de una serie de errores e ineptitudes que van autoreforzándose en un círculo vicioso, hasta que la bomba queda lista para estallar y estalla.
Queda claro que al gobierno le importa más su modelo que la economía propiamente dicha. Jactándose del nivel de bolivianización de la economía, utilizando como indicadores las transacciones, el número de cuentas, así como los créditos en moneda nacional que otorga el sistema bancario, sin embargo, la realidad es que el trauma de la hiperinflación de los años 80 cercano a los 25.000% y un tipo de cambio que se duplicaba en cuestión de horas, ha dejado secuelas que aún arrastramos. Si bien la gran mayoría de las transacciones corrientes se manejan son en bolivianos, otras, como los alquileres, o no tan corrientes como la compra/venta de activos (autos, casas, etc.) son en dólares, por tanto, Bolivia es una economía con fuerte necesidad de una moneda con mayor credibilidad como es el dólar y que la propaganda gubernamental yo no puede seguir tapando.
El gobierno se escuda en una inusual demanda de la divisa, dando a entender que se trata simplemente de una demanda por motivos especulativos, no como la teoría sugiere, que la gente renuncia a su dinero disponible para que le generen intereses depositando DPF´s o comprando bonos; olvidando que la demanda de dinero tiene otros componentes, además de la demanda por motivo de transacciones (medio de cambio), las otras funciones principales del dinero, como son, unidad de cuenta: pues sirve para fijar precios de los bienes y servicios; como patrón de pagos diferido: cuando se celebran contratos que requieren pagos futuros, se especifican que los mismos se realizarán en términos monetarios; y depósito de valor: posee un poder adquisitivo para conservar la riqueza, ahorrar, etcétera, es decir, la confianza que tenga el ciudadano en la moneda, el boliviano.
En esta disminución de la confianza en la moneda, que en el fondo es desconfianza en los administradores de la economía no vista desde la UDP, hace 40 años; mientras que los ciudadanos buscan refugios para cuidar su riqueza, la más obvia, compra de divisas (la prueba más clara son las colas interminables) esto le permite ahorrar, en primera instancia o ir más allá, adquirir otros activos, como son autos, terrenos, o por último, sacar su dinero al exterior, mientras el gobierno busca implementar leyes confiscatorias que atentan contra la propiedad privada.
El gobierno se enfrasca en una lucha inexistente entre un modelo denominado neoliberal y el suyo, tratando de distraer a la opinión pública de sus ineptitudes, cuando en el fondo, se trata de que somos el pueblo boliviano el que carga con los aciertos y desaciertos de la política económica, se jacta de que es el responsable de nuestra bonanza, cuando somos los ciudadanos que debemos levantarnos temprano y acostarnos tarde para conseguir el pan para nuestras casas, pagar nuestros alquileres y proteger nuestra riqueza que con tanto sacrificio lo logramos.
No, la solución a la falta de dólares no es persiguiendo y encarcelando librecambistas, que tienen todo el derecho de ganarse la vida aprovechando oportunidades que la incompetencia gubernamental genera, sino, a través de gente capacitada en los cargos públicos, eliminando los puestos de trabajo declarados en comisión con sueldos que alcanzan los 40.000 bolivianos, reduciendo el personal supernumerario estatal que en lugar de generar excedentes para la economía, extrae recursos de la economía para mantener sueldos y salarios estratosféricos y supernumerario, así como el cierre de todas las empresas públicas deficitarias y la devolución de créditos que realizó el BCB en desmedro de las RIN, yendo en contra de la normativa.