Aprender, no sólo memorizar 

Aprender, no sólo memorizar, diría que es la regla de oro para una educación potencializa dora; es decir, para que el estudiante aumente sus posibilidades de potenciar su talento y por natural razonamiento, ser capaz de preguntarse a sí mismo lo que busca descubrir/saber, crear hipótesis y luego responderse formulando conceptos, resoluciones y conclusiones comprobables de cuanto de verdad acaba de concebir como nuevo conocimiento, como nuevo saber. 

Los principales actores del protocolo educativo en una clase son: estudiantes, profesores y padres de familia y, todos tienen sus roles específicos a cumplir, que requieren su máxima dedicación y responsabilidad.  

El profesor motivará, inducirá, facilitará, orientará, activará, controlará y evaluará el proceso de construcción autónoma del conocimiento (el aprendizaje), para lo que debe partir de las necesidades de los alumnos y tomar en cuenta sus intereses; debe estimular al alumno para impulsarlo, así como movilizar y facilitar la actividad intelectual del educando; debe movilizar y facilitar la actividad intelectual  natural del dicente; conocer a sus alumnos: su personalidad, su forma de comportarse y aprender para adaptar la educación o sea para optar el método  con el que efectuará la construcción autónoma del conocimiento, sabiendo que: “No existe método de enseñanza superior a la capacidad de aprendizaje de la mente humana”; por lo que es necesario “aprender a enseñar desde el cerebro del que aprende” (José Antonio Fernández Bravo). 

El estudiante debe vivir experiencias directas. Trabajar cooperativamente en grupo. Desempeñar un papel activo y estar implicado en su propio proceso de aprendizaje. Cada alumno es diferente, tiene capacidades y habilidades distintas, todas válidas.  

Debe desarrollar la capacidad de auto-dirigirse, auto-evaluarse y auto-monitorearse. Debe tener habilidades de auto-aprendizaje que le permitan aprender para toda la vida; saber resolver problemas, ser empático, flexible, creativo y responsable. Los alumnos deben saber crear su propio conocimiento a través de sus vivencias personales, mediante la investigación bibliográfica, mediante las imágenes con la naturaleza, mediante objetos y los razonamientos con ejercicios y hechos. 

Los padres de familia, cuando menos deben estar siempre pendientes y predispuestos a apoyar, facilitar y verificar el comportamiento de su hijo alumno, proveer de materiales, medios y recursos; hacer el acompañamiento, seguimiento y coordinación necesaria con los demás involucrados en el proceso educativo. 

En la relación docente – discente, el profesor debe convertirse en un auxiliar del libre y espontaneo desarrollo del estudiante, nueva relación en la que la autodisciplina es muy importante; el maestro debe ceder el poder a sus alumnos para colocarlos en posición funcional de autogobierno que los lleve a comprender la necesidad de elaborar y observar reglas de convivencia en la clase. 

Según recuerdo, el protocolo educativo tuvo tres etapas: En la etapa memorista el centro era el libro, de él que el estudiante supuestamente aprendía. En la etapa intelectualista el centro era el maestro que transmitía del libro a los estudiantes los contenidos que los repetían como examen/saber. En la etapa vitalista empieza a ser el estudiante el centro, quien debe convertirse en el artífice de la construcción de sus conocimientos a partir de sus intereses y capacidad de trabajo académico, con el uso del libro y dirigido por el profesor. 

Desde la primera escuela pública en el planeta, (Prusia – Alemania – siglo XVIII) las sociedades y países dedicaron a la educación la mayor preferencia, conscientes que la formación humana es el instrumento para transformar el mundo y varios de estos países hoy ocupan los primeros puestos en el ranking internacional; son las mejores economías y gozan de las mejores condiciones de vida para su gente. 

Si para saber qué educación se quiere, primero se debe definir qué sociedad se quiere tener y, quien no quisiera que nuestro país aproveche tanta riqueza natural que tenemos y se la industrialice para crear fuentes de trabajo que ocupe a la población desempleada o en un 80% dedicada al trabajo informal. Además, al elevar el nivel educativo se elevaría la capacidad/calidad de gobierno y de administración del bien público y privado, se disminuiría la corrupción, todos nos integraríamos y respetaríamos, tendríamos unidad en diversidad y viviríamos en paz y fraternidad. 

Estoy seguro que la inmensa mayoría de los bolivianos estamos dispuestos a apostar inclaudicablemente por el progreso y la superación constantes, empezando por dotarnos de una educación de calidad para toda/os y para toda la vida, lo que en gran medida lograremos aplicando en la educación metodologías que desarrolle cerebros y no sólo los llene; que nuestros estudiantes aprendan a aprender, aprendan a hacer y aprendan a ser buena gente y buenos trabajadore/as. 

Cuanto hicieron los países que hoy gozan del éxito y beneficios a los que conlleva la educación, fue definir métodos de aprendizaje activo participativos, apropiar el uso de diversos medios tecnológicos y estimular al educador en el marco de un paradigma de calidad hacia el constante progreso y superación de la patria,  

 


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