¿Ser padre bueno? o, ¿ser buen padre?

Se puede decir que hay tres tipos de padres: autoritarios, democráticos y permisivos, según sea su estilo. También puedo decir que es evidente que se estudia y se logra certificado de aprobación para todo; pero, no para ser padre o madre, lo que sin duda es algo muy fundamental para el desarrollo del género humano; por eso y complaciendo la sugerencia recibida al respecto, propongo esta lectura-

Las emociones son parte de nuestra vida y para los padres esta debe ser una tarea a tiempo completo, ayudándoles a nuestros hijos a expresarlas, identificarlas y regularlas.

Gabriela Matienzo refiere: “Como padres, muchas veces tendemos a reprimir a nuestros hijos cuando se muestran extremos en demostrar una emoción: tristeza (si lloran desconsoladamente por algo que nosotros pensamos no tiene importancia, enojo (si gritan o hacen un berrinche), miedo (siempre tratamos de explicarles que es ilógico que lo sientan ante ciertas circunstancias) y hasta felicidad (si es que sus gritos o efusividad son exagerados)”.

Los padres autoritarios son rígidos, poco afectuosos y con bajo nivel de comunicación; exigen obediencia ciega y autoridad; están a favor del castigo como forma de corregir el comportamiento de sus hijos y como producto de este clima/ambiente, los hijos tienden a ser irritables, aprensivos, temerosos, temperamentales y nada felices; son irascibles, malhumorados, proclives al estrés y sin ganas de realizarse. Según un estudio científico en seis países europeos, tener padres autoritarios aumenta el riesgo del consumo de drogas, de alcohol y de tabaco.

Un exceso de control y falta de afecto de los padres puede provocar en nuestros hijos problemas emocionales como la baja autoestima, la timidez, la sumisión y hasta la rebeldía. Los hijos de padres autoritarios son obediente y sumisos ante el control extremo, pero en ausencia de este son mucho más irresponsables y se muestran agresivos; son tendientes a sentirse culpables y deprimidos; son personas con baja autoestima, escaso control y poco sociables.

Los padres democráticos explican las normas/reglas y decisiones; fomentan comportamientos positivos y la autonomía de los hijos; aplican castigos razonados y razonables; mantienen comunicación constante y abierta, con diálogo. Entendiendo por diálogo el intercambio verbal o escrito de opiniones o criterios entre dos o más personas, alternándose el papel de emisor y de receptor de manera equilibrada. Los hijos de estos padres democráticos se sienten seguros, están más felices consigo mismos y son generosos con los demás; son más competentes socialmente, se tienen mayor autoestima, son más autónomos, más responsables; tienen mayor autorregulación y desarrollo moral. Son persistentes en las tareas que emprenden y tienen muy buen autocontrol.

Los padres permisivos son aquellos que conceden más libertad y autonomía a sus hijos, son padres complacientes que dan curso a los caprichos de sus hijos y no quieren privarles de nada. Los hijos de estos padres permisivos pueden llegar a tener problemas de autoestima e inseguridad. El hecho de que los padres sean permisivos, trae consigo la ausencia de rutinas o tareas cotidianas que los hijos tendrían que realizar, darse ocupación, horarios, responsabilidades, sean puntuales y ordenados.

A continuación, me atrevo a apuntar algunas sugerencias en la línea de ser buenos padres y no sólo padres buenos; toda vez que, se cree que “hay muchos padres buenos, pero pocos buenos padres”:

1.- Ser ejemplo permanente de lo que quisiera que sus hijos fueran.

2.- No restringirles a los hijos la expresión de sus emociones.

3.- Cultivar en la familia la sinceridad, el respeto mutuo, la empatía y el amor al prójimo.

4.- Incitarlos siempre a los hijos que hagan por ellos lo que deben hacer, porque son ellos los que deben aprender a hacer, aprender a ser, aprender a vivir y construir su propio éxito y felicidad.

5.- Ayudarles a resolver sus problemas, motivándolos, impulsándolos, serenándolos, orientándolos, aconsejándolos y apoyándolos (no haciéndoseles lo que ellos deben hacer) para que poco a poco manejen con solvencia las riendas de su propia vida.

6.- Los padres autoritarios deben tener en cuenta que mientras los hijos sean pequeños serán obedientes, sobre todo por miedo; pero, a medida que crezcan corren el riesgo de ser hasta enfrentados y perder toda autoridad y respeto.

7.- Velar siempre por hacer crecer la autoridad de padre, antes que recurrir al autoritarismo.

“Un padre no es el que da la vida, eso sería fácil, un padre es el que da amor” (Denis Lord).


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