Codificación y decodificación aplicada a la educación
En todo acto educativo en particular, se da la codificación y decodificación que consiste en la capacidad de emisión y de recepción de información poniendo a prueba de una parte la sapiencia de emitir mensajes (profesor) y de la otra de recibir y almacenar estos mensajes (estudiante) como recuerdos que confieren al organismo o persona humana la capacidad de elaborar conocimientos a partir de las informaciones y experiencias previas estableciendo relaciones significativas.
Como se sabe, el cerebro u órgano rey del cuerpo humano controla los movimientos voluntarios, el habla, la inteligencia, la memoria, las emociones y procesa la información que recibe a través de los sentidos a lo largo de toda la vida de la persona.
En la educación, el emisor elabora el mensaje (lo codifica) y el estudiante, para saber en detalle que significa el mensaje codificado por el profesor, lo decodifica y descifra. En algunos casos este mensaje en su contenido puede tener muchas palabras no conocidas, lo que hace que al aprender estas nuevas palabras enriquece su lenguaje y recodifica su saber. Este procesamiento integral de la información incluye la captura, validación y exploración de la información. Se puede codificar las ideas en imágenes, en gestos, en sonidos, etc., que son adaptados a las posibilidades del receptor que debe decodificar (o sea transformar el código simbólico enviado por el emisor).
Una vez que recibimos información sensorial del entorno, nuestros cerebros (triuno -reptiliano, mamífero y neocordex- o tres cerebros según Paul MacLean), la etiquetan y codifican organizando esa información con otra información similar conectando los nuevos conceptos a los ya existentes. La codificación y decodificación ocurre a través del procesamiento automático y el procesamiento intencional.
La codificación de la comunicación es el proceso mediante el cual el emisor convierte sus ideas en signos físicos que puedan ser recibidos por el receptor, es decir la conversión de la idea en lenguaje. La codificación se reconoce como la producción de mensajes o información. Por el contrario, la decodificación se describe como la interpretación de los mensajes codificados.
Mientras la persona vive aprende, y vivirá una constante de codificar y decodificar en un proceso viviente casual o intencional creativo. Para saber qué significa el mensaje codificado, es necesario decodificarlo y obtener el sentido del mensaje original.
Ahora bien, en educación el educador, por ser la persona capaz de crear un clima de confianza y comprensión donde los estudiantes pueden participar activamente, expone sus criterios, hace comentarios, preguntas y canaliza sus inquietudes. Al analizar y hacer reflexiones críticas de los diversos contenidos que se dan en el pensum académico, para su formación personal académica e integral se convierte en un comunicador pedagogo.
El maestro, al ser un profesional trabajador en la formación de los recursos humanos (los recursos más importantes en la vida de los pueblos y sociedades), atesora la talla más alta en cumplimiento del primer derecho del hombre, después del derecho a la vida, como es la educación. Por lo que el proceso de codificación y decodificación debe manejarlo con la mayor experticia y con el más alto nivel y sabiduría; consciente de que, para mejorar la codificación de la memoria, es más efectivo aprender un poco cada día que intentar aprender mucho de una sola vez y, que mientras más tiempo estemos en contacto con la información que deseamos aprender, más y mejor la retendremos, mejor la recordaremos.
Felizmente, quizás, la escuela tradicional, así como evoca el libro “La escuela a muerto” de Reimer Eearett. (1973), evidentemente ya ha muerto y ya no existen esos profesores de la década de los 50 que entraban al aula, llamaban lista y con voz y timbre autoritario y amenazante, con su policopiado en mano, casi gritando decían: “Atiendan la explicación” y leían con alguna impostación, replicando de tanto en tanto: ¡silencio!, ¡atiendan! y si algún estudiante al no poder contener su curiosidad, hacía alguna pregunta, de inmediato se lo condenaba a salir del aula por estar perjudicando la silenciosa tranquilidad de la clase.
Hoy, con las nuevas generaciones de educadores, se podría estar seguro de una excelente conducción y aplicación de la codificación y decodificación en el proceso de construcción autónoma del conocimiento (educación); bien adquirida y aprendida esta práctica de codificar y decodificar (emitir e interpretar correctamente mensajes), nuestros mensajes en todas nuestras conversaciones (diálogo) entre personas, evitaríamos tanta controversia innecesaria de simples criticones – no de críticos y lograríamos climas de más comprensión, unidad, paz y progreso, en colectividad.