Maternidades y abnegación

En nuestro país cada 27 de mayo las calles y las tiendas se llenan de regalos conmemorando el Día de la Madre. Las escuelas realizan sus agasajos con pompa y sonaja como forma de agradecimiento a la entrega que ellas hacen en la crianza de sus hijxs. Un fragmento del Himno a la Madre Boliviana dice: “Abnegada soporta las cruces, que por buena le carga el dolor, es la hostia su frente de luces, y su pecho es el cáliz de amor”. Este fragmento nos ilustra cómo se ve socialmente a la madre en Bolivia. Hay una clara definición de roles que pareciera estar tatuado en el útero de las mujeres: la maternidad como un mandato cultural y el sufrimiento como una virtud. La sociedad boliviana ve entonces a la madre como una heroína cuya identidad y valor existe solamente en su rol reproductor y de atenciones a la familia. En este sentido es importante preguntarnos: ¿Por qué la crianza de lxs hijxs es un asunto estrictamente femenino? y ¿cómo a partir de la maternidad se ha implantado un orden social injusto? También nos preguntamos cómo podemos plantear un orden social alternativo.

Para responder dichas preguntas podemos apoyarnos en las ideas de Sherry Ortner. En un clásico artículo referido a la mujer y la naturaleza, ella afirma que en diversas sociedades las mujeres han sido consideradas socialmente inferiores. Ortner sostiene que esta inferioridad “natural” se debe a una lectura social por la cual se le ha encasillado en su función reproductiva. Las sociedades dominadas por los hombres han creado un orden social en que se asignan roles fijos y estereotipados: Las mujeres deben abocarse a la tarea de reproducción y los hombres a la del liderazgo público. El Himno a la Madre refleja estas ideas tomadas de una lectura tradicional en la asignación de roles sociales. Lo grave es que ese himno se canta en muchas instituciones educativas en nuestro país con lo cual se reproducen estereotipos y se refuerza la dominación de género. Esta concepción de la maternidad encarnada en el himno restringe a las mujeres al contexto de la familia tradicional como si fuera su único espacio. Y, además, como si ella fuera la única encargada de brindar cuidados y atenciones.

¿Qué ocurre cuándo las mujeres subvierten ese orden tradicional? Por ejemplo, cuando una de nosotras procura situarse en un cargo laboral de alto perfil. Esto genera en nuestro país un rechazo espontáneo dado que se está “invadiendo” un espacio público que es considerado masculino y que históricamente ha sido prohibido a las mujeres. Además, cuando una mujer boliviana rechaza la maternidad es vista socialmente de manera negativa y como consecuencia es estigmatizada y minusvalorada. ¿Es posible revertir esta situación? Por supuesto, es necesario e imperativo hacerlo. La asignación de roles es una imposición que ha traspasado generaciones. Es necesario desaprender estos comportamientos que generan desigualdades. Los esfuerzos desde todos los espacios deben estar dirigidos a cambiar estos imaginarios de desigualdad que fijan a las mujeres en el ámbito doméstico. Las mujeres hemos conquistado otros espacios que nos han sido históricamente prohibidos. Sin embargo, el ámbito familiar (que glorifica el Himno a la Madre) continúa siendo visto como un espacio “naturalmente” femenino. Un gran paso es hablar de la paternidad responsable para que los padres no estén ausentes en la crianza de sus hijxs. En suma, se trata de repensar el Día de la Madre, de enfatizar la equidad de género y de promover la paternidad responsable.


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